Raíces en Ti

Capítulo 23

Samantha

No sé si es el café lo que me revolotea en el estómago o el hecho de saber que voy a volver a verlo.

Luke.

Aún me cuesta pronunciar su nombre en voz alta sin que algo se mueva en mí. Como si nombrarlo fuera suficiente para invocarlo, para que su presencia ocupe espacio en esta nueva vida que estoy tratando de armar con mucho cuidado. Pero hoy… no quiero cuidarme tanto.

Hoy quiero ir.

Emma se quedó en casa de una vecina, encantada de pasar la tarde con una amiga de la escuela. Así que estoy sola cuando llego al rancho. Las ruedas del coche rechinan apenas al tocar el camino de grava. Me estaciono y veo la puerta del porche abierta. Él está en las escaleras, sentado como si me hubiera estado esperando.

Y tal vez sí lo estaba. Todo lo que veo de Luke es inesperado, no es lago previsible con un hombre gruñón como él.

—Hola —digo, saliendo del auto.

—Hola, Sam.

No sé por qué su voz me hace sentir así. Como si tuviera permiso para respirar más hondo. Como si en medio de tanta incertidumbre, él pudiera ser mi punto fijo.

Subo los escalones con el corazón desacompasado. Me tiende una taza antes de que pueda decir algo más. Huele a café recién hecho y a tranquilidad.

—Gracias —susurro.

Nos sentamos. Hay silencio, pero es un silencio cómodo, de esos que no exigen nada. Miro el paisaje. Todo aquí parece tener una forma más pausada de existir. Me hace bien. Me hace falta.

—Estaba pensando… —dice de pronto, con la voz baja.

Lo miro, esperando.

—Que tal vez esto —hace un gesto con la mano entre nosotros— no sea tan complicado como parece.

—¿No?

—No si lo tomamos un día a la vez.

—Si seguimos tomando tanto café creo que empezaré a sentirme mal.

—No tienes que beberlo sabes? — Cabeca hacia la taza que guardo entre las manos. — Es una excusa para verte.

Suelto el aire que ni sabía que estaba conteniendo.

—Tengo miedo, Luke.

—Yo también. Pero estoy aquí.

No lo dice como promesa. Lo dice como certeza. Como alguien que, si decide quedarse, lo hace de verdad.

—No quiero que Emma se encariñe contigo y luego te vayas.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿Tú también tienes miedo de encariñarte?

Le sostengo la mirada. No me escondo. Estoy completamente aterrorizada, y con mi habilidad para escoger hombres…

—Ya estoy encariñada —respondo.

Él se pone de pie, deja su taza sobre la baranda. No es brusco. No es impulsivo. Solo se acerca como si me diera tiempo a detenerlo… si quisiera.

No quiero.

—Luke…

Apoya una mano en mi mejilla, cálida, callosa. Su pulgar roza mi piel como si quisiera memorizarla.

—No tienes que decidir nada ahora —murmura—. Solo déjame estar cerca.

Cierro los ojos y apoyo la frente en su pecho. Lo escucho respirar. Firme. Constante. Real.

Y por primera vez en mucho tiempo, no quiero escapar.

Siento que debería estar aquí.




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