Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Bᴏʏ Iɴ Sᴘᴀᴄᴇ ﹣ Cᴀʀᴏʟɪɴᴇ
Sábado 1:52 am
Ronan me mira con el ceño fruncido y alzo mi ceja. No le voy a dar cerveza como ha estado insistiendo toda la noche, es más, ni siquiera sé qué hace despierto. Kenzie lo trae a todas las quedadas porque no quiere dejarlo solo con su tío; a pesar de que a él nunca lo ha tocado.
La entiendo, pero a veces Ronan está donde no tiene que estar. Los chicos no se privan de hablar de nada con él delante y ya le ha preguntado a su hermana varias cosas que no debería saber. Kenzie siempre se enfada con nosotros.
— ¿Quieres que tu hermana me corte en rodajas y me dé de comer a los perros? —Le pregunto inclinándome hacia delante para estar más cerca de él.
— No lo sabrá.
— Oh, por supuesto que sí, no eres capaz de cerrar la boca.
— Soy mayor.
— Tienes trece años, no eres mayor —le doy una calada a mi cigarrillo—. Deja de pedírmelo.
— Escucho canciones que hablan sobre sexo y sé cómo se hace.
Una carcajada se escapa de mi garganta y niego con la cabeza. Aguanto mi lata de cerveza con la mano en la que también tengo el cigarrillo solo para golpear su cabeza haciendo que él se queje.
— Con cuidado, Ronan —le advierto—. No le des dolores de cabeza a tu hermana.
— No se los doy —se sienta a mi lado y suspira pesadamente—. Quiero trabajar.
— No tienes edad de trabajar.
— Mi hermana trabaja durante todo el año y quiero ayudarla.
— Ve a la granja el lunes, veré que podemos hacer, ¿Vale? Creo que mi abuelo necesitará a un ayudante cuando nos vayamos. Solo si me prometes no dejar de estudiar.
— Lo prometo.
Alterno la universidad y un trabajo de repartidor de pizzas para poder tener algo de dinero. Si el viejo no quiere algo de dinero, yo le pagaré por ayudarle. Él también quiere salir de ahí, ha visto demasiadas cosas en su corta edad.
— Tiene que ser una locura tener de buenas a primeras dos hermanas —las observa.
— Es entretenido —miro a Bárbara, que ha bebido demasiado. Se ríe a carcajadas con Charlie, que sabe que tiene novio, pero no va a decir "no" si surge algo. Es verano y ella está lejos de su novio. Todo lo que pasase aquí, se quedaría aquí.
La castaña con puntas rubias como el sol se acerca a nosotros y arrastra una de las sillas frente a nosotros. Lleva su pelo recogido en un moño bajo y varios mechones se escapan, cayendo por su cuello. Lleva un bonito vestido blanco de flores pequeñas y con escote cuadrado. Va perfectamente maquillada, y sus ojos brillan un poco.
— ¿De qué habláis? —Pregunta.
— De cosas de hombres —responde Ronan echándose hacia atrás en la silla y cruzando sus brazos.
— Quiere que le de cerveza —digo con una sonrisa.
— La cerveza es asquerosa —le dice Bambi.
— ¿Y tú por qué la bebes? —Ronan deja salir la pregunta de su boca en tono enfadado.
La miro con las cejas alzadas porque esa es muy buena pregunta. Espero a que ella hable para saber cómo va a salir de esto para convencer a Ronan de que probar la cerveza no vale la pena, por lo menos ahora.
— Para parecer adulta.
— Esa no es una buena respuesta, B.
— Yo también quiero parecer adulto —dice el niño.
— Ser adulto apesta —dice ella—. ¿Qué tienes en la oreja?
Se acerca a Ronan y miro el movimiento con el ceño fruncido. Cuando aparta la mano de Ronan, tiene una moneda en su mano. Una sonrisa se forma en mi rostro y el niño la mira con los ojos abiertos de par en par. Es maduro para su edad, pero aún es inocente.
— Uoh, esto es tuyo, supongo —dice Bambi poniendo la moneda en su mano.
— ¡¿Cómo lo ha hecho?! —Pregunta y me mira alucinado.
— No tengo ni idea —me encojo de hombros y Bambi me imita.
— La tenías en la oreja, solo quería dártela. ¿Quién va con una moneda en la oreja?
— Alguien que no bebe cerveza —miro a Ronan.
— ¡Kenzie! —Se levanta y corre hacia su hermana para enseñarle la moneda.
Bambi tiene una bonita sonrisa en su rostro y la he visto beber un poco más que la otra vez. ¿Dos cervezas, quizás?
— ¿Dónde tenías la moneda?
— Él la tenía en la oreja, ya lo he dicho. ¿Me has visto con una moneda en la mano? Ni siquiera traigo la cartera para coger una moneda.
Me quedo callado y la miro mientras le doy la última calada al cigarrillo. Ronan señala hacia nosotros mientras su hermana mira con una sonrisa en su rostro. Su pelo pelirrojo va recogido en una coleta y la camiseta se ajusta a su curvilíneo cuerpo. Es preciosa, sí. Todos nos hemos dado cuenta de eso, incluso de niños nos pillaba mirándola a veces.
— Creo que le has caído bien, buena jugada —digo.
— Bueno, no sabía cómo salir del tema de la cerveza, pero es normal que quiera beber si es lo que ve. No entiendo cómo tiene tanta energía, yo estoy deseando irme a la cama.
— ¿Ya tienes sueño?
— Siempre tengo sueño, pero pensé que beberme otra cerveza era buena idea y al final he bebido tres y...
— Estás mareada.
— Exacto —sonríe.
Ronan se acerca de nuevo a nosotros. Bambi está mal sentada en la silla, es decir, a pesar de llevar vestido, tiene sus piernas abiertas y su espalda curvada para estar más cómoda, o eso parece, ya que no se pone derecha. Su vestido está a un palmo de sus rodillas por lo que no se ve nada y lleva unas deportivas blancas en sus pies.
— ¿Tengo más monedas en la oreja? —Pregunta el chico acercándose a ella de nuevo.
— Hmmm... —Bambi entrecierra los ojos y mira ambas orejas hasta que lleva una mano de nuevo al lateral de su cabeza y saca otra jodida moneda.
— ¡No puede ser! —Ronan coge la moneda entre sus dedos mientras grita emocionado.
— ¿De dónde cojones sacas las monedas? —Esto ya es serio. O he bebido demasiado o esta chica verdaderamente tiene el poder de sacar monedas de las orejas de la gente.
— De su oreja —responde.