Esᴛᴀ́ sᴏɴᴀɴᴅᴏ Tᴏᴘɪᴄ﹐ A₇S ﹣ Bʀᴇᴀᴋɪɴɢ ᴍᴇ
¡Leo está aquí! ¡Leo está aquí! ¡Leo está aquí! ¡Ahhhhh!
Mi cerebro grita y mi corazón golpea con fuerza contra mi pecho mientras esquivo a la gente que hay en mi camino para alejarme de él.
Se supone que no venía, se supone que no lo vería este verano y me recuperaría de lo que me hizo, pero no, ahí está, tan guapo como siempre, con esos ojos azules brillantes que me hipnotizan.
No sé por qué estoy huyendo, pero no estaba preparada para eso. Siento un codazo en mi cara y caigo hacia atrás, a la arena. Me hago daño en mis codos al apoyarme y miro hacia arriba un poco aturdida.
Auch, mi nariz.
— Oh, joder, lo siento —una voz masculina se escucha y lo miro.
Su pelo es corto y rubio y sus ojos son grises, pero están un poco cerrados porque está borracho. Su mano se tiende y la acepto para que me ayude a levantarme.
— ¡Casi la matas, tío! —Ríe uno de su grupo de amigos.
— Lo siento, ¿estás bien?
— Sí, creo que estoy bien —toco mi nariz—. ¿Está bien?
— Creo que tienes la nariz perfecta —se agacha para observarme—. Lo siento de nuevo. ¿Seguro que estás bien?
— Estoy bien —sacudo mis pantalones.
— Debería haber tenido cuidado, no pensé que una pequeña chica estuviese detrás de mí.
Miro mis codos un poco ensangrentados y hago una mueca.
— Dame la botella de agua, Tobías —le dice el chico— Venga, joder, dámela, esta señorita está sangrando por mi culpa.
Cuando voy a decirle que no hace falta, él chico está echando agua sobre mis codos, mojando todo mi brazo e incluso mi ropa.
Se ve concentrado en lo que está haciendo y cuando quiero hablar para decirle que es suficiente, me calla con su mirada.
— Deja que cure a una chica guapa, se lo contaré a nuestros hijos.
— ¿Qué? —Suelto una sonora carcajada que lo hace sonreír abiertamente.
— También les diré que tenía la sonrisa más bonita de todo el rodeo. ¿De dónde eres? Nunca te he visto por aquí —cierra la botella de agua y la sujeta mientras yo tengo los codos aún mojados.
— De Kansas.
— Una chica se Kansas en un rodeo en Concepción, curioso.
— Tengo aquí familia —me encojo de hombros.
— Soy Zev —me tiende su mano.
— Bambi —estrecho su mano varonil y áspera.
— Encantado de conocerte, Bambi —sus ojos grises brillan y me estremezco.
Quizás debería alejarme de los chicos guapos de ojos claros. He aprendido que pueden ser peligrosos.
— Tengo una nueva amiga —pone su brazo sobre mis hombros y me lleva al circulo donde están sus amigos con cervezas en sus manos—. Se llama Bambi y es de Kansas.
Unos me saludan y otros se ríen. — Deja a la chica irse, parece un cervatillo asustado.
No soy un cervatillo asustado, no estoy asustada. Sí un poco incómoda porque no conozco a ese chico y tiene su brazo puesto alrededor de mis hombros.
Zev se separa de mí y con una sonrisa, se disculpa. Es alto, bueno, todo el mundo es más alto que yo.
Puede que sí, que sea un cervatillo asustado puede, incluso, que quiera huir también de él porque está sonriéndome de forma seductora.
Había decidido pasarlo bien con Roddy, ya que Leo para mí no existe ahora (o eso creo), porque él está aquí.
— ¿Puedo invitarte a una cerveza?
— Faltaría más después de darme un golpe en la nariz y acabar en el suelo —respondo.
Aquí vamos de nuevo, Bambi ha vuelto.
Coquetear no es mi punto fuerte, pero creo que estoy aprendiendo. Bueno, en realidad no. No tengo ni idea de coquetear, simplemente quiero otra cerveza gratis, no puedo decir que no a eso.
— Genial, voy a por una.
— Te acompaño.
Él asiente y empiezo a caminar detrás de él, agarrándome a su camiseta de cuadros azules cuando pasamos entre mucha gente.
Se supone que iba a comer algo con Roddy y lo he perdido, pero ahora mismo, me interesa más seguir a Zev y asegurarme que no me droga.
Estoy un poco bebida, pero sé lo que hago. Estoy en el punto en el que todo me hace gracia, por lo que me río de las chorradas que dice Zev como si fuera lo mejor que he oído en mi vida.
No tardo en tener una cerveza en mi mano y sonrío de nuevo a mi nuevo amigo.
Bambi Haley haciendo amigos. ¿Dónde está Bárbara para inmortalizar este momento?
Nos hemos alejado un poco del tumulto pero no demasiado, seguimos en el recinto.
— ¿Eres mayor de edad, Bambi? No quiero darle alcohol a menores.
— Una manera muy sutil de preguntarme la edad. Tengo veinte.
Zev se ríe, tiene una risa muy bonita.
— Dicen que es de mala educación preguntarle la edad a una mujer, o por lo menos eso dice mi madre. No deberías estar bebiendo entonces.
— Soy una rebelde.
— ¿Te gusta romper las reglas? —Alzo una ceja y sonrío de lado encogiéndome de hombros para luego darle un trago a mi cerveza.
Él sonríe un poco y lleva el vaso a sus labios sin dejar de mirarme. Sé en ese momento, que estoy coqueteando, y me está yendo bien, muy bien.
— ¡Bambi!
Oh, Roddy...
Me giro y lo veo acercarse con el ceño fruncido. El pelirrojo lleva una camiseta blanca y unos pantalones vaqueros. Su pelo a estas horas está un poco desordenado y luce entre molesto y sorprendido.
— Hola, Roddy.
— Te estábamos buscando, estábamos preocupados, saliste corriendo.
— Sí, lo siento, estoy bien. Roddy, este es Zev, mi nuevo amigo.
Zev, con una sonrisa de oreja a oreja, tiende su mano para saludar, pero Roddy no está muy convencido de hacerlo, lo mira con desconfianza.
Alzo mi ceja y el pelirrojo estira su mano para estrellar la del rubio.
— Los gemelos te están buscando como locos —dice cuando separa su mano de la de Zev— Será mejor que volvamos —me mira.
Tengo dos opciones: