Quisiera ser el tiempo

CAPITULO I

En un hospital al sur de Cali se encuentra el cuerpo de un señor, aproximadamente de unos 37 años de edad, piel mestiza, algo calvo y estatura media, vi cuidadosamente como varios médicos entran y salen de esa habitación, era la habitación 215 me preguntaba qué pasaría allí dentro a diario llegaban distintas personas a visitar al enfermo, siempre llegaba una señora ya de edad adulta unos 40 años más o menos llegaba corriendo, sucia y con el cabello alborotado y al salir de aquel cuarto siempre llevaba una mirada triste y muchas veces húmeda por las lágrimas derramadas allí dentro.

Un día decidí entrar, ya que yo era el joven del aseo invente que iba a limpiar la habitación y recoger los residuos desechados, observe aquel hombre, ¡Ay! qué mal se veía se quejaba con frecuencia y parecía que le dolían hasta las uñas. Me preguntaba que tenía para estar así, puesto que las piernas las tenía hinchadas, el rostro demacrado y su estómago parecía que fuese a explotar me dije a mi mismo ¡DIOS MIO!

Después de unos minutos de estar observándolo llego la enfermara de turno, disimule y termine de recoger las jeringas del lugar, cuando salí de allí ahora más intrigado me dije:

  • Qué enfermedad tan cruel

 

Al anochecer la señora que acompañaba al paciente se fue, pensé que volvería a cuidarlo para que no pasara la noche solo, pero al ver que no fue así me quede sentado en la silla de afuera y desde allí lo cuide. Yo creo que ese señor ya sabía de mí, aunque a veces parecía dormido no lo estaba y un día me llamo  con voz baja y suave me dijo:

 

  • Joven, hágame el favor

Yo pensé que  se había molestado y un poco asustado y temeroso de perder mí empleo si este señor se llegase a quejar de mí, me acerque y le dije:

 

  • Dígame ¿Qué se le ofrece?

 

  • He notado que me visitas con frecuencia, exclamo aquel señor

Respondí:

  • No se moleste señor

 

El con una pequeña sonrisa dice:

  • Tranquilo, tranquilo muchacho yo solo quería agradecerte, yo recibo pocas visitas la que viene a veces es mi compañera, pero viene y se va rápido pues debe ir a cuidar a mis dos hijos.

Con la cabeza baja y algo triste lanzo esta expresión:

 

  • Pobre de mi vieja cuanto ha tenido que sufrir al lado de este hombre miserable

Me preguntaba por qué el señor decía eso, pero mejor decidí guardar silencio, no paso mucho tiempo cuando llego la señora, me sentí incómodo y decidí retirarme, antes de irme el señor me dice:

  •  puedes regresar cuando quieras.

Yo solo sonreí y guarde silencio

Me fui hacer mis labores y mientras tanto la esposa del señor conversaba con el doctor quien decía:

  • Las cosas están en un extremo irremediable no deseamos dar falsas esperanzas su esposo posee el virus en una etapa muy avanzada, ya sus defensas colapsaron, posee anemia aguda y varias bacterias estomacales

 

La señora lloraba y decía:

  • Hagan lo posible por favor, yo sé que ustedes lo ven mal, pero él se va a recuperar, yo lo se

 

El doctor se retira pasaron varios días y note que la señora no había regresado desde aquella tarde me preguntaba si ya el paciente había fallecido, entonces fui a ver y cuando entre el señor estaba vomitando me acerque a ayudarlo ya que a duras penas podía mover la cabeza hacia un extremo de la camilla, luego de terminar le dije:

 

  • ¿Se siente bien?, si desea llamo al medico
  • Tranquilo, ya estoy mejor eso me pasa muy seguido y de nada sirve llamarlos a ellos pues no me dicen nada solo medio me tocan

Aquel señor se escuchaba destrozado y algo frio, se veía tan mal que por un momento me compadecí de él, después me dijo:

 

  • Yo poseo una enfermedad terminal, esta maldita enfermedad está acabando conmigo, ya no resisto más a veces quiero dormir y no despertar no me gusta ser digno de lastima de nadie…

 

Asombrado le pregunte:

 

  • ¿Qué enfermedad tiene?

El señor responde

Hace unos años cuando era más joven creía que la vida era un paseo, creía que era inmortal y que jamás necesitaría de nadie, me dedicaba a trabajar, tomar licor y mujerear como loco, disfrutar los privilegios de la vida decía, yo me he portado muy mal y he aquí mi castigo, creo que merezco más de esto.

     Yo solo le dije:

  • Ningún ser humano merece sufrir tanto

 

  • Yo sí, he sido un desastre, muchas veces golpee a mi mujer, maltrate a mis hijos, irrespete mi hogar, por eso estoy aquí y no creo que me levante.

Aquel señor muerto en vida posee SIDA. Al enterarme de eso sentí algo de miedo por todo lo que se rumora de esa enfermedad, pero después de indagar un poco decidí no alejarme y seguir normal. Iba con frecuencia a verlo, pasaron dos semanas y se empeoro ahora si pensé que iba a morir, le tuvieron que poner muchos tubos incrustados en su abdomen; se veía tan mal fue ese día cuando llego una hermosa joven era de estatura media, cabello largo y ojos oscuros, se veía tan hermosa, ella toco la puerta suavemente y dijo:




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