Domingo 01:45 am
Sus gemidos llenan la habitación desde que empecé a entrar en ella. No voy a tardar mucho como siga así.
Llevo meses sin tocar a una mujer, desde que lo hice con ella ese motel de carretera.
Intento concentrarme y empiezo a temblar.
— Me tienes, B —le digo— me tienes.
Ella me mira, sé que está un poco borracha y me he asegurado que quiera estar aquí conmigo ahora.
— Mierda me vuelves loco —le digo a punto de llegar a mi orgasmo.
Salgo de ella, me quito el preservativo y me corro en su abdomen. Ella está agitada y yo también.
Cierro los ojos un momento y después, me acerco a ella para besarla.
— Me tienes, B, recuérdalo, por favor —rozo mi nariz con la suya.
— Te tengo —dice ella en un susurro.
Muy a mi pesar, me tengo que levantar y limpiarnos, pero cuando vuelvo a la cama me tiendo y me pongo de lado para atraerla a mis brazos.
Ella me abraza de vuelta y cierro los ojos, sintiendo su cuerpo pegado al mío. Su frente está en mi pecho y mis brazos la rodean. Beso su coronilla y caigo rendido.