Raíces en Ti

Capítulo 36

Samantha

Esa noche, la casa está en silencio.

Emma duerme profundamente, agotada por el día de tierra, sol y limonada. Yo salgo de su cuarto sin hacer ruido, descalza, con la sensación de que algo más queda por terminarse hoy. Algo que no tiene que ver con palabras.

En la cocina, encuentro a Luke, de espaldas, sirviéndose un vaso de agua. Lleva la camisa desabotonada hasta la mitad, y el calor que arrastró el día se ha quedado en el aire, pegajoso y suave.

—¿No puedes dormir? —pregunta, girándose apenas.

—Todavía no.

Me acerco. Él me mira como si supiera. Como si desde hace días, semanas tal vez, estuviera esperando a que este momento llegara.

—¿Estás bien? —me pregunta, y me doy cuenta de que su “bien” no es sobre el presente. Es sobre todo.

Asiento.

—Lo estoy. Por primera vez en mucho tiempo, de verdad lo estoy.

Luke deja el vaso sobre la encimera. Da un paso. Luego otro. Cuando está frente a mí, no me toca enseguida. Me da espacio. Me da elección. Y yo elijo quedarme.

—No necesito prisa —murmura.

—Y yo no quiero pausa.

Entonces me acerco.
Entonces me dejo caer en sus brazos.

El beso es lento, profundo. Se toma su tiempo. Sus manos acarician mi espalda, suben por mi nuca, me sostienen como si fuera lo más frágil y lo más valiente que ha tocado.

La cocina se vuelve pequeña. El silencio, denso. Y entre sus labios, encuentro una promesa que no necesito que diga.

Esta vez no hay miedo.
Solo ganas.
Solo certeza.

No necesitamos más. Ni luces apagadas ni declaraciones. Solo su respiración en mi cuello, mi cuerpo cediendo al suyo y el temblor dulce que llega con cada caricia.

Nos quedamos así, sin prisas. Sin urgencias. Redibujándonos el alma en el cuerpo.

Y cuando despertamos al amanecer, su brazo me rodea la cintura como si ya fuera su lugar.

—Buenos días —susurra.

—Los mejores —respondo.

Y lo son.

—He estado pensando algo.

—Acabas de despertar, Luke.

Su corta barba me hace cosquillas cuando besa mi hombro y le sonrío. Es adorable verlo despeinado.

—Lo digo en serio, llevo haciéndolo unos dias. He estado pensando que… —respira hondo, porque lo que parece que va a decir no es pequeño— tal vez podrían quedarse. Tú y Emma. En el rancho.

Me quedo quieta, impresionada. Incluso creo que no estoy respirando.

—¿Quedarnos?

—Aquí hay espacio de sobra. Habitaciones vacías, terreno, calma. Y no me refiero solo a pasar más noches… sino a vivir. A estar. A construir algo.

Le miro. Y aunque no dice nada, sus ojos hablan. Se llenan de miedo. Lo que hay entre nosotros no ha sido fácil, pero ha crecido fuerte.

—No tienes que decidir ahora —añade, más suave—. Solo quiero que lo pienses.

Asiente, odio no identificar su expresión, que no puedo leer del todo. Se levanta de la cama nervioso y empieza a vestirme, pero cuando termina de abrochar el cinturón, sé que hay algo que quiere decir.

—Sam.

Lo miro sentándome con las piernas cruzadas y las sábanas enredadas en la cintura. Me observa, alerta.

—Hay algo que deberías saber. Antes de que tomes cualquier decisión.

Trago saliva. Un poco nerviosa por si ya se arrepintió de su invitación.

—Hace unos años… estuve comprometido.

No se mueve, pero puedo ver el cambio en sus ojos. Le cuesta hablar de ello, por una vez parece indefenso y dolido. Solo puedo pensar en abrazarlo…

—Ella se llamaba Megan. Íbamos a casarnos. Todo estaba listo. El vestido, la iglesia, los invitados. Caleb tenía el traje. Incluso Tom se ofreció a no hacer chistes ese día. —Intenta sonreír, pero no le sale—. Y dos días antes… desapareció. Un mensaje. Ni siquiera una llamada. Solo un “lo siento, no puedo hacerlo”.

Me cruzo de brazos por costumbre. Quiero dejarlo hablar, abrirse. Necesito conocer mas de Luke, entenderlo.

—Nunca me explicó nada más allá de que le hacía sentir asfixiada. Nunca volvió. Solo sé que un día estaba ahí… y al otro, no. Y yo… bueno, no volví a ser el mismo.

Controlando mis movimientos torpes, me levanto, camino hasta él y tomo su mano.

—¿Y desde entonces no…?

—No quise volver a intentarlo. Hasta ahora.

Lo dice sin dramatismo. Solo verdad, cruda como Luke. Lo beso despacio, con una ternura que no esperaba. No pregunto más, aunque me mora por saber toda la historia, él me lo dirá cuando este preparado. No necesita que lo presione cuando oculto demasiado. Y en ese instante sé que he hecho lo correcto.

—Nos vamos a quedar. — Confieso. —Pero también hay algo que debes saber…Nathan es mi padrastro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.