Siento el calor del sol achicharrando mi piel y me siento bien por un momento a pesar del barullo que tengo alrededor. Venir a California y apagar el móvil ha sido una buena idea porque no tengo ganas de comunicarme con nadie, tampoco tengo muchos amigos, por lo tanto, nadie me echará de menos.
Cierro los ojos y me quito las gafas de sol para levantar mi rostro y que el sol de directamente en mi cara. A pesar de que me he embadurnado en crema, sé, que voy a quemarme. Tengo veinte años y nunca he experimentado algo como esto, por lo que me ha cogido un poco de sorpresa y sin saber qué hacer. Hablo de los sentimientos, de los sentimientos y de enamorarme de mi hermanastro.
Sinceramente pensé en mantenerlo en secreto durante el tiempo suficiente para aclarar qué teníamos exactamente Leo y yo, pero solo duramos un par de meses antes de que él decidiera ir por su cuenta sin ninguna explicación; sin embargo, ahora, no estoy tan segura de lo que quiero porque tengo miedo.
Miedo porque decidí ser valiente y contarlo todo y no acabó muy bien. Fue un puto desastre, joder. Ni siquiera sabía dónde meterme mientras mi madre y mi hermana me miraban sorprendidas y ofendidas.
Hace dos semanas...
Miro a Zev cuando mi madre se baja con una sonrisa del coche y Tom la imita. Parece que tienen diez años menos y que yo ha sido por la que ha pasado por un divorcio y no ella. Sonrío, un poco, juntando mis labios y mamá me estrecha entre sus brazos.
— ¿Cómo está mi bebé?
— Estoy bien, mamá —me separo de ella y sus ojos se posan en Zev, que tiene la cara magullada—. Él es Zev, un amigo.
— Vaya, hola, amigo magullado de Bambi, ¿qué te ha pasado?
— Problemas con su hermanastro, pero estoy bien.
Mamá me mira y yo me encojo de hombros porque no es algo que me apetezca contarle, sinceramente.
— ¿Con Diego o Leo? —Pregunta ella.
Zev no contesta porque Diego aparece más fresco y limpio que una lechuga. Ya sabe que con ese hermano no ha sido, ha sido con el otro.
— Mamá —Diego la abraza con fuerza y la levanta haciendo que me aparte un poco porque va a darme y frunzo el ceño porque la ha llamado mamá. A ella parece encartarle porque ríe mientras su hijastro la levanta por los aires para demostrarle que está feliz de verla.
— Hola Tom —Lo saludo y él me da un pequeño abrazo.
— Bueno, te dejo Bambi, espero volver a saber de ti —Zev me da un beso en la frente y baja los escalones para ir hacia su coche bajo la atenta mirada de todos.
— Creo que Bambi tiene algo que contarme, ¿Cierto? —Mamá me mira y suspiro.
Sí, tengo algo que contarle. Por lo tanto, cuando Bárbara sale a saludar, las tres decidimos dar un paseo para contarle qué ha pasado en estas dos semanas que llevo aquí, aunque parece que llevo un año. Sé que si en mi destino está volver a encontrarme con Zev, me encontraré, y si está en mi vida tener algo más con él, lo tendré.
— Así que... ¿Qué has tenido con ese chico y por qué Leo lo golpeó? —Pregunta mamá caminando por debajo de los árboles para buscar algo de sombra.
— ¿Leo golpeó a Zev? Pensé que el idiota se había metido en problemas por el alcohol.
— Eh... —Estoy intentando pensar alguna historia, pero no se me ocurre ninguna, en serio, tengo el cerebro frito y creo que es por el sol—. No se llevan bien, eso es todo. Y sí, he tenido algo con él, nada serio —me apresuro a decir—. Solo un par de citas y...
— ¿Lo has hecho con precaución? —Pregunta mamá— Dios mío, no quiero a nadie embarazada por aquí o con una enfermedad de transmisión sexual. ¿Está ese chico limpio?
— Mamá —la interrumpo—. Sigo siendo virgen, no he llegado a nada más con él.
Ella suspira de alivio y muerdo mi labio inferior porque Bárbara me mira de reojo. No quiere que diga nada de Charlie y no lo haré, es su asunto, no el mío. No puedo echarle en cara que no me lo haya contado porque yo también tengo secretos.
— Eso es un alivio, ¿y por qué se pelearon? No veo a Leo agresivo, ¿te hizo algo ese chico?
Me quedo callada porque no voy a decirle lo que sucedió, no voy a decirle que estaba decidida a hacerlo con Zev en su coche y frente a la puerta de la granja porque quería dejar a Leo detrás y pasar de página. ¿Y qué mejor manera que con sexo en un coche?
— No lo sé, mamá, llegué cuando ya estaban peleándose, no sé nada.
— Qué raro —murmura Bárbara, que por suerte nunca se entera de nada, aunque ya sé el motivo por el que no se entera, tiene su cabeza en otra parte y ahora lo agradezco.
Recuerdo el momento con Leo en la cabaña que rompió Diego y un escalofrío recorre mi cuerpo a pesar de que el sol da con fuerza sobre nosotras siendo la hora que es. "¿Te quedarías conmigo a pesar de que todo se desmorone?"
Puede que sí, puede que me quede si él se queda, por lo que decido hablar, decido que es el momento de contárselo a mamá y hacerle saber que he estado en algo con Leo y que siento cosas por él.
— Tengo que decir algo importante —dejo de caminar haciendo que ellas también paren.
Ellas me miran, esperando que hable. Mamá se ve tan joven y feliz que no quiero enfadarla ahora mismo, o quizás preocuparla o ponerla triste, pero es necesario hacerlo para yo quedarme tranquila porque esto que siento me está quemando el pecho.
— ¿Qué ocurre? —Pregunta mamá.
Las palabras se quedan atoradas en mi boca porque no sé cómo empezar, no sé cómo demonios decirlo porque es delicado.
— Me gusta Leo —suelto de repente.
Mi hermana y mi madre hacen la misma mueca y el corazón me va a mil por hora. Las manos me sudan y siento que voy a desmayarme en cualquier momento.