Raíces Prohibidas

Capítulo 28: Jamal enojado

La finca estaba en su rutina diaria, pero algo en el aire había cambiado. Isabella había estado evitando a Edward en las últimas semanas, sus encuentros se volvían más cortos y menos frecuentes. La tensión en su pecho no la dejaba respirar con libertad, pero, a pesar de todo, su corazón seguía resonando con las palabras de Edward, de todo lo que él había dicho sobre su cariño, su deseo de conocerla más allá de su condición. Sin embargo, su mente seguía vacilando.

Esa tarde, mientras Isabella caminaba por el campo de algodón, observando la plantación con una mente distraída, alguien la interceptó.

Jamal apareció de entre las sombras de los árboles que rodeaban la finca, con una expresión seria y preocupada en su rostro. Sus ojos, usualmente llenos de vida y picardía, ahora mostraban una intensidad inusitada.

“Isabella,” dijo Jamal con firmeza. “Tenemos que hablar.”

Isabella se detuvo y lo miró, desconcertada por la gravedad en su tono. “¿Sobre qué, Jamal?”

“Sobre lo que está pasando entre tú y Edward,” respondió Jamal, sin rodeos. “Ya me enteré de todo.”

Isabella se tensó, su rostro se oscureció por un segundo. No quería hablar de eso. No con Jamal, no con nadie. Sabía lo que pensaría él sobre la situación, y no estaba lista para enfrentarlo.

“Jamal, no quiero hablar de esto,” dijo ella, intentando caminar a paso rápido para evitar la conversación.

Pero Jamal no la dejó ir tan fácil. “¡No me vas a evitar, Isabella! ¡No me hagas esto!” Su voz sonó más fuerte de lo que había esperado. “¿Qué estás haciendo? ¿Realmente crees que es una buena idea seguir con este… este juego con Edward?”

Isabella lo miró con una mezcla de frustración y dolor. “No es un juego, Jamal. Es solo… complicado.”

“¡Complicado!” Jamal gritó, exasperado. “No es complicado, Isabella. ¡Es peligroso! Tú lo sabes. ¿Qué crees que pasará cuando el resto de la finca se entere? ¿Qué pasará cuando los patrones lo sepan? ¡Sabes lo que le pasa a alguien como tú, cuando juega con alguien como él!”

Isabella lo miró fijamente, sus ojos llenos de una tristeza profunda. “Yo lo sé, Jamal. Pero… hay algo en él, algo diferente. No puedo ignorarlo.”

Jamal respiró profundamente, su puño apretado con frustración. “¡Él es uno de ellos, Isabella! Un hombre de los patrones. No importa cuán amables se vean. No importa si te dice que te quiere, lo que sea. Al final del día, sigue siendo un blanco, y tú… tú sigues siendo una esclava.”

Isabella lo miró, sin hablar, por un momento. Jamal no comprendía. Nadie comprendía. El conflicto entre su corazón y su razón era insoportable. Había algo dentro de ella que no podía deshacerse de las palabras de Edward, pero también sabía que lo que Jamal decía era cierto. Todo esto estaba prohibido, peligroso.

“Sé lo que estás pensando,” continuó Jamal, su voz más calmada pero igual de grave. “Pero tienes que ser fuerte. Lo único que los esclavos tienen es a sí mismos. El día que empieces a pensar que puedes confiar en un blanco, en alguien como Edward, es el día que te vas a perder. Y no puedo dejar que eso pase.”

Isabella tragó saliva, sintiendo un peso pesado en su pecho. “No estoy pidiendo que lo entiendas, Jamal. Solo quiero… quiero saber lo que es sentir algo diferente, algo que no sea solo miedo y dolor. Si lo que está pasando es un error, lo sabré por mí misma. No necesito que me lo digan.”

Jamal la miró fijamente, dándose cuenta de que no iba a poder cambiar su decisión. Era como si ella ya hubiera hecho su elección, aunque el camino estaba lleno de dudas y contradicciones. Pero no iba a dejarla ir tan fácilmente.

“No quiero verte sufrir, Isabella,” dijo Jamal, con sinceridad. “No quiero que te rompas el corazón, y mucho menos que termines destruida por un hombre que nunca podrá ser lo que necesitas. No quiero perderte.”

Isabella suspiró, su mirada suave. “No quiero que me pierdas, Jamal. Pero tampoco quiero vivir con el miedo constante de lo que podría ser si no lo intento.”

Jamal se acercó, poniendo una mano en su hombro, un gesto de consuelo, aunque no estuviera de acuerdo con su decisión. “Solo recuerda una cosa, Isabella: los sueños pueden ser hermosos, pero a veces, la realidad es mucho más cruel. Si vas a seguir este camino, ten cuidado con lo que deseas.”

Isabella asintió, pero su mente seguía atormentada. Jamal le dio un pequeño apretón en el hombro antes de irse, dejándola sola con sus pensamientos. Mientras lo veía alejarse, ella se dio cuenta de algo: Jamal tenía razón. Pero algo en su corazón le decía que aún tenía que seguir adelante.

Lo que fuera que estaba ocurriendo entre ella y Edward, no lo podía ignorar. Y aunque su alma se llenara de miedo, algo dentro de ella le decía que tenía que ver hasta dónde llegaría este sentimiento.

Pero no estaba lista para enfrentar las consecuencias aún.

Isabella se quedó allí, con el viento moviendo suavemente las hojas a su alrededor, sintiendo el peso de su decisión mientras el sol comenzaba a ponerse en el horizonte.




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