Ramé

18; Leo

Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Gʀᴇʏsᴏɴ Cʜᴀɴᴄᴇ ﹣ Yᴏᴜʀs

Sábado 01:35 am


Muerdo todo mi labio inferior mientras miro a la tienda de campaña de Bambi desde la orilla. No dejo que el agua toque mis pies descalzos porque ya he comprobado que está fría.

No he podido dejar de mirarla en todo el día y me hubiera gustado poder haberme comportado como Diego, tumbado en su toalla y dejando que tomara el sol encima de él. No se ha despegado de B para que Roddy no siga intentando ligar con ella; aunque Ronan También hace un buen trabajo.

Entiendo a Roddy porque yo también he caído. Quizás también ha conseguido ver lo dulce e inocente que es. Las demás chicas del grupo tienen chispa en su mirada, picardía, ella no. Ella sonríe y te mira tan dulce y tan inocente que da ternura.

Espero que no se haya dormido o peor aún, se haya olvidado. Ya hemos comprobado todos que es muy olvidadiza.

Cuando la tienda de campaña se abre poco a poco, meto las manos en los bolsillos de mis pantalones cortos y espero a que salga.

Ella intenta hacerlo con cuidado, pero termina en el suelo al chocar su pie con la parte de abajo de la tienda de campaña. Niego con la cabeza mientras una sonrisa tira de la comisura de mis labios y la observo levantarse y caminar hacia mí en un vestido blanco.

Es cruzado y tiene un nudo en su cintura. La veo caminar hacia mí después de limpiarse un poco la arena y me sonríe abiertamente cuando se queda a varios centímetros.

— ¿Estás bien? —Le pregunto alzando una de mis cejas.

— Sí.

Estamos hablando en voz baja porque no queremos que nadie se entere, por supuesto. Mañana sé que no podremos hacerlo porque hemos planeado ir a comprar bebidas, pero hoy, todos duermen.

Le tiendo mi mano y ella la acepta. Su pequeña mano se cierra sobre la mía y me agacho para coger la toalla.

— ¿A dónde vamos? —Su otra mano se agarra a mí bíceps cuando empezamos a caminar.

— Vamos a alejarnos un poco, ¿te parece bien? —La miro.

— Claro que sí —me sonríe.

Lleva su pelo recogido en un moño desordenado y tiene sus mejillas rojas y no por vergüenza, si no porque se ha quemado.

— Me lo he pasado bien hoy —dice.

— Yo también.

— Pero no creo que tengas que alejarte tanto de mí, es decir, apenas te acercas.

Paso la lengua por mis labios y miro hacia el frente. La playa está a oscuras y solo se escucha el sonido del mar. La luna ilumina lo suficiente para que podamos ver por dónde pisamos.

— Estaría todo el día cerca de ti, B. Sólo... Intento que no se note que estás loca por mis huesos.

— ¡¿Qué?!

Se separa de mí y me río. — Baja la voz.

— Yo no estoy loca por tus huesos —se cruza de brazos.

— ¿No?

— No.

Sonrío de lado y seguimos caminando. Ella sigue con los brazos cruzados y cuando la veo abrir la boca seguramente para quejarse de todo lo que estamos andando, paro.

— Aquí está bien —le digo.

Caminamos para alejarnos de la orilla y pongo la toalla en la arena. Es grande, por lo que ella se sienta y yo lo hago al lado.

— Parece una manta —dice ella tumbándose—. Hoy no hay estrellas.

— Por suerte, la luna nos ilumina más que las estrellas —me mantengo sentado y abrazo mis piernas para después juntar mis manos.

— Me encantaría vivir aquí.

— ¿En la playa?

— Sí, es... Tranquilo. Aunque ahora en verano hay mucha gente pero cuando no hay nadie como ahora... ¿Cuál es tu color favorito?

— El verde, ¿y el tuyo?

— El rojo. ¿Y tú película favorita?

— Solo en casa —me tumbo a su lado y miro al cielo— ¿Tú?

— Ángeles y demonios.

— ¿Esa es la que protagoniza Tom Hanks?

— Adoro a ese hombre —giro mi rostro y la veo sonreír—. Ojalá algún día viajar a Roma, haré el recorrido de la película, iré a los cuatro puntos donde asesinaron en la peli a los quattro preferiti —dice en italiano.

Suelto una carcajada y me pongo de lado, apoyando mi codo en la toalla y dejando mi cabeza recostada en la mano. Ella me mira y muerde su labio inferior.

— Qué sádica —murmuro—. No he visto la película, solo el Código Da Vinci.

— Tenemos que verla, entonces.

— Y la Saga de Harry Potter.

Ella sonríe asiente. Quiero conocerla más, quiero saber todo lo que le gusta y lo que piensa. Siento que el verano se está pasando muy rápido.

— ¿Cuando son las pruebas para el FBI? —Me pregunta.

— Dentro de dos meses.

— ¿Y estás preparado? He oído que entrar es muy difícil.

— Me levanto a las cinco de la mañana para ir a correr todos los días y hacer flexiones y abdominales, B -paso dos de mis dedos por su mejilla.

— También leí que tienes que tener tres años de experiencia laboral.

— La tengo, he estado trabajando los primeros años de carrera.

— Yo podría entrar. Hice un test en upsocl que decía que era ideal para el FBI.

Sonrío y paso las yemas de mis dedos por sus labios entreabiertos. — Seguro que lo eres.

Tengo que estar un mes antes de las pruebas entrenando sin ninguna distracción y ahora Bambi es una muy grande. Es jodido entrar, no solo tengo que pasar un examen físico, también dos teóricos, una entrevista y algunas cosas más. Sé que es difícil, pero llevo mucho tiempo preparándome para esto.

— Si entras estarás en Quantico, ¿no? —Asiento— ¿Durante cuánto tiempo?

— 21 semanas.

— Casi cinco meses...

— Sí.

— Y después te destinarán a cualquier estado.

— Sí, B.

Ella me mira, sé lo que está pensando. Sí lo consigo, apenas podremos vernos, pero no voy a alejarme de ella ahora, no puedo, lo he intentado. Me acerco a ella y recibe mis labios con gusto. La atraigo hacia mí y apoya su cabeza en mi brazo mientras su pierna se entrelaza con la mía.

Jamás lo hubiera imaginado. Estar así con una chica, y sobre todo que fuese ella. Tengo mi mano en su cintura y bajo, lentamente hasta llegar a su trasero. Lo aprieto y ella pone su mano en mi mejilla. Se separa un poco de mí y roza su nariz con la mía.



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En el texto hay: comedia, romance, juveniladulto

Editado: 12.09.2021

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