Ramé

31; Bambi

Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Tᴏʀʏ Lᴀɴᴇᴢ FT Cʜʀɪs Bʀᴏᴡɴ ﹣ Tʜᴇ ᴛᴀᴋᴇ
 

Viernes 01:43 pm

 

Saco la cabeza por la ventana y siento el aire en mi rostro. Mi pelo está alborotado y seguramente, enredado, pero no me importa. Me siento bien y libre. Estoy en un sueño y no quiero despertar. Leo va a mi lado, conduciendo con una sonrisita en su boca porque he puesto mi lista de reproducción de Spotify y una canción de Tory Lanez suena por los altavoces. Una canción que dice, literalmente "Te pondré en siete posiciones durante setenta minutos" y muchas cosas obscenas más que no diré.

Su mano se pone en mi pierna y meto mi cabeza dentro del coche de nuevo para observar su gran mano sobre mi muslo. Lo miro y me acomodo mejor en el asiento, decidiendo que no volveré a sacar la cabeza por la ventana por ahora.

— ¿Saben tus padres que escuchas estas canciones? —Pregunta sin dejar de mirar la carretera.

— ¿Es en serio? —Le pregunto mirándolo.

Me mira de reojo y las comisuras de sus labios tiran en una preciosa sonrisa que me gustaría ver mejor. La voz de Chris Brown inunda ahora el ambiente y Leo sube un poco mi ventanilla. Muerdo mi labio inferior y pongo mi mano encima de la suya, haciendo que algunos dedos se entrelacen con los suyos.

No es por ser insegura, pero a veces pienso qué ha visto Leo en mí. No es que yo no sea guapa, es decir, soy una chica normal. Con sus virtudes y sus defectos, pero él es tan... Guapo y sexy. Maldita sea, ni siquiera sé cómo sigue soltero. Las chicas el lunes en el bar estaban rifándoselo y él solo me miraba a mí. Me sentí bien, me sentí deseada y afortunada. Es más, cuando estoy alrededor de él me siento como un diamante, brillante, reluciente.

— No creo que esta canción sea adecuada para este momento —dice.

— ¿Por qué no?

— Porque quiero hacer muchas cosas, B, y seguimos en el coche.

Oh.

Joder.

Trago saliva y aprieta mi muslo. Bambi, tienes que controlarte, en serio, no puede ponerte caliente que te toque el muslo. Relaja la calentura porque vas a salir ardiendo de un momento a otro.

Llevo unos días un poco caliente y él no ayuda con sus miraditas y su sonrisita. O poniendo su mano en la parte baja de mi espalda; es que me vuelve completamente loca hasta una caricia por mi brazo. Hace días que no nos tocamos, muchos días, y estoy deseándolo. Todo mi cuerpo lo grita.

— ¿Cuánto queda para llegar? —Le pregunto.

— Muy poco.

— ¿Estás nervioso por las pruebas?

— Sí, temblaría como un flan si no estuvieras conmigo ahora.

— Qué tonto —sonrío.

Él lleva la mano de su pierna junto con la mía a su boca y besa mis nudillos haciendo que mi corazón bombee con fuerza contra mi pecho. He intentado llevar esto con calma, es decir, no engancharme a él y no volar por todo el cielo, pero he fallado. Estoy volando y dudo que baje por mi misma. Sé que emocionarme de esta manera es un error, pero no puedo evitarlo. No cuando él hace que me enamore de él, sí, hace que lo quiera, que me guste, que mi corazón se acelere, que mis piernas tiemblen. Él me hace volar por toda la galaxia. Pensé que podría manejarlo, que podría comprarme un chubasquero y un paraguas para cuando la burbuja estallara estar preparada y no mojarme. Pero me he quitado el chubasquero y he olvidado dónde he dejado el paraguas. Estoy aquí con él y voy a mojarme.

Una vez que llegamos a la pequeña casa que él ha alquilado en Brandon y el dueño se va, me siento nerviosa. Yo sí que soy un flan. La casa tiene dos plantas. En la de arriba, hay una habitación que tiene una ventana en el techo y se puede ver el cielo, como si fuera una guardilla. Decidimos dormir ahí. Leo sube nuestras maletas porque "vas a caerte, no quiero tener que llevarte a urgencias", y lo dejo. Esas escaleras pueden matar a alguien, en serio. El suelo es de madera y las escaleras son del mismo color. Entre escalón y escalón hay un hueco enorme donde seguramente cabe una de mis piernas.

— Está genial —le digo observando la habitación.

Leo tiene que agacharse porque da con la cabeza en el techo y yo sonrío. Solo hay dos mesitas de noche y una cama, pero es perfecta.

— Ah, joder —Leo me sobresalta y lo veo con la mano puesta en la cabeza.

Me río y me acerco a él. — Creo que sería mejor dormir en una de las habitaciones de abajo.

— ¿Y perdernos el cielo cuando despertemos? Ni hablar. Escogí esta casa por esta habitación, pensé que te gustaría.

— Y me encanta, has acertado.

Él sonríe y pone una mano en mi mejilla para después acerca su rostro al mío y besarme. No sé qué somos y tampoco pienso mucho en eso. Estoy intentando disfrutar del momento y de lo que siento.

— Tenemos que ir a comprar algo de comida, sensual B, deja de intentar meter tu lengua en mi boca.

— Eres un mata romanticismo —murmuro separándome de él y haciéndolo reír—. Venga, vayamos a comprar.

Salgo de la habitación y me asomo de nuevo al baño que hay en esa planta. Es pequeño, pero tiene lo necesario. También tiene un gran ventanal donde podemos ver campo. Sí, esto está en medio de la nada, por lo que tenemos que coger el coche para ir al supermercado que Leo previamente ha buscado y apuntado la dirección. "No te preocupes de nada" me había dicho. Así que, yo, persona intensa que necesita tenerlo todo bajo control, intenté relajarme y que él se ocupara de todo lo relacionado con el viaje.

Llegamos al supermercado y él se encarga de llevar el carro mientras yo voy delante. Cojo las cosas que hemos apuntado en una lista. Él se pone a mi lado y coge varias botellas de vino. Me las enseña y asiento. Llevamos todo lo necesario para desayunar, almorzar y cenar durante todo el fin de semana. También he cogido algo de chocolate por pura necesidad.

— No he podido dejar de mirar cómo te quedan esos pantalones —me susurra.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.