Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Mᴀʀɪɴᴀ ﹣ Aʙᴏᴜᴛ ʟᴏᴠᴇ
Lunes 01:45 pm
Me había llevado todo el día durmiendo después de llegar a casa. Mamá había habilitado la habitación de invitados para Leo y Diego y ahora estamos enfrentándonos a la realidad.
Mi madre tiene un anillo de prometida en su dedo y yo trago saliva duramente al verlo. Todos pensamos que es muy pronto, pero no somos nadie para opinar o juzgar sus decisiones.
Si ella se quiere casar, yo la voy a apoyar, aunque me muera de ganas por estar con Leo sin tener que ocultarnos.
El restaurante que han elegido para el reencuentro de la familia es nuestra pizzería de siempre. Ellos nos cuentan sus maravillosas vacaciones en Cancún, luciendo un bronceado y una sonrisa radiante.
Mi madre tiene el pelo teñido de pelirrojo y tiene cuarenta y tres años. Es un poco más alta que yo, salgo a ella. Bárbara se llevó los genes de papá mientras yo me quedé con los de mamá.
Tom, lleva su pelo castaño peinado hacia atrás y es alto y musculoso. Trabaja en una empresa de construcción y mamá en una inmobiliaria.
— ¿Qué tal vosotros? —Pregunta mamá llevándose la copa de vino a la boca.
Pues después de estar todo un verano oliendo a estiércol, bebiendo mucha cerveza, besando a Leo y teniendo un viaje de 19 horas a casa, creo que ha ido bien.
— Ha ido bien —responde Bárbara por todos—. Una experiencia nueva, ha sido entretenida. Su familia es genial.
— Gracias —le responde Tom, y me mira—. Estábamos un poco preocupados por ti y tu fobia a los animales.
No, preocupados no, me dejaron allí y se fueron a Cancún.
— Solo tenía que acostumbrarme, ha ido bien.
— Lola la persiguió —Leo suelta una carcajada sorprendiéndonos a todos.
— Lola es una cabra, cariño —le informa Tom a mí madre.
— Oh —ella se ríe—, tendríais que hacer grabado. ¿Ha sido una buena experiencia entonces? —Me mira, esperando que mi respuesta sea afirmativa.
— Sí —sonrío.
— Podríais repetir el año que viene —sugiere.
Ni en broma, vaya. Lo siento, mamá, pero no. Este cachondeo de tú a Cancún y nosotros a Concepción se ha acabado. California sería mi próximo destino.
— Ya veremos dónde estamos el año que viene —responde Diego con una sonrisa.
— Nosotros iremos después de Navidad a pasar unos días allí —dice Tom—. Será divertido —mira a mí madre con una sonrisa en sus labios y ella lo besa.
Sigo comiendo los raviolis y presto atención a la conversación porque le están preguntando a Leo sobre Quántico. Quiere ir solo a hacer el examen de acceso, no quiere que nadie lo acompañe.
No había pensado en eso, podría esperar por él cuando terminara y apoyarlo, la siguiente semana ni siquiera tengo clase, solo es para que la gente se mude a las residencias y los apartamentos.
— Teníamos que llevar a Bambi de todos modos a la universidad —dice mamá—. Bárbara deja el móvil en la mesa.
Mi hermana hace caso omiso y hablo: — Podría dejarme Leo en la universidad de camino.
— ¿No quieres que lo haga yo? Pensé que iba a hacerlo todos los años.
— Mamá, soy grande.
— Tiene razón, es grande, no necesita que la lleves. Dale su espacio —Tom me sonríe—. Si Leo está de acuerdo entonces me parece bien —mira a su hijo y luego a mí madre.
— No tengo ningún problema en acercarla —dice Leo sin mirarme.
Apenas nos hemos mirado o hablado desde que llegamos, y aunque lo tengo cerca, lo echo de menos, por lo que estoy deseando irme a Brandon el fin de semana.
Mamá se ve feliz junto a Tom y no quiero estropearlo, sinceramente, por mi cabeza ni siquiera ha pasado el decírselo. Conozco a mí madre, no lo vería bien, tampoco Bárbara, que habla con Asher por teléfono a pesar de que mamá no deja de mirarla de reojo.
— Entonces decidido, no quiero que crezcas, ese es el problema —mamá hace un puchero con su labio inferior y Tom palmea su pierna—. Eres mi pequeña.
— Mamá, por favor —murmuro avergonzada mirando hacia mí plato casi vacío.
— Es grande, tiene que experimentar muchas cosas —le dice Tom.
— Pero con calma, no hay prisa para nada, ella es muy inocente y—.
— Mamá, por favor —esta vez lo digo más alto y alzo mi mano—. Para, no vayas por ahí.
¿Iba a ponerse a contar intimidades? ¡Dios, no! Mi madre no suele controlar lo que dice. Solemos contarle la mayoría de las cosas, siempre nos escucha atentamente y nos da su mejor consejo. No siempre le contamos todos, es decir, tenemos secretos que solo sabemos nosotros.
Por ejemplo, ahora Leo es mi secreto y yo soy el suyo. Aunque lo sepan Justin, Kenzie y Nancy. Los dientes me chirrían al recordar a esa niña.
"No podéis besaros". ¿Qué no? Claro que sí.
Sé que en Brandon va a llegar el momento en el que deje de ser tan inocente, en el que me acueste por primera vez con un chico y Leo es el indicado, estoy segura.
Ese chico me está robando el corazón y estoy dejando que lo haga.
— ¿Algún ligue de verano? —Pregunta mamá.
Bárbara se atraganta mientras bebe y la miro. Tose y le doy pequeños golpecitos en la espalda.
— Claro que no, mamá, tengo novio —responde.
— Lo sé, ¿cómo está Asher? —Muerde su trozo de pizza.
— Muy bien.
— ¿Y vosotros? —Mi madre pasa su vista por los tres que estamos solteros y yo me dedico a mover la cabeza mientras Diego le responde que no se suele ligar mucho allí.
No sé si mi madre ha visto alguna foto o le ha dado por meterse en Google como yo hice. Allí no hay absolutamente nada.
— Tengo que irme —Bárbara se levanta—, Asher me está esperando fuera.
— Ni siquiera hemos terminado de comer —responde mamá.
— Tengo que verla ya, lo siento, después nos vemos.
Se cuelga su bolso y la veo salir por la puerta. ¿Se lo contará? No hemos hablado mucho del tema porque cree que si no habla de ello, lo que hizo desaparecerá, pero no es así.