QuizÁ En Otra Vida

CAPÍTULO 29

Es posible sentir una conexión tan grande con alguien, sentir tal afinidad y compatibilidad. Sentir que aunque sean personas diferentes y con gustos distintos, puedas aprender del otro.
Es cierto eso de que los polos opuestos se atraen, pero, también es cierto que más que atraerse se complementan el uno al otro para aprender y aceptar cosas que quizá desde vidas pasadas no podías sanar ni avanzar.
Así me sentía con Zac, él venía de una cultura, un mundo tan distinto al mío, su manera de hablar; expresarse, sus comidas, canciones, expresiones. Todo era lo opuesto a mí y aún así él me hacía amar mi cultura, una cultura que no aceptaba, que odiaba y detestaba, una cultura que me había hecho daño y fracturado en múltiples ocasiones.
Ahora comprendía que no todo estaba mal, no porque me haya enamorado sino que, a través de sus ojos pude ver que India tenía mucho más que ofrecer y dar, solo tenía que hacerme respetar y dar mi lugar frente a las personas que aún tenían odio o tristeza en su corazón.
Entendí que nadie me podía dañar si yo no lo permitía, ni en mi país , ni en China ni la con Chinchiná. Entendí que el valor me lo daba yo misma. 

Habíamos pasado la tarde recolectando ostras y piedritas en la playa. En el cielo se podía observar que ya la noche llegaba junto a los colores naranjas y rojos que se mezclaban en las nubes y el sol empezando a descender sobre el mar. 

- Mi amor coge esa ostra, la última de hoy ya para volver. Prometo cocinarte algo exquisito - sonrió nervioso.
- Cuál, ¿ésta?- apunté a una de ellas debajo del agua.
- No, esa tiene pinta de que estará fea, la otra a lado pequeña niña- sonreía mientras se acercaba con la canasta donde guardabamos nuestra futura cena.
-Oke. Esta ostra tiene un color especial Zac, es diferente a las demás-ladee la cabeza admirada.
- Es porque ha de ser la más rica amor, mejor salgamos del agua- cogió mi mano y nos acercamos a la orilla.

Mi mente ni mi ser estaban preparados aún para lo que se aproximaba. Llegando a casa, nos dispusimos a preparar la cena, bueno Zac lo hacía, mi chico era un chef por excelencia. Yo mientras tanto me duchaba y quitaba el agua salada, aún no me acostumbraba a la sensación incómoda de la arena en mi cuerpo, por eso no podía pasar tanto tiempo sin quitarmela con agua de la ducha. Por alguna razón quise ponerme y sentirme bonita para mí misma. Me puse un saree turquesa con un tul que revestía todo de color rosado claro, me solté el cabello y maquille un poco. Al salir de mi habitación en la mesa, estaba todo listo. No podía creer lo que mis ojos veían, era una mesa preciosa y armada elegantemente. Habían platos dorados, servilletas de tela a lado, velas altas y flores delicadas al centro. El piso estaba lleno de pétalos de rosas rojas, en el aire se podía percibir un olor a lavanda muy relajante y de fondo música jazz en un tocadiscos de vinilo. 
Zac se acercó a mí invitándome a bailar aquella melodía, me pegó a su cuerpo y tomó mi brazo derecho hacia arriba, de manera automática mis pies se sincronizaron con su movimiento, tenía que admitir que era un buen bailarín. Mientras sonaba la canción, me susurraba al oído lo mucho que me quería y lo agradecido que estaba con la vida por tenerme, que quería pasar su vida entera a mi lado si le daba el honor de permitirselo,realmente cuando quería ser un poeta y enamorar lo hacía muy bien. Al cabo de la pieza nos sentamos, él jalo la silla para sentarme y luego se acomodó en su asiento. 

-Hoy preparé para ti frutti di mare mi niña- había seriedad en su rostro mientras servía. 
- La verdad es que nunca había comido mariscos Zac, es decir siempre he sido vegetariana- jugaba con los dedos nerviosa. 
- Yo sé que te va encantar este platillo pequeña niña, lo preparé con amor para ti, come solo un poco para que te vayas adaptando a los sabores nuevos- se dispuso a servir el vino. 
- Bueno probar cosas nuevas está bien para salir de lo monótono-le sonreí - ¿qué es eso?- señalé la copa. 
- Oh pues esto mi amor es vino blanco traído desde Cataluña, España- movió su copa en círculos y puso un poco en su paladar mientras lo probaba antes de pasar. 
- ¿No es muy fuerte?- solté dudosa. 
-Para nada, es de cuerpo ligero y fresco con aroma a flores, perfecto para acompañar la pasta con mariscos, pruébalo- tomó un poco más a la par de no dejar de verme directamente a los ojos. 

Levanté la copa y antes de probar, lo moví imitando lo que él había hecho antes, podía sentir el aroma ligero a flores que desprendía el licor,luego bebí un pequeño sorbo. 

-Es realmente agradable- hice un gesto que me deformababa la cara por lo fuerte que lo sentí. 
- Jajaja es que tienes que comer y luego beber un poco para limpiar el paladar niña-dijo mientras envolvía sus fideos en el tenedor. 
- Bueno, ahí voy- tomé unos fideos con   una ostra ya cocida y me lo metí a la boca cerrando los ojos muy fuerte. 
- ¿y?- esperando mi reacción. 
- No está tan mal como pensaba, de hecho, ¡¡me encanta!!- bebí de mi copa "para limpiar el paladar". 
-Qué bueno que te guste porque me esforcé mucho preparando todo esto para ti, no todos los días hago eso por alguien eh-bromeó. 
- Todo lo que prepares lo probaré sin chistar amor, (con tal de que no me des carne de res) -murmuré por lo bajo. 
- Te escuché Alisha, tranquila amor no te daré carne de res. Sé que por cultura no puedes ni quieres probarlo así que no te preocupes-me sonrió mientras terminaba de comer. 
- Como sabrás aquí las vacas son sagradas Zac. Me hace sentir bien que respetes mi cultura y religión amor, gracias- Tomé su mano. 
-Ahora estas lista para el siguiente nivel, no hay nada más rico que una ostra fresca solo con un poco de limón-se levantó de la mesa, retiró nuestros platos y puso al centro un plato lleno de ostras sobre hielo y a lado uno con limones partidos. 
- Vaya, parece que hoy es el día de las ostras-sonreí. 
- Te enseñaré como hacerlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.