Ramé

24; Leo

Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Aʟʟᴇ Fᴀʀʙᴇɴ﹐ Jᴜsᴛɪɴ Jᴇssᴏ ﹣ As ғᴀʀ ᴀs ғᴇᴇʟɪɴɢs ɢᴏ

 

Sábado 11:34 am

 

Kenzie tiene el ojo morado y hemos estado la mayor parte de la mañana discutiendo con la abuela, el abuelo y la tía.

Quieren ir a denunciar al tío de Kenzie pero ella no quiere. La entiendo y estoy dispuesto a darle todo lo que tengo para que huya de aquí. Sé que tengo que hablar con ella, y no respecto a que se vaya de aquí y haga su vida.

Ayer me besó. Plantó sus labios sobre los míos y tuve que poner mis manos en sus brazos y separarla. Cuando fui a abrir la boca, algo nos interrumpió y decidí dejarlo.

Ella no se merece nada de lo que está pasando y me oprime el pecho verla así, con lágrimas en sus ojos.

— Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras, Kenzie —dice el abuelo—. Voy a ir a hablar con el viejo.

— No, por favor, no lo hagas —ella agarra su brazo.

— Ha sido mi amigo durante muchos años, niña, tengo que ir.

Jack está mirando toda la situación desde la puerta de la cocina y yo estoy sentado en una de las sillas. Kenzie deja caer sus brazos y la tía pasa la mano por su espalda.

— Te prepararé un té —le dice—. Vamos a la cocina.

Jack se aparta para que puedan pasar y me mira. Me levanto de la silla y salgo a la parte trasera de la casa para ver la cabaña. Bambi ni siquiera me ha mirado hoy. Estaba muy seria en el desayuno y sonrío cuando Diego le preguntó que qué bicho le había picado. "Ninguno" había respondido "Aunque aquí, quién sabe".

Saco un cigarrillo de la cajetilla y le ofrezco uno a Jack. Lo acepta y nos sentamos en los escalones dejando que nos dé el sol en los brazos.

— ¿Que ha pasado exactamente? —Pregunta.

— No vino ayer con los chicos —enciendo el cigarrillo y le doy el mechero para que encienda el suyo—. Sabía que algo pasaba, hasta que me llamó. Encontré a Bradly con un cuchillo en su mano y a ella y Ronan en el suelo. Ella protegía al pequeño con su cuerpo.

— Joder...

— No íbamos a dejarlos allí, por eso están aquí hoy.

— Hiciste bien. No se merecen esto después de perder a sus padres, han pasado por mucho. ¿Vas a esperar a que termines el FBI para proponerle matrimonio y sacarlos de aquí?

— ¿Qué? —Pregunto confuso y lo miro.

— ¿Por qué me miras así? ¿Es que acaso no estás enamorado de ella desde que eras un niño?

— Joder, no —Jack me mira alzando una ceja—. Se me pasó a los quince años, no estoy enamorado de Kenzie.

— ¿Entonces quién era la conquista que tuvo el placer de estar en mi coche?

Me quedo callado y le doy una calada al cigarro.

— No hay muchas chicas aquí, Leo, casi ninguna y como no me lo digas voy a pensar que es Bárbara —suelta una carcajada y yo le doy otra calada al cigarro.

— No es de aquí. Fui a por ella al pueblo de al lado.

— Entonces no es la sexy Kenzie...

Miro hacia mis zapatos y hago una mueca. Claro no es Kenzie, es la sensual Bambi que me tiene completamente perdido.

Está en el corral con Diego, Ronan y Bárbara. Puedo escuchar desde aquí la risa de Ronan y me alegro que se lo esté pasando bien.

— He escuchado a Bambi hablar con Bárbara, quiere irse ya a Kansas.

Miro a Jack, que expulsa el humo y siento una presión en mi pecho. ¿Por qué se quiere ir ya? Frunzo el ceño y recuerdo la noche anterior. Vale, no le presté mucha atención mientras estábamos en casa de Charlie, pero siempre hacemos lo mismo, o quizás... Fue ella la que nos vio.

Tengo que hablar con ella y no sé en qué momento puedo cogerla sola. Ronan no se separa de ella desde que la conoció, necesito un poco de ayuda de mi hermano entonces.

— Es normal que quieran irse —me encojo de hombros—. Han durado mucho aquí —tiro el cigarrillo sabiendo que después tendré que recogerlo.

— Iré a ver cómo va el abuelo, no me fío de Bradly —Jack se levanta y asiento.

Quiero encender otro cigarrillo pero me controlo. Muerdo mi labio inferior y me levanto para ir al corral. Kenzie está bien acompañada y no tengo que preocuparme de ella ahora, si no de esa chica que hoy lleva una camiseta de mi hermano.

Me apoyo en la valla de madera y los miro. Su pelo está recogido en una coleta alta y cae hasta su nuca. Lleva mis pantalones, pero no los primeros, otros que les di para que se viera con ropa diferente.

— ¡Hola, Leo! —Me saluda Ronan.

Levanto mi mano en forma de saludo y ella ni me mira.

Ronan había estado en shock ayer, y llorando también. Hoy se había levantado callado, pero al momento de ver a Bambi, su cara se iluminó y fue a abrazarla.

— ¿Qué ocurre? ¿Todo bien con Kenzie? —Pregunta Diego apoyándose en la valla y pasando su antebrazo por su frente para limpiar las pequeñas gotas de sudor.

— Sí, necesito que te lleves a Bárbara y Ronan a algún lado, necesito hablar con Bambi —le digo en voz baja.

— De acuerdo. ¿Estás seguro de esto, Leo? No quiero que lo pase mal. Sé que si pasa algo, no será lo mismo entre los cuatros, no quiero que pase eso.

— Diego, por favor.

— Solo te informo sobre esa posibilidad —se encoge de hombros.

Lo he pensado mucho, pero no puedo alejarme, no de ella. No sé si Diego entendería cómo me siento cuando ella está a mi alrededor, me deja sin respiración, y no soporto que no me mire.

— ¡Vamos a ver a las cabras! —Los anima Diego— Seguro que hay que rescatar a alguna, sobre todo a Lola.

Ronan, animado, sale del corral junto a Bárbara. Diego mantiene la puerta abierta para Bambi, que se apresura a salir.

— Iré a beber un poco de agua —dice Bambi. No quiere ir a ver a las cabras, la entiendo.

Cuando se gira, me ve a mí aún allí y frunce su ceño. Me esquiva y Diego me sonríe de lado y me guiña un ojo en señal de ánimo. No sabe lo que ha pasado, se lo contaré cuando tengamos un momento a solas.



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En el texto hay: comedia, romance, juveniladulto

Editado: 12.09.2021

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