QuizÁ En Otra Vida

CAPÍTULO 18

Al día siguiente Mariana y yo fuimos a la reunión pactada con el agente y nos enseñó la casa que vimos por fotos. Mi nuevo hogar estaba ubicado lejos de la precaria casa en la que vivía con mamá.
Aunque pequeña para muchos, para mi shasha y yo era perfecta la nueva casita tradicional India que la colombiana nos consiguió. A diferencia de la anterior; ésta tenía camas, muebles, una cocina con su comedor y sobre todo un baño amplio con ducha y agua todo el tiempo, eso quería decir que ya no teníamos que ir al río a lavar la ropa o traer agua del pozo para asearnos.
Estaba muy feliz porque al fin podríamos vivir dignamente sin pasar tanta necesidad. Ahora solo tenía que recoger a mamá del hospital y cuidarla hasta que se recupere.

-Mariana quiero agradecerte por todo lo que haces por mi madre y por mí, en verdad los dioses te mandaron a nuestras vidas-la abracé muy fuerte, a la par que unas lágrimas caían por mi rostro.
-Hey parce usted no tiene nada que agradecer, yo en todo este tiempo aprendí a quererla mucho, es como una hermana para mí y lo sabe- me soltó y limpió las lágrimas.
-Bueno voy a limpiar para poder traer a mi madre aquí, solo me preocupa que mi padre se entere que estamos viviendo en este lugar-dije con pensar y angustia.
- Tranquila Alisha eso no pasará, el padre suyo siempre para de borrachoso, dudo que de con ustedes pues, ¡más bien la ayudo para que pueda ir a visitar a su mamá listo!- agarró un trapo y empezó a limpiar el polvo del lugar.
-Oke- asentí a la par de agarrar una escoba para barrer.
- Y no se preocupe que yo hoy mismo me encargo de los papeleos para que esta casa sea desde ya suya, mientras usted va al hospital.
- Muchas gracias Mariana, no tienes idea de la tranquilidad que me das suspiré y seguí limpiando.

Podía sentir una emoción muy dentro de mí, al fin después de tantos años podríamos tener paz sin tener que verle la cara al viejo Satish ni soportar sus golpes y malos tratos.
Terminando de limpiar fui al hospital a buscar a mi madre para ver si podía llevarla a la nueva casa.
Al llegar el doctor la estaba evaluando.
- Namasté, ¿doctor como sigue mi mamá?- dije mientras fui a abrazarla.
- ¿Tú eres la hija verdad? Tu madre tiene que quedarse al menos una semana para que esté en observación y la herida pueda sanar bien, además que requiere más exámenes para ver que no haya daño interno-dijo mientras escribía en una especie de cuaderno.
-¡Una semana!- alcé la voz asombrada - doctor es mucho tiempo, por favor yo quiero estar con mi mamá en casa antes para poder cuidarla.
- Lo siento muchacha pero es mi deber como médico hacer que mis pacientes estén bien antes de darlos de alta-cerró su cuaderno-bueno la veré mañana para su evaluación señora.
- Doctor es que yo temo que mi papá...
-Alishaaa- mi madre me interrumpió - deja al doctor seguir trabajando. Gracias doctor, namasté.
El doctor salió de la habitación.
-Porque hiciste eso mamá, yo solo quiero cuidarte de ese desgraciado-empecé a andar de un lado a otro con mucho enojo y preocupación.
-Lo sé mi niña pero dudo que él venga aquí a buscarme. Es mejor no hacer saber a nadie lo que pasó, ¿si?- estiró los brazos invitándome a abrazarla.
-Oke mi shasha, pero vendré todos los días a verte hasta poder llevarte a nuestra nueva casa-dije efusiva y con una sonrisa en el rostro.
- Agradece a Mariana de mi parte hija mía- bostezó y se recostó.
- Está bien mamá, ahora descansa, mañana vendré a verte. Te amo mucho mamita querida - le di un sutil beso en la frente y me fui.

Saliendo del hospital fui al hotel de Mariana para pedirle que se quede en la casa conmigo.
Al llegar ella estaba en una llamada, se veía tensa y seria.
- Le digo que sí, por favor papá no me presione más. Yo cumpliré con lo que me pidió pero no ahora, ahora no es el momento por favor- respiró hondo-cuando sea el momento indicado yo le aviso, listo. - colgó el teléfono.
-Mariana, ¿todo bien?- me acerqué despacio al ver el rostro de preocupación en mi amiga.
- ¿Alisha desde hace cuánto usted está parada allí?- puso los ojos como huevo frito del asombro.
-Hace un momento, te noto preocupada, ¿¡qué pasa!?
-Nada, nada cosas de mi padre pero cuénteme cómo está su mamá-cambió de tema muy nerviosa.
-Se tiene que quedar en observación al menos una semana más o hasta que se recupere.- le agarre la mano-segura que todo esta bien, te noto nerviosa Mariana, por favor cuenta conmigo para lo que necesites amiga.
- Le digo que sí por favor ya no me haga más preguntas, bueno y que le trae por acá- se sentó en su cama.
- Quería pedirte que te quedes conmigo en la casa y ya no en este hotel, al fin y al cabo es tu casa porque la compraste y nada me haría más felíz que tenerte allí conmigo- ladee mi cabeza a lado suyo.
- Hablando de eso, debo salir a firmar los documentos para que ya la casa sea oficialmente suya Alisha- se levantó de la cama. Y sobre lo otro prefiero seguir en mi hotel, es que ya me acostumbré a mi soledad jeje.- se pasó una mano por el cuello.
- Pensé que ya habías ido pero bueno te acompaño- le dije sonriente-owww yo quería que te quedes conmigo en la nueva casa pero respeto tu decisión.
- No amiga, es mejor que vayas a descansar y ya mañana nos vemos ¿listo?. Yo me haré cargo de todo hoy, hacer papeleos es muy tedioso y prefiero que usted descanse después de todo lo que pasó-me invitó a salir de la habitación.
- Oke- dije cabizbaja.
Salimos del hotel y nos despedimos.
-Mañana nos vemos Alisha, descansa.
- Hasta mañana

Ya caía la noche y me dispuse a ir a los gats para meditar acerca de todo lo que estaba pasando. Al llegar me senté, y vi a lo lejos muchas cremaciones.
Al ver a las personas ascender en humo a los cielos después de ser quemados me dejaba una intranquilidad en el pecho. Podía sentir el miedo correr por mis venas, por mi mente pasaban pensamientos invasivos, pensaba en mi madre y el día que me falte. ¿Cómo me sentiría? ¿Podría seguir viviendo? Es difícil realmente ser hija única y no tener a más nadie en el mundo. Mi corazón latía a mil por hora y a medida que pensaba más y más mi respiración se aceleraba y sentía que me faltaba el aire. Es que realmente la vida es efímera, en un momento estamos y al otro de pronto no.
Es como que nuestras almas hacen cola para pasar a la luz y cuando llega la hora de nuestra muerte, llega la hora en que cruzas la luz después de la enorme fila que te tocó hacer después de tantos años vivo.
Por eso, pensaba en que no estaba aprovechando mi vida, si bien mamá era mi todo, no me sentía plena ni feliz. Simplemente sentía que no pertenecía aquí a este mi país, ni época.
Trate de calmarme y cerrar los ojos, respiré hondo y exhalaba lento hasta vaciar mis pulmones del aire contaminado de las personas cremadas.
Ya más tranquila caminé de regreso a la nueva casa. Al llegar cociné algo de comer ya que en la cocina Mariana había dejado muchas cosas para poder alimentarnos mi madre y yo. Mientras se hacía la comida, puse algo de música tradicional india y bailé al ritmo de los tambores, movía la cintura y caderas a la par de la suavidad en las manos.
De pronto sentí que me observaban por la ventana, apagué la música y caminé a ver de que se trataba. No había nadie.
Comí, me asee y me acosté a dormir.
Al cerrar los ojos y pasar del estado de vigilia al sueño profundo, tuve un sueño muy lúcido, no sabía si realmente soñaba o estaba pasando. Estaba en una especie de habitación oscura sola y de pronto apareció Zac.
-Dame la mano y baila conmigo, esperé muchos años para tenerte de nuevo amor mío.- dijo mientras me extendía la mano.
- ¿Zac? Qué haces acá, en donde estamos y de qué hablas- lo miré extrañada.
Se acercó a mí y me tomó de ambas manos, las suyas estaban heladas.
- Solo cierra los ojos y baila conmigo.- Pegó su cuerpo al mío y me agarró de la cintura mientras me hacía bailar una especie de bals muy antiguo.
De pronto la canción se apagó y él se desvaneció...




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