Mᴏʀᴀᴛ ﹣ Aᴄᴜᴇ́ʀᴅᴀᴛᴇ ᴅᴇ ᴍɪ
Miércoles 10:35 pm
La música suena por los altavoces haciendo a la gente cantar y bailar. Un hombre y una mujer están subidos en el escenario con su banda de música para animar el ambiente. Hay una barra con bebidas y muchos puestos para poder comer algo.
Varias atracciones se encuentran en la otra punta donde los niños disfrutan y la pequeña noria es la atracción más demandada. Todo el mundo quiere besarse en la noria.
Le doy una calada al cigarrillo mientras observo a Bambi hablar animadamente con Rory. No se ha separado de ella en toda la tarde. El cielo tiene un atardecer precioso que Bambi admira mientras Rory le habla cerca del oído. Están casi en la pista de baile y yo, me mantengo alejado.
Su vestido amarillo se ajusta perfectamente a sus curvas y su pelo cae ondulado hasta la mitad de su espalda.
Me tiene completamente loco. Tiro el cigarrillo y Diego se pone a mi lado con las manos en los bolsillos de sus pantalones.
— Deja de mirarla así —dice—. Alguien puede darse cuenta.
— Kenzie lo sabe —chasqueo mi lengua y saco otro cigarrillo porque tengo que hacer algo para no ir para allá y apartar a Rory de ella.
— ¿Qué?
— Y Justin también —me enciendo el cigarrillo y guardo el mechero en el bolsillo de mi pantalón.
— Eres horrible ocultando cosas.
— Kenzie me besó en la cocina y Bambi lo vio, cuando intentaba aclararlo todo, ella estaba escuchando —me encojo de hombros.
— Ya entiendo por qué ni siquiera te mira —suspira pesadamente—. Con lo que tenemos ahorrado podrán sobrevivir unos cuantos meses, y ella puede encontrar un trabajo.
Le había costado aceptar nuestro dinero, pero al final lo hizo porque necesitaba algo para empezar, no tenía lo suficiente guardado.
— ¿Ya has estrenado la casa árbol con Bambi?
Lo miro. — No, no me he acostado con ella.
— ¿Qué? ¿Por qué no? Estoy deseando volver a casa.
Me encojo de hombros y sigo mirando a Bambi. Ella quería tocarme en la casa árbol, pero estaba tan tímida y tan insegura que no lo único que pude hacer fue sonreír y dejar que me tocara por encima de mis pantalones.
No era el momento. Estaba tan roja que parecía que iba a explotar de un momento a otro.
— ¿Crees que papá durará mucho con Becky?
Me encojo de hombros porque por una parte, no quiero que su relación dure. No sé si aceptarían que Bambi y yo tuviésemos algo a pesar de que no somos familia.
Sé que mi padre no tiene una mente muy abierta y no sé cuánto podremos ocultar lo nuestro.
Kenzie está hablando con Justin, incluso se anima a bailar con él un poco. Ronan se ha quedado en casa y es la primera vez que ella puede disfrutar porque sabe que su hermano está bien.
— ¿Te has enterado de lo de Bárbara y Charlie? —Lo miro con el ceño levemente fruncido y niego con la cabeza— Estuvieron besándose y metiéndose mano el otro día —me quita el cigarrillo de la boca para darle una calada.
— ¿Bárbara no tenía novio?
— Eso pensaba yo también —se encoje de hombros—. Se tomó muy a pecho lo que le dije: Lo que pasa en Concepción, se queda en Concepción.
Sonrío y sé que he perdido mi cigarrillo porque va a fumárselo entero. Estamos en las fiestas del pueblo de al lado, es nuestra última fiesta porque no vamos dentro de dos días.
No quiero irme porque sé que vamos a tener problemas para poder tener intimidad. Y menos mal que vamos a estar todos en Kansas unos días antes de que cada uno vaya a donde le corresponde.
— ¿Quieres que te quite a Rory de encima para que puedas tener un momento con Bambi? —Mi hermano tira el cigarrillo y lo miro— Eso es un sí, ahora vengo.
Sonrío y niego con la cabeza. Paso una de mis manos por mi pelo mientras veo como Diego se acerca a Bambi y Rory y les pasa los brazos por sus hombros. Se separa y palmea la espalda de nuestro amigo para que lo siga.
Veo como él se disculpa con Bambi y ella mueve su mano con desdén. Lo anima a irse y después, mira a su alrededor porque se da cuenta que se ha quedado sola. No sé dónde están Bárbara y Ginger, Charlie está bebiendo y los otros dos bailando todavía.
Sus ojos marrones se encuentran con los míos y nos quedamos allí, mirándonos, hasta que ella decide caminar hacia mí.
— ¿Te has quedado sola? —Le pregunto.
— Eso parece. ¿Puedo hacerte compañía?
— Claro.
Ella se pone a mi lado y mira hacia el frente. He estado todo el camino en el coche oliendo su perfume porque iba sentada a mi lado, y ahora, entra de nuevo por mis fosas nasales cuando mueve su pelo.
Siento una necesidad con ella que nunca he sentido. Parezco un adolescente con las hormonas revueltas, solo quiero besarla, tocarla y que ella haga lo mismo conmigo. Quiero tenerla completamente desnuda debajo de mí y ver cómo se sonroja. Quiero...
— Quiero un algodón de azúcar —Su dulce voz me saca de mis pensamientos y la miro un poco confuso porque estaba imaginándome todo—. Quiero un algodón de azúcar. ¿Me acompañas a comprar uno?
— Claro —carraspeo.
Empezamos a caminar por el camino de arena hasta el puesto donde lo venden y nuestros brazos se rozan al caminar. Las luces parpadean en colores fuertes, la gente se ríe, bebe, come y baila.
Sus dedos tantean los míos y mi corazón bombea con fuerza. Cogemos nuestras manos y caminamos así hasta el puesto de algodones de azúcar.
Ella no suelta mi mano mientras esperamos a que las demás personas sean atendidas y me mira.
— Volvemos pasado mañana.
— Lo sé, nos quedaremos en Kansas unos días, pero tengo planes para nosotros.
— ¿Planes? ¿Qué planes?
— Planes. Solo preocúpate de hacer tu maleta para el fin de semana.
Le señalo hacia el puesto y ella se gira. Me acerco con ella y vemos cómo hacen el algodón de azúcar. Cuando quiero pagar por ella, aparta mi mano y le da el billete a la mujer. Coge el gran algodón por el palo y me sonríe abiertamente. Nos apartamos un poco y ella coge un poco con sus dedos y lo lleva a su boca.