-¡Avada Kedavra! -un rayo luminoso de color verde salió de la punta de su varita e impactó sobre el chico directamente a su pecho, su mejor amigo en todo el mundo, y ella lo había matado, había apago el brillo de su mirada.
Abrió los ojos de golpe y se levantó de la cama, todo estaba oscuro, incluso más de lo normal, se dirigió hacia su espejo que por una inexplicable razón desprendía un brillo casi cegador, y mientras se miraba a ella misma podía escuchar una voz proveniente de este.
-Tueur, tueur, tueur -eran apenas unos susurros pero podía entenderlos a la perfección
-Non! Je n'en avais pas l'intention. -estaba entrando en pánico, sus ojos observaban cada esquina de la habitación para localizar de dónde provenía esa voz pero no podía ver casi nada en medio de la oscuridad
Su reflejo se transformó en Pierre, sus ojos estaban en blanco, su piel pálida, más de lo normal. Lágrimas amenazaban con salir de sus ojos al verlo así, "¿enserio fue capaz?" esa pregunta no paraba de dar vueltas en su cabeza desde hace apenas unos días.
El suceso no había rondado por su mente con culpabilidad hasta el día en que se dio cuenta que ya no se encontraba en casa, parecía como si hubiese estado en un trance del que no había podido salir hasta que se encontró en lugar muy diferente.
-Vous êtes un tueur! -gritó el joven por el espejo
Se paró rápidamente con el corazón agitado y una mano en el pecho, fue una pesadilla, tras otra pesadilla. El ligero movimiento hizo que se diera cuenta que aún se encontraba en el tren, pero por lo visto ya faltaba poco.
Viendo a través de la ventana pudo vislumbrar unas luces que llamaron su atención, posiblemente las de la escuela. Se sumergió en sus pensamiento, aún no tenía claro de a qué casa pertenecer; pero tenía que ser muy estratégica en su decisión. Sus padres la matarían si elegía la incorrecta.
Ellos ya habían hablado con la nueva directora, Minerva McGonagall, sobre el porqué del cambio repentino de su hija teniendo en cuenta que estaba por acabar su año escolar normal, y decidieron que era buena idea trasladarla ya que la mayoría de estudiantes de último curso iban a repetirlo por las circunstancias en la que se encontraba el colegio el año anterior.
Así que en resumidas cuentas ella elegiría la casa de su preferencia con la cual se sintiera más a gusto; a pesar de que ese no fuera el protocolo que utilizaban en Hogwarts y todo porque sus padres eran unos expertos en convencer a la gente para que hagan lo que ellos quieran.
Dentro de sus posibles casas se encontraba Slytherin, que siendo sinceros encajaba muy bien con su perfil, una casa de sangre pura. Con las cualidades perfectas: ambición, astucia e ingenio; los mismos rasgos que representaban a su casa en su antigua escuela.
O tal vez Ravenclaw, caracterizados por su sabiduría e intelecto; sin duda ella era la bruja más inteligente de su curso según sus compañeros, profesores e incluso sus padres lo pensaban. Además compartir sala con los cerebritos de Hogwarts le permitiría leer a gusto en un perfecto silencio.
Otra de las casas era Gryffindor, donde hay más traidores a la sangre y mestizos, pero quien era ella para juzgarlos esos eran otros tiempos, ahora todo el mundo está en “paz”; valor y coraje son sus atributos más representativos, es una opción tal vez, “solo tal vez”.
Por último Hufflepuff, según el libro que leyó hace apenas unas semanas, los más leales y trabajadores se encontraban en esta casa; pero más parecía la casa de los que no tienen ningún talento en especial, los que son aceptados en Hogwarts pero que no califican en las demás.
Un ruido proveniente del otro lado la devolvió a la realidad, alguien intentó abrir el compartimiento en el que ella se encontraba, fallando en el primer intento; la persona ahí afuera parecía no rendirse así que lo intento por segunda vez y logró entrar, cerró con el mismo hechizo, se recostó en los asientos de enfrente con los ojos cerrados sin siquiera reparar en ella. Cosa que la molestó mucho.
Un carraspeo leve hizo que el muchacho se asustara un poco, al abrir los ojos pudo ver a una chica, pensó que los últimos compartimientos estaban siempre vacíos, pero ahí estaba una linda joven que lo miraba con cara de pocos amigos, nunca la había visto, sería imposible olvidar su rostro, pero tal vez era menor y con todo lo que tenía en su cabeza anteriormente simplemente pasó de ella.
-Excusez-moi, mais si quelqu'un verrouille la porte… -se detuvo en medio reproche ya que parecía que el chico no le entendía nada, aclaró la garganta nuevamente y volvió a hablar- Disculpa, pero si alguien pone seguro a la puerta significa que quiere privacidad
-Yo… -"francés, quiere decir que sí es nueva en la escuela" habló para sus adentros, bueno tendrá que decir algo- No sabía que estuviera ocupado, ya me retiro -utilizó ese tono frío que usaba siempre con los demás, le dirigió una última mirada para comprobar que ella no le fuera a decir nada más, retiró el hechizo y abrió la puerta, primero se aseguró que no haya nadie, en definitiva él también quería un poco de privacidad.
Después de que el chico se fuera quiso retomar sus pensamientos pero unos nuevos invadieron su mente, eran, para ser más precisos, recuerdos, recuerdos que quería enterrar muy en el fondo pero siempre regresaban para atormentarla.
Unos minutos más tarde, luego de luchar con sus demonios, el tren escarlata se detuvo, señal de que ya habían llegado a su destino: Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Editado: 24.06.2021