Estoy contando los días para volver a verte, parece que fue ayer cuando sostuve por última vez, tu mirada a un palmo de la mía.
Cumpliste tu promesa, esta mañana a la hora del ángelus, volvía a escuchar tu voz, cumpliste, me llamaste. No ha sido una llamada breve de esas que duran apenas diez minutos, lo cierto es que, nuestras llamadas nunca lo son y es que nos faltan horas en el reloj para contarnos tanto. Apenas he hablado, no quería interrumpirte mientras me explicabas estos días de stand by en el país vecino. Apenas he atisbado un "Te echo de menos", no tenía nada más que eso para decirte, eso y que "Te quiero". Una vez te dije, que un día sin escucharte es un día perdido, por lo que he tenido varios días perdidos y he intentado recuperar el tiempo perdido escuchándote hablar esta mañana. Me he dado cuenta, que no quiero dejar de escuchar tu voz, probablemente si algún día tengo ocasión, te pida que todas las noches y el resto de noches que nos queden por vivir, me hables, me cantes o me susurres antes de dormir, pues tu voz, es mi necesidad.
Si cierro los ojos, vuelvo a ese lugar, estamos tumbados en la cama, te miro fijamente y te pregunto:
-¿Que me has hecho?.-
No dices nada, me miras en silencio, sonriente mientras te beso suavemente en los labios.
-No te he hecho nada...- respondes.
-Me he enamorado de ti hasta las trancas, no me imagino la vida sin ti.- confesé.- ¿Tú querías que esto pasara?
Volviste a sonreír, como sonríe un niño travieso que tiene un gran secreto entre manos, como si tuvieses un plan, un plan que no existe.
-No te hecho nada...- vacilaste- Quería que pasara...
Nos llenamos la boca de besos, el alma de abrazos que cicatrizan las heridas que otros infligieron, nos arrancamos la piel en cada caricia... Totalmente viscerales, desnudos y puros, viéndonos por dentro como nunca antes nos vieron. Me enamoré de ti, cuando me hiciste sentir total seguridad para poder quitarme la pesada coraza que me acompaña desde que tengo memoria. Es decir, me enamoré de ti casi de inmediato, pues no tuve que fingir en ningún momento, dándome el valor suficiente para enfrentar todos y cada uno de mis miedos. Dices tú, que te enamoraste de mi, cuando te sentiste aceptado tal y como eres, no teniendo que fingir algo que no eras. Comprendiste que no estoy aquí para juzgarte, ni pretendo cambiar tu esencia... Te enamoraste de esa luz que dices que emano, una alegría que solo existe cuando estoy a tu lado.
-La que has lia'o pollito...- te susurré.
Esa frase, esconde una gran verdad, la has liado y yo, me dejé liar.