Fui al mercado a comprar vegetales y otros ingredientes para que mi shasha preparara una deliciosa comida, en especial sus deliciosas pakoras.
- ¿Cómo te sientes después de que tu amiguita la occidental te abandonara?
- ¿Qué? - volteé a ver.
- ¿Qué no oyes? Ahora andas sola, se ve que la odiosa esa se cansó de ti- mofó.
- Ella no me abandonó Indira, se tuvo que ir a su país. - contesté y sin decir más me fui.
Pensé que Indira era mi mejor amiga, no lograba descifrar el por qué se estaba comportando así, es decir nunca tuvo malas intenciones ni gestos hacia mí. Desde pequeñas siempre fuimos muy unidas y nos defendíamos la una a la otra en la escuela cuando nos molestaban y despreciaban por ser dalits.
Solo me quedaba esperar que mi mejor amiga recapacitara y volviera a ser la de antes, a mí me dolía mucho estar separadas y más aún que no haya reconocido que estuvo mal arrojar a Mariana al agua.
Regresé a casa con las compras.
- Shuu tu papá se acaba de quedar dormido. Mamá caminaba de puntillas.
- Traje ingredientes para preparar pakoras para celebrar el holi. - susurré con una sonrisa muda de oreja a oreja.
- Oke, cocinemos afuera para que no se levante. - dijo mientras levantaba la bicharra.
- Yo llevo lo demás. - susurré una vez más.
Ya afuera de casa atizamos el fuego y preparamos la comida. Fue una tarde buena junto a mamá. Por desgracia mi padre se levantó casi al anochecer.
- Ahhh me duele la cabeza. Disha dame de comer. - gritó mientras se agarraba la cabeza.
- En seguida. - corrió a calentar la comida.
- ¿Por qué no te levantas y te sirves tú? Es lo mínimo que puedes hacer si ni siquiera traes los alimentos a casa. - pensé en voz alta.
- Mocosa malcriada, ¿así me pagas el dejarte vivir? - se levantó y caminó hacia mí.
Era muy tarde, había despertado a la bestia.
- ¡Satish no por favooo...- mamá corrió y se puso delante de mí.
Pummm se escuchó un fuerte golpe.
- ¡¡¡Mamá!!!-grité despavorida-eres un desgraciado, te odio.
El que era mi padre solo atinó a mirarme con frialdad y bajó la escoba con la que había golpeado a mamá.
- Disha levántate. - ordenó.
- Me duele mucho. - emitió un quejido.
- Acuéstate shasha, iré por un poco de agua para limpiar tu herida. - me apresuré a buscar algún trapo limpio y agua mientras me secaba las lágrimas.
Realmente estaba tan harta de ver sufrir a mi madre y cansada de los abusos de ese hombre al que cada vez odiaba más. Algo tenía que hacer para frenar todo ello.
- Señor por qué no se va a buscar su trago en vez de estar esparciendo golpes aquí. - dije con voz firme.
- Tanto alboroto por una herida, mujeres inútiles. - masculló mientras se iba.
Esa noche mamá estuvo con fiebre. El golpe que le había dado mi padre le había abierto una herida profunda en la cara. Me sentía muy mal porque mamá se interpuso para defenderme y la escoba le dañó a ella en vez de a mí.
- Padre no me botes por favor, no tengo a donde ir. - mamá deliraba por la fiebre.
- Mamá tranquila despierta, estas aquí conmigo soy Alisha tu hija. - puse más paños fríos en su frente.
- ¿Alisha? mi bebé, mi hija. - me abrazó débilmente.
- Descansa mi shasha querida que yo cuidaré de ti.
Mamá nunca me habló de mis abuelos ni de su pasado, solo atinaba a decir que yo era su presente y su todo, que no necesitaba de nadie más. Lo que dijo delirando me dejó pensando y con intriga de saber más sobre ella y de dónde venimos. Logré dormir un par de horas. A la mañana siguiente me apresuré en vestirme e ir a comprar medicamentos para mamá.
- Mamita ya vuelvo, iré a traerte medicina para que mejores. - le di un beso en la frente y salí.
En la farmacia me dieron antibióticos, analgésicos y antipiréticos para la infección, el dolor y la fiebre. Regresé a casa y cuidé de mamá toda la semana. En todo ese tiempo no salí, afortunadamente el día que bailé compré alimentos suficientes para la semana.
- Buenos días, hija ya me siento mucho mejor. - me abrazó y besó.
- Ya veo que la herida está cicatrizando shasha, te amo mucho mamá. - dije con voz entrecortada, la abracé fuertemente mientras las lágrimas caían por mi rostro.
- No llores mi pequeña, eres muy valiente y fuerte. Gracias por cuidarme. - me acarició la cabeza.
- Sin ti no sé que haría, realmente me quedaría sola en este cruel mundo. - me acurruqué en ella.
Pasé el día con mamá en casa. Afortunadamente el viejo Satish no se apareció en toda la semana. De seguro estaba perdido por ahí libando licor, si se moría de intoxicación por tanto alcohol le haría un favor al mundo.
Al día siguiente decidí salir a vender un poco de dulces típicos de mi país a los turistas, preparé todo con lo que sobraba de los alimentos comprados hace una semana.
- Lleve sus laddus, lleve los ricos yalebis. - repetía a cuanto turista pasaba.
Gracias a lo delicioso que estaba todo, un grupo de turistas casi me compra todo. Estaba por irme después de un par de horas trabajando.
- Me das dos de cada uno por favor. - estiró el brazo para apuntar los dulces.
- Hum ya estaba por irme, pero aquí tienes. - lo miré con recelo.
- ¿Cuánto es? - se lamía la comisura de los labios.
- 41 rupias. - lo miré fijamente a los ojos a lo que él esquivó la mirada.
- Aquí tienes y conserva el cambio. -se devoró todo en un segundo. - está delicioso.
El chico de ojos azules estaba raro y callado. A estas alturas pensé que ya se había ido de Varanasi, es mas ¡de India! Realmente era raro y misterioso, un día me habla bien y al otro serio. De todos modos, no estaba para perder el tiempo en alguien que ni siquiera conocía del todo.
A quién mentía, él sí me llamaba la atención, pero debido a mi timidez decidí agradecer e irme a casa.
- Gracias por comprar, namasté.
Junté mis cosas y giré sobre mi propio eje para marcharme. Cuando caminaba sentí pasos detrás de mí.
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Editado: 20.02.2024