Quizás eres tú

Un nuevo comienzo

Recordar la noche de la muerte de Matías es muy doloroso. Recuerdo estar dormida después de que el celular de Anne sonó, y de repente escuche el grito proveniente de abajo, a prisa bajé para encontrarme a mi mejor amiga derrumbada. 

-Esta muerto -dijo entre sollozos, y cuando lo entendí yo solo pude abrazarla, tratar de sostenerla. El funeral fue aún peor, y las siguientes semanas de lo mas difíciles para todos, ver a Anne tan rota, me hacía daño. Por más de que Erick y yo intentábamos que ella saliera, ella se negaba, pasaba todas las tardes en la cafetería y a su casa, la veía en la escuela y se repetía todo, no salía, no hablaba, usaba su ropa negra de luto casi a diario y yo no la culpaba, yo en su lugar, no habría podido. 

-¿Si? -dije contestando el celular

-Mad -me llamó Anne.

-Anne, hola amiga. ¿Cómo estas? -estaba tan sorprendida por su llamada

-Yo... Estoy mejor. 

-Anne, ¿quieres que nos veamos? 

-Si Mad, ¿nos vemos en 15 minutos?

-¿En el parque? -estaba tan sorprendida de su llamada, su voz se escuchó dudosa pero terminó cediendo.

Unos minutos mas tarde la encontré donde quedamos. Ahí estaba la chica, que hasta ahora había soportado el dolor que pudo haber sufrido alguien, esta vez iba vestida sin usar el color negro, en cambio reconocí la sudadera que llevaba puesta.

-¿Es de él no? -le pregunté y solo asintió.

-Esta tarde fui a su casa, su madre me la regaló, al igual que su laptop y yo... Encontré esto -dijo mostrándome una carta. La leí y me encontré con unas cuantas lagrimas al terminar de leer. -Yo tengo que salir adelante Mad, es lo que el hubiera querido, yo... -sus ojos empezaron a ponerse rojos - yo siempre lo voy a amar, siempre Mad, y lo voy a extrañar cada momento, pero él hubiera querido que yo siguiera adelante.

-Bien dicho amiga, y yo estaré ahí contigo -le dije en un abrazo. -Lo que estás haciendo es lo mejor que puedes hacer, debes continuar. Matt siempre estará con nosotras y cuando lo olvides estaré para recordartelo. 

-Lo se Mad. -me dijo abrazándome un poco más fuerte, sabía que estaba llorando al igual que yo. -Gracias por todo. 

-Te quiero Anne. 

-Te quiero más Mad. 

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Ese fue el comienzo del regreso a una vida un poco más normal. En unas semanas, Anne había vuelto a salir con Erick, Emy y conmigo no tan frecuente como antes pero lo hacíamos, además de que ella me había insistido en que debía dejar de preocuparme por ella, que debía seguir mi vida e intentar ser feliz con un chico.  Y yo sabía quien era el chico de mi vida. 

Nick. 

A pesar de todo yo lo quería demasiado, tanto que llegó a doler, verlo con otras chicas me hacía sentir menos, me hacía pensar que no era nadie a comparación de las demás, sobre todo viéndolo con tantas chicas, pero nunca era yo. Pero crecimos, y ahora él está conmigo, no es como todos los chicos, no es tan cursi ni así, pero el es justo ideal para mi, es grandioso, y siempre me hace feliz, aunque por ahora no sea muy detallista porque se que cuando sea mi novio, él va a cambiar, yo creo en eso. 

Nick me había invitado a salir últimamente, pero estaba con Anne, hasta hoy.  Decidí que era tiempo para mi corazón, que era importante tomarme tiempo para estar con Nick, yo haría cualquier cosa por él. 

Íbamos a ir al cine. Yo me había arreglado como nunca con la ropa más nueva que Emy y Anne me ayudaron a escoger, jamas había pensado que en algún momento iba a estar así en esta situación con Nick, pero aquí estaba, ¿no? 
Cuando llegamos al cine, como todo un caballero, me insistió en quedarme en la entrada de la sala mientras el compraba las palomitas y cosas de esas, mientras esperaba creí que era mejor ir al baño antes de que la película iniciara, así retocaba el maquillaje y esas cosas, así que le hice una seña indicando que iría al baño y cuando asintió empecé a caminar, fijando mi vista en mi celular revisando mis mensajes. 

-¡Hey! -sentí el choque con otra persona. 

-¡Niña fíjate por donde caminas! -levanté la vista para encontrarme a un chico.

-No me digas niña, que además tu fuiste quien choco conmigo imbécil. -le reclamé.

-No puede ser -dijo mirándome detalladamente, de un momento a otro se me había quedado mirando fijamente, haciéndome sentir rara- yo te conozco.




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