Capítulo 7

Luke

No sé por qué vine a la feria. Supongo que por los caballos, para asegurarme de que no los traten como atracción barata. Pero entonces vi a la niña. Vi a Samantha. Y todo en mí dijo “corre”.

Pero no lo hice.

Subí a la niña que no para de parlotear con Caleb. Esa misma niña, Emma, me miró como si yo fuera alguien bueno. Como si pudiera confiar a pesar de que en un inicio la asusté.

Y Samantha… joder, esa mujer me mira como si supiera que llevo todo por dentro. Que soy más sombra que luz. Y como si se arrepintiera de hacerlo.

La niña está bien sentada cuando se acercan tras dos vueltas a la madera donde espero junto a su madre. Le acaricio la crin al caballo y le doy una indicación mi hermano.

—¿Siempre eres tan callado? —me pregunta ella, parándose a mi lado. —¿O solo es conmigo?

—¿Siempre haces tantas preguntas? —le respondo, y al segundo me arrepiento.

Pero ella ríe.

Ríe como si le pesara el mundo, su risa se vuelve triste mientras niega con la cabeza. Suelta un suspiro y mira a su hija, la cual ha convencido a mi hermano de montar en el caballo negro.

—¿Quieres un algodón de azúcar? —me escucho decir sin entender de dónde salió la oferta.

Ella me mira con una ceja alzada.

—¿Tú vas a comprarme uno?

—Puedo hacerlo. No muerdo.

—No, solo gruñes.

—Es cierto, a veces hago ambas.

La sonrisa que me lanza... no es bonita. Es peligrosa.

Y por primera vez en mucho tiempo, me dan ganas de sonreír con una mujer.