Raíces en Ti

Capítulo 30

Samantha

Cuando lo vi al bajar del coche, allí parado frente al porche de Like, sentí como si alguien me hubiese arrancado el aire de los pulmones.

No lo esperaba. No aquí. No ahora. No cuando por fin estaba empezando a sentirme en paz.

Nathan.
El hombre que una vez me dijo “esto no es lo que quiero”.
El que cerró la puerta sin mirar atrás.

Y ahora estaba en el porche del rancho, tan seguro de sí mismo como si tuviera algún derecho sobre nosotras. Sobre mí. Sobre Emma.

Mi primera reacción fue rabia. La segunda, miedo. Pero lo que no esperaba sentir… fue alivio. Porque no estuve sola. Porque Luke estuvo ahí. Sin decir una palabra más de las necesarias. Sin invadir, sin actuar como salvador. Solo estuvo.

Como siempre. Y me eso me dio toda la fuerza que necesitaba para plantarle cara.

Cuando Nathan se aleja, me siento en las escaleras del porche. No por debilidad, sino porque mis piernas dejaron de responder. Tenía el cuerpo en tensión y el corazón a mil.

Luke se sienta a mi lado, en silencio una vez más. No pregunta. No empuja. Solo me ofrece su presencia. Y eso, después de todo, es lo que más me sostiene.

—Pensé que este lugar me iba a salvar de todo —digo, mirando el camino vacío.

—No hay lugar en el mundo que te salve de los fantasmas —responde, sin drama, casi como si el mero acto de hacerlo le resultase tedioso.

Me rio, amarga.
—Pero al menos aquí puedo enfrentarlos.

Nos quedamos en silencio, mirando la tarde caer. Emma aún no sabía que Nathan había venido. Y no pienso decírselo. No ahora. Ese hombre no es nada más que un desconocido para ella.

—No voy a irme, Luke —digo, sin pensarlo. Luego lo repito, con más fuerza—. No voy a huir esta vez.

Él me mira, lo siento distante, pero su mano roza la mía, sin agarrarla. Como si respetara que aún necesito espacio, pero quiero estar cerca.

—Me alegra — es lo único que dice.

Y yo supe que no necesitaba más que eso.

Más tarde, en la noche, me acuesto junto a Emma y escucho su respiración tranquila. Le acaricio el cabello, como tantas otras veces, pero esta vez no pensé en todo lo que me faltaba. Pienso en lo que tenía.

Una hija valiente.
Un lugar donde volver.
Un hombre que no promete… pero se queda.

Y por primera vez, no me sentí culpable por querer algo bueno.

Por querer a Luke.




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