Mis raíces, tanto tiempo errantes,
finalmente comprenden su verdad:
no hay tierra que las espere, no hay lugar que las pueda asentar.
Pero en su errar encontraron fuerza, en su vagar hallaron paz.
No pertenecer es también libertad, no encajar es volar sin más.
Ahora estoy viendo, soy cielo, soy mar.
No soy de nadie, y por fin, eso está bien.