Ramé

30; Leo

Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ ₅sᴏs ﹣ Wɪʟᴅғʟᴏᴡᴇʀ
 

Lunes 10:45 pm

No puedo dejar de mirarla y Diego tiene que darme un codazo para que pare. Nuestras casi hermanastras se han parado a hablar con unos chicos que al parecer conocen, el novio de Bárbara, Asher, nos cuenta que está preparándose para algún día coger las riendas de la empresa de su padre y a mi me da igual, por lo que Diego es el que mantiene una conversación con él mientras yo asiento de vez en cuando.

Bambi lleva unos jeans ajustados que me hacen mirar y un top blanco ajustado que me hace babear, a mí y a medio pub. 

No le han vendido alcohol pero ella se ha encargado de darle algunos tragos a la cerveza que tengo en mi mano.

Estoy deseando que vuelva para poder tenerla cerca, pero al parecer la charla se alarga más de lo que me gustaría.

— Son amigos —avisa Asher—, no les van a hacer nada, tranquilo, hombre, confía en las chicas —palmea mi hombro y parpadeo un par de veces.

Asiento y ni siquiera le contesto porque no tengo nada que decirle, solo me digo a mi mismo que tengo que parar, que tengo que dejar de mirarla incluso de reojo. Jugamos en casa, ganó papá al monopoly.

Ambos estábamos uno al lado del otro y rozábamos nuestras piernas de vez en cuando. Me gusta, me gusta este juego y sé que es peligroso porque no sé lo que va a pasar. Vamos a 200km/h y no podemos parar. Estamos en el borde de un acantilado listos para saltar.

Aprieto mi mandíbula cuando veo a uno de los chicos poner una mano en la cintura de Bambi y muevo mi cuello de un lado a otro mientras carraspeo. No quiero volver a mirar porque voy a ir y la voy a traer conmigo.

Estoy deseando que llegue el fin de semana para que por fin podamos estar solos. Quiero hablar con ella, besarla y abrazarla. No me puedo creer que en veinte años nadie la haya notado, que nadie se haya acercado a ella y la haya conquistado. Es dulce, sexy y divertida.

— ¿El FBI? —Asher llama mi atención— Aspiras alto.

No aspiro alto, voy a conseguirlo. Es lo que quiero, voy a por ello. No voy a probar suerte, no voy a ver cómo son las pruebas, voy a conseguirlo porque sé que puedo.

— Sí, eso parece —me encojo de hombros.

— Va fuerte —Diego palmea mi hombro—, pero sé que lo conseguirá.

— Eso espero —me sonríe Asher—. Suerte.

— ¿Cuánto tiempo llevas con Bárbara? —Quiero saber.

— Oh, muchos años —él la mira y sonríe de lado—. Es genial.

Me siento mal cuando veo cómo sonríe mientras la mira. Se ve enamorado y ella ha estado morreándose con Charlie; aunque no sé si es todo fachada lo de Asher. ¿Le había sido fiel a Bárbara?

Tiene dinero, las chicas van a la caza de los chicos como Asher, como por ejemplo el grupo de chicas que está justo a nuestro lado, no deja de mirar y reír. Diego ya ha mirado unas cuántas veces y les ha sonreído y guiñado el ojo.

Si no me hubiera besado con mi futura hermanastra, ya hubiera estado hablando con ellas.

Siento una mano pasar por mi brazo y miro a la chica morena que me sonríe.

— Hola, ¿no sois de aquí, cierto?

— No, preciosa —le sonríe Diego—, somos de Texas.

— Ya decía yo —le guiña un ojo y después me mira a mí—. Mis amigas y yo hemos hecho una apuesta y bueno, he ganado —se encoge de hombros— ¡Oh, sois gemelos!

— Sí, eres muy observadora —digo y miro tras de ella, donde Bambi está mirándome.

Una pequeña sonrisa tira de la comisura de sus labios y es lo único que necesito para que me vuelva completamente loco. La chica sigue hablando pero no la escucho porque los ojos de la chica que me gustan siguen sobre los míos.

— ¿A quién miras? —Unos dedos se ponen en mis mejillas y miro a la chica morena— ¿Hay alguien más interesante por aquí?

— Estoy casado, lo siento —le digo.

— ¿Y el anillo?

— En el coche, pero me he arrepentido.

Ella hace un mohín y Bárbara no tarda en aparecer al lado de su novio para marcar terreno, aunque el chico ni siquiera ha abierto la boca para saludar.

— ¿Y Bambi? —Le pregunta su novio.

— Ha ido al baño —escucho decir a Bárbara.

Le doy mi cerveza vacía a Diego y me giro para ir también al baño. Paso entre la gente hasta que estoy en el pasillo y la espero allí. Muerdo todo mi labio inferior y cuando sale, sonrío.

— ¿Qué haces aquí? —Pregunta.

— Quería verte.

— Llevas todo el día viéndome.

— A solas.

Ella mira a ambos lados—. No estamos a solas.

— No, sensual B, ya sé que no —me acerco un poco a ella y miro hacia abajo para perderme en sus bonitos ojos marrones—. Me encantan tus ojos, B.

— A mí me gustan los tuyos.

Levanta sus manos para tocarme pero vuelve a bajarlas y se separa un poco de mí. Unas chicas aparecen y ella se aparta de la puerta del baño para que puedan pasar.

— No puedo esperar a este fin de semana, B, y aún quedan cuatro días.

— Dicen que lo bueno se hace esperar, Leo.

Su mano pasa por mi brazo y sus ojos conectan con los míos mientras una sonrisilla surca su rostro.

Se va, moviendo sus caderas en el proceso y miro descaradamente. Paso una mano por mi rostro y la sigo. Nunca he querido bailar con ninguna chica, pero ella...

Estoy deseando poner mis manos sobre su cadera y sentir su cuerpo pegado al mío. Oler su perfume y pasar mi nariz por la longitud de su cuello. Me paro en la barra antes de volver donde están todos y pido otra cerveza.

Le doy un trago y miro hacia mi derecha para ver a la chica morena de antes de la que desconozco el nombre.

— Me has abandonado.

— Casado, ¿recuerdas?

— ¿Está aquí tu mujer?

— Podría ser —me encojo de hombros.

— De acuerdo, no te intereso, lo he entendido. Es una pena, podríamos pasarlo bien —su mano vuelve a pasar por mi brazo y la miro alzando una de mis cejas.




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