Raíces De Zafiro

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LO QUE QUIERE

 

Él no esperó que cediera tan fácil. Así que sin más dilación y antes de que se arrepienta, se abalanzó sobre los asientos traseros en busca de pluma y lápiz. Tomó entre sus manos una libreta con notas y le dio unas ojeadas para hallar la serie de preguntas que tenía planeadas, mientras Rebecca recargaba sus piernas sobre el tablero; su seria insuficiencia venosa por estar plantada tanto tiempo en esos rascacielos de plataformas, la torturaban desde hace años con un dolor punzante cada noche.

—Lo primero que quiero preguntarte es: ¿Cuál es tu horario de trabajo?— Randall ensalivó un poco la punta de carbón del lápiz.

—Solo lo que nos permita el sol, siendo así todos los días. —Escarbó entre su bolso, en busca de ese suculento humo apaciguador de manías destructivas—. ¿No importa si fumo?

Hizo una disimulada mueca de disgusto, omitiendo respuesta alguna que Rebecca lo había interpretado como un "si".

—Al parecer veo que es muy concurrido el lugar, ¿qué tipo de clientes sueles atender?— Cuestionaba agachando discretamente la mirada buscando evadir ese olor que le recordaba a una cantina de mala muerte.

—De todo. Los casados más que nada. —La chica sobaba sus cansadas piernas con movimientos circulares para tratar de colapsar a sus moradas varices dilatadas.

— ¿Podrías ser algo más explícita?— Saboreó el retundo no.

De un suspiro, arrasó todo el tubo blanco y bajó la ventana para arrojar la colilla en el pastizal verde de un terreno abandonando, deseando que este se prendiera, era de buena suerte según sus augurios.

—Todos los hombres "puros" como es en tu caso, desean realizar sus fantasías con su futura esposa, pero las mustias se niegan a compartir su intimidad con alguien que lo único que les interesa de ellos es su dinero, y ahí está el problema, ponte a pensar, si estuvieras en esa posición ¿Qué preferirías? ¿Darle el dinero a una que te exige el gasto diario sentada en su sillón agarrando la forma de la lavadora? o ¿meter la riata en nuestros recovecos bien trabajados o sino bien operados y darles la atención que no les dan en casa?

—Es decir, buscan lo que quisieron durante años de noviazgo en algo que no se los pensaba dar. Al parecer existe mucha frustración en esta ciudad, es triste. —Respondió un tanto indignado.

—Mira a todos estos carros. —Señaló con sus dedos portando otro cigarrillo dejando a su paso una pequeña columna de humo. —La doble vida los excita y la familia la tiran a la basura.

—Eso es muy cruel, aunque es cierto pero no responde mi pregunta directamente.

—Ahí está la respuesta, nuestros clientes son de todo, desde el más pobre al más rico. El sexo no discrimina. —Volteó la cara observando a Randall mientras se colocaba su cigarrillo entre los labios. —Eso es todo, no voy a delatar a nadie.

—Disculpa, no deseaba conocer la doble vida de los ciudadanos, pero lo que más me impresiona es el hecho de que a pesar de la pobreza de la ciudad, existan personas dispuestas en pagar estos servicios que son...—Detuvo en seco. Decir que era un trabajo ridículamente caro podría ofenderla.

—Son muy caros. — Terminaba frase a la vez que expulsaba la colilla de su segundo cigarro por la ventana. —Pero los idiotas son ustedes por dejarse desfalcar de esa manera. Estamos de acuerdo que para muchos el sexo es mejor que comer.

—¿De verdad son tan adictos?

—¿Me vienes a entrevistar o cuestionar las razones de mis clientes? No te enrolles en pensar el por qué, son demasiados motivos. Explicarlos me da cáncer, solo me preocupa la paga. —Terminó de contar los billetes y con un disimulado gesto de felicidad se los embolsó. —Si eres muy observador, las marcas de los autos son diversos. Este no es un negocio exclusivo para ricos.

—¿Y cuáles son tus razones? Dudo que esta sea la única manera de obtener ganancias.

—Muchas e incontables, y no solo me refiero a la cantidad. Sin embargo se gana bastante bien. ¿A caso tu no vienes rascarme el morbo para venderlo en tu periódico?

Randall intentaba no dejar escapar una risa nerviosa.

—¿Incontables? Deben tener muchos secretos. —Dijo para evadir un poco la pregunta.

La chica posaba su mirada en la colilla que tiró por la ventana hace unos momentos, seguía prendida. Una sutil sonrisa adornaba el reflejo de su ventana.

—Y hablando de ganancias. —Dio vuelta a la página del cuaderno. —Muchos dicen que es dinero fácil ¿Qué piensas al respecto?

Rebecca hizo una pequeña mueca en respuesta al ahogar del humo.

Randall bajó unos milímetros el vidrio de su ventana. Además de la incómoda neblina blanca, el calor apretaba dentro. No quiso descenderla más de lo necesario; que un rastro de palabra de esta conversación pudiera salir hacia estas calles, amenazaba su integridad.

—Será en todo caso dinero rápido pero nunca sencillo. — Prendía otro cigarrillo con el encendedor del auto en respuesta a la desesperada inercia de su adicción.

—Debes de haber pasado por muchas cosas, en fin y al cabo dicen que el dinero rápido son finanzas para ahogados ¿Qué es lo más peligroso con que te has topado?




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