QuizÁ En Otra Vida

CAPÍTULO 31

¿Se puede querer tanto a un amigo como si fuera familia tuya? Yo creo que sí. Al ser hija única no tenía con quién compartir mis sueños, ni con quien pelear, mucho menos jugar ni quien me defienda o a quien defender. Tampoco, tenía con quién hablar de chicos, ni de la adolescencia que viene junto a una revolución de hormonas y disgustos con nuestra madre al no sentirnos comprendidos o sentir que el mundo se nos viene abajo por cosas mínimas de adolescentes. 
Yo no tenía hermanos, pero, sí a Indira. Ella era como una hermana de madres distintas, la hermana que la vida me dio para compensar tanta miseria y drama en mi existencia. Yo era la más sentimental, llorona y susceptible, todo lo contrario a mi mejor amiga, porque ella era la que muchas veces me daba fuerzas y defendía de cualquier adversidad, ya sea en la escuela cuando éramos niñas o en la calle. Ella fue a quien le confesé por primera vez que me gustaba un chico y cuando lloré muchísimo al sentirme rechazada por ser dalit, ella estaba allí siempre allí. Cuando mi padre me golpeaba, muchas veces me cuidaba en su casa hasta que sanara. Recuerdo una vez en la que valientemente se puso al medio de él viejo Satish y yo para que no me pegara, afortunadamente no le hizo nada y se largó a tomar como siempre. En otra ocasión, me defendió de unas niñas que me hacían bullying, agarró un poco de estiércol y les aventó en la cara, luego echamos a correr riéndonos sin mirar atrás. 
Si pudiera contarles sobre nuestras aventuras y amistad hermandad de años seguramente un libro no alcanzaría. Debida a la importancia de su presencia en mi vida, me sentía abatida y triste al recordarla y extrañarla a mil, en estas instancias, las cosas que había hecho en los últimos meses quedaron en el pasado, la perdoné y solo podía mandarle luz a su alma para que no le toque reencarnar una vez más como dalit.
Sería mentira si dijera que no extrañaba a Indira. 
Afortunadamente, tenía a Mariana que aunque yendo y viniendo al menos contaba con ella y su enorme generosidad y amistad. Lástima que no estuvo para que me ayudara a vengar la muerte de mi mejor amiga.

Me dirigí a casa para ver como estaba mamá después de unos días lejos de ella por mi viaje. Al llegar la noté acongojada. Ella estaba sentada en la sala hundida en sus pensamientos con el semblante preocupado.

-¿Mamá?- cerré la puerta al entrar. 
- ¡Shasha! Mi niña querida ya estás aquí, bendito sean todos los dioses- se levantó para abrazarme. 
- Qué sucede mamita, te noto preocupada- puse ambas manos en su rostro. 
- Nada nada hijita, solo que estaba esperando por ti- acarició mi cabello mientras se le aguaron los ojos. 
- Acá estoy mi shasha, ya no estés triste, mira te traje unos regalitos- empecé a abrir mi maleta-siéntate mami.

Estaba emocionada mostrándole a mamá los regalos que le compré pero la noté ida.

- Y estos son para pegar en la refrigeradora, mira tienen un imán, ¿mamá?- le agarré la mano-No me estás escuchando verdad, a ti te pasa algo más.
- Hija creo que mejor te preparo algo de comer- se levantó y se dirigió a la cocina. 
- no shasha, tenemos que hablar- la retuve del brazo- sentémonos por favor y dime qué sucede por el amor de todos los dioses. 
- Oke- suspiró- ayer cuando salí a llevar comida a los que más necesitan... 
- ¡Qué tú hiciste qué!- la interrumpí-mamá te pedí que no salieras, hay mucho peligro ahora mismo en toda la ciudad- pasé ambas manos por mi rostro.
- Alisha, no puedo tener tanta comida aquí y saber que allá afuera la están pasando mal, al menos la abuelita de la esquina de donde vivíamos, ella no puede morir de hambre. Cuando uno comparte Dios bendice hija mía- me acarició el rostro. 
- Tienes razón mamá pero aún así no puedes andar sola y exponerte por favor. Dime qué fue lo que pasó que te tiene afligida- empecé a jugar con las manos por los nervios. 
- Cuando salí de la casa de la abuela, me topé con tu padre, él al verme fue tras mío. Estaba a punto de tomarme por el cuello cuando afortunadamente llegó una muchacha de cabellos rojos y me dijo que me fuera que ella se encargaría de él. Yo no supe que hacer y solo corrí hasta llegar aquí- sus ojos se pusieron húmedos. 
- Shasha, mi shasha ¿estás bien?- la abracé fuertemente- ese maldito no se cansa de hacernos daño- apreté los dientes con fuerza. 
- Alisha no puedes maldecir a tu padre, no olvides que a los dioses no les gusta eso hija- alzó una mano al aire ofuscada. 
- Lo siento por decir lo que pienso madre ¿sabes qué pienso y siento? Qué no le debo ningún respeto solo por ser mi padre ya que él no me respeta ni quiere, nunca lo hizo. A ti te debo la vida, te debo todo el amor y respeto. A él no, así que no me pidas que me humille o doblegue más ante él nunca más por favor- una lágrima cayó por mi mejilla. 
- Ay hija mía, mi pensar de persona mayor es parte de nuestra cultura pero, tienes razón. Perdóname mi amor ya no volverá a pasar- me dio un beso en la frente. 
- Está bien mamá, por favor ya no salgas más. Afuera corres peligro no solo por mi padre, acuérdate que allá están buscando víctimas para destripar y llevarse sus órganos-besé sus manos. 
- Al verte así de preocupada, prometo ya no hacerlo sin antes avisarte o salir contigo, ¿oke? 
- Oke.

Mamá dijo que una muchacha de cabellos rojos la ayudó, a caso ¿sería ésta Ivy? Era muy probable, lo comprobaría cuando la viera.

El resto del día la pasé con mi shasha limpiando la casa, orando y cocinando para llevar alimento a los más necesitados. 
Ya por caer la noche al tener todo listo le dije a mamá que se quedara y que iría a llevar comida a nuestros vecinos, así que salí de la casa. Con un brazo sostenía una bandeja llena de comida india y aunque cubierta por una manta se podía apreciar los diferentes y ricos olores de las masalas. 
Me dispuse a entregar la merienda a todo el que necesitase en el camino. Por fortuna el viejo Satish no estaba en casa así que no me lo encontré y pude darle algo de comer a la abuela que mamá siempre trataba de ayudar, muchas veces dejando ella de comer. Sin duda mamá era un alma bondadosa. 
Ya regresando a casa, pasé por el puesto de Maya la chica que vendía los polvos de colores para celebrar el holi.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.