Raíces en Ti

Capítulo 35

Luke

No sabía cuánto podía significar un agujero en la tierra hasta que vi a Emma cavarlo con esas manos tan pequeñas y una sonrisa demasiado grande para su cara. Mereció la pena madrugar un sábado para atender al ganado antes de ir a encontrar el árbol perfecto para ella.

—¡Aquí, Luke! —grita, con la pala apoyada como si fuese una espada.

—Ahí está bien —le respondo, aunque en realidad, cualquier lugar habría estado bien.

Samantha se agacha junto a ella, arremangada, con las rodillas en la tierra y los ojos puestos en el arbolito que trajimos del vivero. No era grande. Ni fuerte. Pero bastaba con ver cómo ella lo sujetaba para saber que lo cuidará como si lo fuera.

Yo me quedo unos pasos más atrás, observando.

A veces me cuesta meterme en estas cosas con toda la emoción que ellas traen. No porque no sienta. Sino porque nunca aprendí a mostrar lo que siento sin parecer que me están arrancando la piel.

Pero esta vez era diferente.

Esta vez estaba presente.
Plantando algo.
Echando raíces.

Cuando terminamos de cavar, Emma corre a buscar la regadera. Samantha se queda de pie frente al agujero, con el arbolito entre las manos.

—¿Te importa si lo pone ella?

Niego. Claro que no me importa.

Emma llega corriendo, emocionada, y entre los tres acomodamos el árbol en la tierra. Samantha sujeta el tallo, Emma tira de la manguera, y yo relleno los bordes con tierra como si eso bastara para proteger lo que acabábamos de enterrar.

Pero en realidad, no era el árbol lo que protegíamos.

Era lo que significa.

Permanencia.
Confianza.
Hogar.

—¿Qué tipo de árbol es? —pregunta Emma.

—Un liquidámbar —respondo—. Es fuerte. Cambia con las estaciones, pero siempre crece.

La niña asiente con la solemnidad que solo tienen los chicos cuando creen estar entendiendo algo profundo. Y tal vez lo estaba.

Samantha me miró por encima de la copa del árbol. Sus ojos diecen todo lo que no hacía falta decir.

Y en ese momento se que no importaba cuánto miedo me diera esto.
Ya no podía imaginar mi vida sin ellas.

Y, demonios, no querría hacerlo. Creo que junto a ellas puedo apartar mi pasado y seguir hacia adelante.




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