Es otro jodido día, no tengo planes, nunca los tengo. Desde que salí de la escuela solo me he dedicado a leer. Mi madre ruega para que me distraiga, dice que leer solo alimenta mi enfermedad, pero yo no lo veo así. Leer me hace ver el mundo desde otra perspectiva, a veces me enamoro, o a veces puedo odiar con toda mi alma. Pero sobre todo me hace escapar de esta puta realidad.
Creo que no hay nada más intenso que un amor literario, ese amor que es perfecto, o que es el típico chico malo que solo se enamora de una mujer, y ese es mi favorito. El hombre que cambia por ella, el que la protege de sobre todas las cosas y el que lucha para que su amor nunca se acabe. Sé que solo son novelas, pero el hecho de saber que nunca me pasará algo así, me deprime aún más.
Hoy es mi último día antes de comenzar a ir a terapia grupal. Mi madre me ha insistido hasta que me tocó las pelotas que no tengo. Claramente acepté ir por ella y mi familia porque a mí no me apetece para nada. Todos los días escribo en un diario lo que pasa en mi día a día y creo que el de hoy ha sido el mejor desde que empecé con todo esto. Llega mi madre a mi cuarto y me saca de toda mi ensoñación
-Buen día hija, ¿cómo estás hoy?- dice con un tono dulce, así es ella. Demasiado dulce para mí gusto.
-Bien madre, hoy estoy mejor- le digo junto al recibir mi medicación para el ánimo.- ¿Ya te vas a trabajar?- le pregunto al ver lo bien vestida que va.
-Sí, cariño. ¿Necesitas algo más?
-No, estoy bien. Gracias
-Ok, nos vemos más tarde. Te amo- Dice yendo hacia la puerta.
-¡Adios, te amo!- le grito al ver que ya se fue.
Luego de una hora decido levantarme he ir a tomar desayuno. Al llegar a la cocina veo que mi hermana, Emma, está vestida con un vestido color negro y unos tacones del mismo. Cuando me siento en un taburete no me nota asique decido soltar algo
-¿Quién murió?- le digo mirándola de arriba abajo con expresión sarcástica
-Al parecer tu sentido del humor- me dice mirándome con cara de poco amigos
-Sí, claro- pongo los ojos en blanco. Al parecer no soy la única amargada en este hogar
-¿Cómo estás?, te veo más... ¿Feliz?-dice mientras analiza mi expresión
-Querrás decir menos deprimida- respondo sirviéndome una taza de café- Hoy me siento mejor, anoche dormí bien, creo que es por eso
-Me alegro mucho, quizás deberías sa... ¡ay Dios!- Exclama al notar que se están quemando los waffles
Pongo los ojos en blanco, no sé porque insiste en cocinar, se le da fatal. En realidad a todos se nos da fatal. Yo solo sé hacer postres, mi especialidad es el pie de limón. La repostería es mi modo de soltar toda la frustración que hay en mí. Algunos golpean cosas, van al gym, pero yo, cocino. Sé que suena patético pero en realidad relaja demasiado. Hubo un tiempo en que iba al gimnasio pero no me sentía cómoda. Los deportes nunca han sido lo mío y hasta el día de mi muerte los voy a odiar; así que los deje luego de una semana. Luego recurrí a ver series, vi demasiadas series y cada una de más de 10 temporadas. Partí por "Grey's Anatomy" y me hizo cuestionarme que debería estudiar, Sé que no soy la única que lo ha pensado pero claro está que no me decidí por Medicina. Luego empecé a ver "Friends" y me sentí más solitaria de lo que he estado. Por un momento el elenco de la serie fueron mis mejores amigos, pero era muy deprimente saber que no tengo amistades reales como la de ellos, y quizás jamás la tendré. Al terminar "Friends" sentí que las series ya no llenaban ese vacío que había en mí, intenté ver serie tras serie pero ninguna fue lo suficientemente buena como para distraerme de todo lo que pasaba por mi mente. Un día intenté cocinar, recuerdo que lo primero que hice fue galletas, y no les voy a mentir, me quedaron asquerosas. No me rendí y seguí por algo más fácil, bizcocho, me quedó bastante pasable, asi que los seguí haciendo con distintas recetas hasta que quedo de maravilla. Intenté hacer más recetas y cada vez iba mejorando en el mundo de la repostería. No podría describir lo que siento al hacer cada uno de esos ricos postres. Además de distraerme de todo y todos, hace que encuentre la paz que tanto he buscado en mi vida. Me hace sentir bien y espero que mucha gente sienta lo mismo.
-Creo que se me quitó el hambre- Le digo a mi hermana al ver esos horribles waffles quemados
-A mí también- dice haciendo pucheritos-, ¿y si comemos fuera?
-No lo sé, sabes que no me gusta salir- y es completamente cierto. Detesto salir y que la gente me vea, o quizás odio estar cerca de tanta gente. Es más de ambas cosas. Veo a mi hermana y pienso que hace todo lo posible para verme mejor, así que para tratar de animarla le digo- ¿Sabes qué?, está bien. Saldremos y la pasaremos bien, pero antes deja que me dé una ducha.- Al decir eso veo como le brillan sus hermosos ojos marrones.
Ha pasado exactamente una hora desde que le dije a mi hermana qué saldríamos a comer fuera, he tardado lo suficiente como para prepararme mentalmente de qué saldré luego de varios meses. Si fuera otro día, y mi ánimo estuviera por los suelos le diría a mi hermana que se joda y vaya sola, pero como hoy estoy mejor, con más ánimo le he dado el gusto de que me lleve al lugar que ella escoja. Luego de ponerme un vestido sencillo y maquillarme un poco me dirijo al salón
-¡Qué guapa estás!- exclama mi hermana con asombro al ver que no llevo buzo ni sudadera
-Si si, ya vámonos antes de que me arrepienta- le advierto al coger mis llaves para poder irnos.
Al subir al coche noto como va vestida mi perfecta hermana, lleva su fantástico cabello castaño atado a una coleta, lleva un poco de maquillaje y usa un vestido negro que hace notar sus bellas curvas.
-Que linda vas- le digo con una sonrisa de disculpa-, Perdón por no decirlo antes.
-No te preocupes. ¿Lista para pasar el mejor día de tu vida?