QuizÁ En Otra Vida

CAPÍTULO 23

En el mundo suceden tantas cosas a diario que no nos percatamos de la existencia de otros seres conviviendo con nosotros. Nos enfrascamos en nuestra vida diaria, en el ajetreo para ir a trabajar, las noticias negativas en la televisión, las drogas y  prostitución, los secuestros y asesinatos. ¿Alguna vez te has puesto a pensar que hay más allá del mundo podrido de los humanos?

Después de ver cómo fue tan fácil para él acabar con la vida de alguien, reaccioné y eche a correr por mi instinto de humana impactada ante lo innatural. Mi corazón latía a mil, era un sueño, estaba delirando o era verdad, no lo sabía solo sabía que tenía que salir de ahí. Al llegar a la esquina del callejón, Zac ya estaba allí puesto que había llegado más rápido que yo elevándose en el aire.

-No me temas querida niña, jamás te haría daño- a pasos lentos trató de acercarse a mí.
- Déjame pasar por favor, tú no eres humano, ¡¡qué quieres de mí!!- grité
- Juzgar a alguien porque no es como tú ¿te parece bien? Esto Alisha lo que ves frente a tus ojos es lo que no podía decirte, la razón por la cuál tenía tratos indiferentes hacia tu persona. Temía que reaccionaras justo de esta manera, lejos de escucharme y amarme como soy- suspiró hondo - es cierto no soy humano, alguna vez lo fui pero ya no y aún así me enamoré de ti perdidamente cuando las leyes de mi raza me dicen que no debe ser así- agachó la cabeza.

Tenía razón lo estaba juzgando, pero era normal temer ante lo desconocido. Aún así después de escucharlo pude comprender porque era tan amoroso y de pronto todo se tornaba frío y raro. Una parte de mí, mi razón me decía que me aleje para siempre que sería mi perdición y la otra me pedía a estrujones que le diera la oportunidad de hablar.

-Perdón Zac, tienes que comprender me asombraste, de tal manera que estoy asustada- mire a un lado mientras aún temblaba.
- Dame la oportunidad de explicarte todo por favor, ya no quiero ni puedo callar más. Alisha necesito que entiendas todo sobre mí y luego en base a eso decidas si quieres estar conmigo o irte para siempre- me giró la cara para verlo de frente a los ojos.
-Está bien. Yo también necesito entender lo que está pasando.
-Espérame en tu casa en una hora, ahí estaré. Iré a recoger algo que necesito enseñarte- quiso acariciar mi rostro pero se detuvo. Se sacó la chaqueta y me la puso.
-Tienes que cubrirte por favor. Ve a casa, yo me encargaré de sacar el desecho de este lugar (el cuerpo de mi acosador) y en una hora estoy contigo- me besó la frente.

Sin decirle más me marché y caminé hacia casa desconcertada y duvitativa.
Al llegar, me saqué las prendas rotas y entré a la ducha para sacar toda sensación negativa de mi ser.
Me preparé un té chai y sentada en el sofá aún procesando lo que pasó, esperé a que Zack llegara.
Al cabo de una hora y algo más, llamó a la puerta.
- ¿Puedo pasar?- preguntó
-Adelante-le hice un ademán invitando a que se sentara.
-Aquí tengo el inicio de mi historia, te pido que me escuches con atención y creas en todo lo que te voy a decir por favor- sostenía la caja de madera que alguna vez vi en su habitación.
- Mantendré mi mente abierta para entenderte pero no te asombres por mis gestos por favor, ya sabes que soy muy expresiva- sonreí nerviosa y me acomodé el cabello detrás de la oreja.

- Todo empezó hace muchos años atrás. En realidad yo nací en 1912 en Alemania. Cuando tenía 27 años me enlistaron para el ejército en 1939 por el gobierno de turno, en ese entonces estaba al frente Adolf Hitler. Yo no quería pero me obligaron.
La razón por la cual yo me negaba a seguir las órdenes del segundo al mando, la mano derecha de ese malvado maníaco era porque estaba enamorado de una muchacha judía "Leah" ella era por quien vivía y la dueña de todo mi ser. Nuestro amor fue tan puro, tan grande que juramos en una capilla secreta amarnos por siempre y que si algún día uno de los dos faltase, nuestras almas se buscarían hasta encontrarse.
Leah y yo nos comprometimos, nos íbamos a casar en secreto y en cuánto todo el desorden nazzi desapareciera de Alemania y el mundo. Yo la tenía protegida en un lugar donde no había nadie, la tenía junto a su madre y hermanos pequeños. No me interesaba arriesgarme a tal magnitud porque la amaba incluso más que a mi vida.
En 1940 me siguieron unos soldados sin que me de cuenta y se percataron de la familia judía que protegía, ellos me acorralaron, mataron a la familia de Leah frente a nuestros ojos.
Nos llevaron con el segundo al mando de todo ese infierno y éste me dijo que le daba asco por amar a una judía que lo había decepcionado como soldado, como alemán y como persona. Sin más, disparó a Leah y cuando estaba por dispararme el dolor fue tanto que le dije: "Juro que aunque me hayas separado de ella la voy a buscar y la encontraré y nadie nos podrá separar. Dios recibe mi espíritu y castiga a estas personas sin corazón". Acto seguido me disparó.
Llevaron mi cuerpo al bosque y me dejaron tirado como si fuese un montón de hojas más en pleno otoño. Al cabo de 15min una enfermera del ejército se acercó, me acarició el rostro y mordió la mano. Nunca voy a olvidar como se sintió el retornar de mi alma a mi cuerpo y volver a respirar.
Algo dentro de mí cambiaba, me dolía el pecho, las venas y los huesos. Grité y nadie me escuchaba, mientras la enfermera se apartó para ver el proceso de conversión.
Ya era tarde, ya no era más humano.
Ella me dijo que ahora era un gekreuzt (cruzado) en alemán. Cuando yo morí tenía 28 años y a partir de mi resurrección esa edad se quedó por siempre en mi cuerpo.
-La enfermera ¿Era Ivy verdad?- solté con asombro.
- Así es. Ivy era aquella enfermera que me trajo a la vida de vuelta en 1940. Cuando el proceso de conversión terminó, ella me dijo que me había resucitado para ser su compañero de vida eterna. Me confesó que estaba enamorada de mí desde que ingresé al ejército y que se había percatado de lo que estaba sucediendo por eso nos siguió al bosque y cuando mis asesinos se fueron, no lo pensó dos veces y me mordió para ser su eterno amante.
Yo no podía asimilar lo que acababa de pasar, aún tenía el dolor en el pecho por mi amada Leah, yo sinceramente no quería vivir más, para mí era un tormento el que mi corazón siguiera latiendo y el de la mujer de mi vida no.
Ivy me explicó como funciona esto de ser gekreuzt, me dijo que la única manera de morir era enamorándome de una mortal, caso contrario viviría por la eternidad. Para mí nada tenía sentido, no podía ni quería enamorarme de nadie porque mi corazón dejó de latir el día en que Leah murió.
Era un martirio seguir respirando, no me quedaba de otra que vivir sin amor por siempre. En todo este tiempo Ivy fue mi compañera, mi familia ;ambos nos cuidábamos las espaldas, fue como mi mujer, lamentablemente nunca pude amarla, ella en cambio siguió enamorada de mí.
-Entiendo, por eso vino a India a buscarte y por eso me trataba mal- me levanté del sillón aún procesando toda la información.
-Así es, para ella eres una amenaza. El que yo te ame significa que ya no estaré para siempre con ella si renuncio a mi vida eterna solo para poder envejer a tu lado y ser plenamente feliz después de casi 100 años de existir. Es decir si tú me aceptas en tu vida-se incorporó y me tomó de las manos.
- Zack yo tengo mucho que procesar.
- ¿Alisha que dice tu corazón? El mío que ya no te deje ir que morir junto a ti de viejo vale enormemente la pena-pegó su cuerpo al mío y me abrazó.
- Dime más por favor, necesito saber todo ahora que por fin decidiste ser sincero conmigo- lo miré a los ojos.
- Bueno,  hay algo más que debes saber. El que yo te ame y haya venido aquí no es pura casualidad. En realidad yo cumplí la promesa que le hice a Leah, la busqué cuando ella partió, tuve que esperar más de 80 años para encontrarla. Leah no reencarnó hasta este entonces y lo supe una mañana hace 21 años cuando volvió a nacer, la vi en sueños me decía que ya era hora de estar juntos de nuevo que nacería en India, en Varanasi para ser preciso. Que esperaba por mí y la buscara cuando cumpliera 21 años. Querida niña Leah eres tú, tú eres mi amor de toda la vida por la que voy a renunciar a mi inmortalidad, a la que voy amar siempre y defenderé de todo, eres mi alma gemela, mi otra mitad, la razón de mi existir hasta este momento- Se limpió las lágrimas de los ojos mientras me miraba con mucha ternura y amor, sus ojos gritaban te extrañé.
-No puede ser posible Zack, te estas equivocando de persona yo no puedo ser Leah- empecé a reír nerviosa mientras las lágrimas caían por mi rostro.




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