QuizÁ En Otra Vida

CAPÍTULO 33

¡La hora de la acción ha llegado!- dije mientras alcé un brazo y el otro lo puse en la cintura como lo haría una heroína.

Después de pasar el día con Zac tuve que ir a casa para decirle o bueno inventarle una pequeña mentirilla a mamá. Ya sé que ustedes estarán pensando que de pequeña no tiene nada, pero, decirle a mi shasha que iba a correr peligro exponiendo mi vida para que mi novio y su amiga que no son como nosotros acaben con ellos y se alimenten de su sangre no sonaba creíble. Es decir, para nadie sería creíble aquello que sólo solemos leer en libros de ficción o ver en las películas, lo que me pasaba era demasiado raro y fuera de lo normal. Por eso, le dije a mamá que iría a pescar al Ganges con Zac y su amiga, que ellos acostumbraban a hacerlo de madrugada porque es más calmado y con el silencio se pueden atrapar muchos peces.
Mamá me creyó y me dio su bendición. Salí de casa con cautela rumbo al río, ¿sentía muchos nervios? sí, ¿algo de miedo? Tal vez, pero, eso no me detendría en mi misión de vengar de alguna manera la muerte de mi mejor amiga y las otras dos personas implicadas en todo esto.
Caminé despacio, toqué suavemente los aparatos que Zac me había colocado para ver si estaban ahí aún.

-Zac, ¿me escuchan?- susurré nerviosa.
- Sí, aquí estamos niña, estamos en el Ganges camuflados.
-Te estamos esperando Alisha, ¿por dónde vas?- susurró la pelirroja.
-Acabo de salir de casa, estoy caminando despacio para que los perros de la ciudad no se percaten de mi presencia y empiecen a ladrar llamando la atención de quién sabe quién- dije nerviosa.
- Tranquila amor, estaremos contigo en todo momento, recuerda que tienes el GPS.
-Oke, seguiré caminando, cambio y fuera.
-¿Cambio y fuera? Jaja tu novia si que es graciosa.
- Ahora no es momento de reír Ivy, atentos al plan.

Después de eso solo hubo silencio, caminaba sigilosamente muy concentrada en lo que había a mi alrededor o tal vez no, porque no me había percatado del perro que estaba más adelante dentro de un callejón.

Wauf Wauf Wauf- ladró el animal furioso. 
-Ahhhh- pegué un grito de padre y señor nuestro. 
-Alisha, Alisha estás bien, RESPONDE- Se alteró Zac. 
-Disculpa es que me asusté, salió un perro de la nada y pensé que quería morderme. 
-Carajo niña no debes hacer ruido, a caso ¿no entiendes la importancia de esta misión?- exaltada la pelirroja. 
-Ya ya Ivy, ella no está acostumbrada a estas cosas-Zac del otro lado-guardemos silencio. 
-En verdad lo siento chicos trataré de ir lo más silenciosa posible- respiró hondo.

Con cada paso que daba mi corazón se aceleraba, podía escuchar mis latidos, juraba que los sentía en los oídos. Los nervios me embargaban a raíz del susto por el perro, empecé a jugar con mis manos ya que me sudaban. Entendí que debía calmarme y no podía sugestionarme o echaría todo a perder. Zac e Ivy confiaban en mí, así que seguí mi camino con firmeza. 
Al llegar al lugar, empecé a descender por los ghats lentamente hasta llegar al borde del río. Observé a mi alrededor para ver a los chicos pero no los visualizaba. Todo estaba más oscuro de lo usual, el río calmado sin el bullicio de la gente que en el día hace su vida cotidiana allí.

-¿Chicos me pueden ver?- con la voz entrecortada. 
-Aquí estamos, guarda silencio, de aquí te vemos- masculló la pelirroja. 
-Estamos contigo amor, solo que no nos ves. Hay que esperar en silencio.

Luego de eso hubo calma total en el ambiente,tanto así que el ruido de mi mente era avasallador. Fijé mi mirada en unas telas que flotaban en el agua cerca a mí, no podía evitar pensar que en algún momento de mi vida, mis trajes o los de mi madre acabarían de la misma manera. Me sumergí en el miedo de quedarme sola, la vida es tan efímera que la tela de esa persona que hoy flotaba frente a mí, días antes estuvo en su cuerpo viviente de un lugar a otro. Estar de esa manera expuesta, me hacía pensar en la muerte y en lo vulnerables que podemos ser, no me agradaba la idea. 
Pasaron cerca de dos horas y no sucedía nada.

-Creo que el plan no va a funcionar- el pelinegro de pronto habló. 
-Qué-volviendo de mis pensamientos. 
-Creo que es hora de que regresemos a casa, aquí no hay ni un gato por lo visto- respondió mi chico. 
- Está bien, volveré a casa- me limpié una lágrima que se asomaba en mi mejilla producto de los pensamientos intrusivos.
- Ve avanzando niña, nosotros te seguiremos a dos cuadras de distancia lentamente. 
- Oke- suspiré.

Subí los ghats ya volviendo en sí y concentrada para regresar a casa, era una lástima que la misión no se completara. 
A medio camino sentí que me seguían, tenía esa sensación de ser observada pero supuse que eran Ivy y Zac tras mío. 
Voltee para ver si eran ellos pero no había nadie. Seguí caminando ya por llegar a una esquina poco transitada, al doblar todo era oscuro, felizmente mi trayecto era de frente. Al llegar a la esquina, me invadió una sensación de escalofríos por el cuerpo como un presentimiento. Giré la cabeza aunque sabía que no debía mirar en aquel callejón abierto y al hacerlo la desesperación me llenó por completo, ya era muy tarde no podía hacer nada más por mí a las justas pude dar un grito a medias.

- Zaaaa- mi voz se cortó bruscamente. 
- Alisha, Alisha-sin respuesta alguna. 
- Mierda la tienen-empezó a correr la pelirroja.

Los destripadores estaban a la vuelta de la esquina esperando a su próxima víctima. Cuando llegué y miré donde no debía, un hombre encapuchado salió de improviso y me puso un trapo en la cara, lo cual hizo que perdiera el conocimiento porque tenía algún tipo de sedante instantáneo al olfato. 
Me cargó y subió a una camioneta, dentro había otro que estaba a cargo de la conducción del vehículo. Mi cuerpo fue aventado como paquete en la parte trasera. A lo lejos podía oír sus voces, podía escuchar pero no moverme, ni abrir los ojos, fue horrible querer huir algo consciente pero, no poder ni levantar un dedo.




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