Ragnarok

Capítulo 1) Ragnarok

Capítulo 1:

 

-No lo sé, es como si ya no pudiera controlar mis sueños.-solté un fuerte suspiró, y ví a mi amiga samanta.-al principio pensaba que era un sueño normal, pero no lo sé, siento que no lo es y que no es un producto de mi imaginación.

Me recosté de mi locker tratando de encontrar una forma para no volver a soñar ese mismo sueño, mi pelirroja amiga samanta resopló con frustración estaba segura que ella estaba tratando de buscar una salida acerca de los extraños sueños que he tenido.

-¿Tú abuelo no puede ayudarte? Quiero decir no es necesariamente su ayuda sólo es entrar a su biblioteca personal y buscar información sobre los sueños que tú estás teniendo.

Dudé. Aunque samanta quería ayudarme a investigar sobre los extraños sueños nunca había rompido la regla de la casa de mi abuelo y no quería hacerlo pero, ¿acaso era peligroso entrar a una biblioteca y buscar información sobre mis sueños? Sin embargo, quería y no quería entrar, y romper la regla de mi abuelo. Recordé como él me hizo prometerle que no entraría a la biblioteca: «promete que no entrarás, promete que pase lo que pase no entrarás y no importa lo que escuches nunca debes entrar.» Y eso me ayudó a decidirme. Tomar la decisión que desde hace tiempo estaba buscando y que por fin la tenía. 

Samanta estaba impaciente, y me miraba con una pequeña sonrisa y a la vez de nervios al estar esperando por mi decisión. Escuché como sonaba la alarma de clase, mi amiga resopló de nuevo al no tener mi respuesta si entraría o no entraría a la biblioteca de mi abuelo.

-No te enojes.-la miré soltando un pequeño suspiro.-yo aún no he tomado una decisión.

-¡Vamos!.-me jaló hacía el salón de clase que estaba al frente de nosotras.-aunque quisiera quedarme aquí no deseo que la señora y esposa de la muerta me castigue.

En el salón de clase la profesora maría era la de cálculos estaban resolviendo unos problemas desde la enorme pizarra blanca, samanta estaba haciendo garabatos en su mascota mientras resoplaba por frustración al no poder salir de clase.

En cambio yo cada cinco minutos suspiraba hondo por no dejar de pensar del chico que me apuntaba con su espada, fruncí los labios, Al no dejar de pensar en aquel hombre que sostenía la espada, estaba confundida al estar pensando en una persona que quería matarme en mis sueños, y frustrada por no saber porque estaba teniendo ese sueño.

-Quisiera entrar mi cabeza en un carro y golpearme con la puerta.-se quejó Samanta mientras me miraba.-por lo menos será entretenido y mucho mejor que estar en una clase aburrida con una persona aburrida.

Levanté la vista y vi como la profesora maría me miraba con una mirada fría. Desde que empecé a tener esos sueños ya no era la misma de años atrás. Traté de apartar la vista pero no podía aún sentía la mirada de la profesora maría encima de mí.

Me quedé en silencio. No encontraba las palabras correctas para poder hablarle a la profesora maría. Me sentía como si yo fuera el acusado en un tribunal y que en cualquier momento sería llevada a la cárcel. No me gustaba la sensación que estaba sintiendo, yo normalmente solía estar prestando atención a la clase, pero en este mismo momento sólo sabía que si me iba a dar una reprimenda la aceptaría sin protestar o decir algo a cambio.

-Ya es la cuarta vez que lo haces.-la profesora maría me miró severa.-si no puedes concentrarte, entonces deberías quedarte en tu casa y no gastar mi tiempo.

-Lo lamento.-le dije.-no volverá a suceder.

-Tú abuelo me dijo que estás algo enferma, pero si no puedes concentrarte entonces deberías estar en tú casa.

-Bien, no volverá a suceder.- le contesté asintiendo lentamente.

La profesora maría miró el reloj de su muñeca, luego caminó hacia su escritorio y finalmente miró a todos sus estudiantes.

-Ya pueden retirarse.-informô

-No te preocupes, esa mujer es una bruja amargada por eso no está casada.-Samanta me abrazó y luego con una pequeña sonrisa me sonrió.-vamos ya podemos irnos a casa y no tendremos que volver a ver a esa mujer amargada.

La miré con una pequeña sonrisa.

Samanta me hizo parar de la silla para que caminara hacia la salida.

-Vamos, Ann, no deseo pasar otro rato en este salón cada vez que lo veo tengo migraña.

Levanté mi ceja izquierda mientras le sonreía a Samanta por escuchar su comentario.




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