Como cada año Hogwarts estaba hermosamente decorado para la celebración del mes, el aroma dulce de las calabazas y dulces impregnaba cada rincón del colegio y la inmensa algarabía de los fantasmas contagia a los estudiantes que contaban las horas para asistir al preciado baile de máscaras que McGonagall había propuesto en lugar del típico banquete sabroso.
-¿Dos veces, el mismo mes? Eso me sorprende
-¿Abriste tu regalo?
-¿Sí era de parte de ustedes?
-Ábrelo
Camille se acercó a la caja y deshizo el listón, era la única en la sala ya que sus demás compañeros estaban en dicho baile al que ella había decidido no asistir para pasar una noche tranquila hasta la llegada de la lechuza a su ventana.
-¿Un vestido?
-Y el más hermoso que he mandado a hacer
-¿Para qué quiero un vestido?
-Que linda forma de agradecerle a tu madre -la señora arrugó el ceño pero reemplazó el gesto por una sonrisa- Pruébatelo
-Madre, yo…
-Ahora
Pasó a desvestirse frente a la chimenea con la pequeña preocupación de que alguien entrara en cualquier momento a la sala. El vestido se deslizó sobre su cuerpo y se ajustó dónde debía, era de tela mágica; con tantos vestidos su madre aún no se aprendía sus medidas.
-Te ves hermosa, casi como yo cuando asistía a Hogwarts
-Es muy bonito, muchas gracias madre
-Sabía que te encantaría -aplaudió brevemente- Elegí ese color para que no olvides la razón de tu estadía
El color de aquella preciosa vestimenta era exactamente el mismo tono de azul de su uniforme de Beauxbatons, las zapatillas y la máscara que aun estaban a l fondo de la caja le hacían juego y no podía, aunque quisiera, evitar su vida en la Academia.
-¿Cómo lo haría si los tengo a ustedes recordándomelo?
-Perfecto, ve a ser el centro de atención
-¿Cómo sabías que abría un baile? ¿Ni siquiera los estudiantes de aquí lo sabían? -inquiero un poco preocupada
-Si piensas que te espiamos estás muy equivocada mi cielo, la directora nos lo mencionó cuando hablamos con ella
Ambos señores tuvieron una larga y tendida conversación con la nueva directora en que además de convencerla de aceptar a su hija en la escuela, obtuvieron un poco de información acerca de las nuevas normas, actividades y demás en el año académico.
-Ya veo -Camille terminó de alistarse con su varita
-Brilla en la fiesta, es lo único que puedes hacer ahora
Su madre desapareció del fuego y la dejó sola en la sala. Beauvoir pasó a dejar la caja en su habitación y al verse al espejo un nudo se instaló en su estómago, era cómo regresar meses atrás.
La algarabía de la fiesta llegaba hasta los pasillos más alejados; la música, las risas y el dulce aroma de los postres se filtraban por cada ricón y guiaron a la hufflepuff hasta el Gran Comedor. En su paso se encontraba a grupos de chicos charlando fuera del bullicio, también a parejas que se alejaban para no ser vistas en sus actos más románticos.
Su entrada no fue cómo a su madre le hubiera gustado, no habían muchos pares de ojos sobre ella, la música no se había detenido y los estudiantes no habían arremolinado a su alrededor; al menos no la cantidad de estudiantes a la que estaba acostumbrada.
-Te ves increíble
-Me gusta tu vestido
-Pensé que no te vería aquí
-Eres la más hermosa
Muchos cumplidos y muchas sonrisas para asimilar de un momento a otro, nadie se apartaba para dejarla pasar más allá de la entrada.
-Bonsoir, mademoiselle
La voz tomó cuerpo cuando estuvo cerca de su mano posando un beso en el dorso de su mano, ante tal acto muchos decidieron alejarse hacia un lugar más seguro. Otros por el contrario querían quedarse a ver la reacción de la chica.
Una sonrisa, eso lo que obtuvieron. Camille y su salvador se apartaron y todo volvió a la normalidad.
-Pensé que todos pasarían de mí
-Es imposible si vas con un vestido como ese
-¿Qué tiene de malo mi vestido?
-Nada, y tal vez no sea el vestido. Tal vez solo seas tú la que siempre llama la atención.
-Gracias por sacarme de ahí, Malfoy -agradeció todavía de su brazo
-Ya me di cuenta que a diferencia de ti, yo repelo a los demás
-¿Siempre ha sido así?
-No del todo
Los de Slytherin estaban vigilando la escena desde lejos, vieron cómo su rubio compañero abandonó su lugar para ir a un lugar desconocido pero no imaginaron que fuera para reunirse con Beauvoir.
Ella notó las miradas, las miles de preguntas en ellas. Sobre todo en las de Parkinson y Nott, Zabini y la mayor de las Greengrass estaban yendo a la pista de baile y Goyle se encontraba en una cita con un pastel de calabaza.
-Si quieres puedes ir con tus amigos, desde aquí puedo sola
-Y perderme el primer baile de la noche con la francesa rubia -Draco sonrió de forma divertida y se colocó en posición de baile- Nunca
No era el primer baile de la noche, la fiesta había comenzado hacía ya horas y los músicos ya habían pasado las pistas lentas por las más movidas. No obstante eso no impidió al joven Malfoy adaptar sus mejores pasos de vals por algo un poco más enérgico sin perder la elegancia.
Uno, dos, tres bailes y Camille quería más, en lo que iba de tiempo en esa escuela estaba segura que no se había divertido tanto. Era posible incluso comparar sus sonrisas de antes con las de ahora, estas eran brillantes llenas de alegría real.
-Se ve que tú puedes seguir pero yo necesito un pequeño descanso -dijo Draco cuando se acercó para que lo escuchara mejor
Ella asintió y se dirigieron a unos asientos. Ni bien se sentaron fueron arribados por Pansy.
-Ven Draco, no nos dejes solos
-Pansy estoy un poco cansado -se excusó el chico
-No seas así Draquito -tomó su mano y lo arrastró tras ella
En su momento a solas Camille consiguió una rebanada de pastel de calabaza, su madre la mataría por comer algo tan dulce lleno de calorías; pero sus papilas gustativas se lo estaban agradeciendo.
Editado: 24.06.2021