Elissa
Bajo las escaleras y el olor a tostadas inunda mis fosas nasales.
—Buenos días, sobrina— me saluda Erick en cuanto me ve.
—¡Buenos dias! Que bien huele.
—El sazón de tu tío— me dice guiñándome un ojo.
—Al fin voy a comer algo que valga la pena— digo comenzando a devorar el desayuno.
—¿Se puede saber que has estado comiendo?
—Cereales... Yogurt... Pizzas... Comida china...— respondo como si fuera obvio.
—Tienes que cuidar esa alimentación, te puede dar una anemia.
Desayunamos juntos recordando New York y el como todos los días Laura y yo nos peleábamos por las fresas. Fue bonito o por lo menos real, al final las lágrimas se secan, las heridas se cierran pero los recuerdos... quedan para siempre.
—Parecían pequeños animales fajándose por su presa.
—Tampoco así, tío Erick.
Su celular suena y lee el mensaje desde las notificaciones: —Sam saldrá un poco tarde hoy, se complicó con una cirugía. Así que me quedaré a hacerte compañía hasta que salga.
—Que remedio— le digo en broma y me lanza un cojín a la cabeza— ¡Oye! Podías haberme matado.
—¡No seas tan dramática, Lisa!
—Juguemos dominó, póker, ajedrez o algo— le propongo.
—Prepárate para perder— se burla.
Luego de unas horas jugando y cambiando de juego seguidamente, le gané.
—¡Te gané!— le grito y me sonríe burlón.—No... lo... digas.
—Ganaste 6 a 1— me dice aún con su sonrisa burlona.
—¡Tío!— le lanzó un cojín a la cara y nos detenemos instantáneamente cuando sentimos una llave en la cerradura de la puerta.
—¿Jugando sin mi, familia?— dice una tercera voz muy conocida para nosotros.
—¡Mike!— chillo dejando que me abrace.
No me puedo creer que este aquí, llevo más de un año sin verlo.
Michael Harrison, mi mellizo.
—¡Princesa!— dice separándose de mí—Tío Erick ¿qué haces aquí, no te ibas de viaje?
—Yo también te extrañé, Mike— le dice el tío Erick mientras se dan un abrazo varonil.
—No he venido solo, princesa— me dice y le miro frunciendo el ceño e imaginando miles de escenarios.
—¿Quién tiene el placer de acompañarlo en esta travesía, señor Harrison?
Mi hermano señala detrás suyo...
—¡Papá!
—Lisa— extiende los brazos hacia mi y no dudo en saltar a ellos—Te extrañé mucho mi niña.
—Ya Elissa suéltalo, yo también quiero abrazos— dice el tío Erick interrumpiendo mis momentos paternales.
—Ven aquí hermano, Lisa te dejo un espacio mínimo— me separo de papá y veo a los tres hombres que más quiero en mi vida juntos.
—¿Saben? ahora que los miro juntitos a los tres, en cuanto entren a algún lugar, bragas fuera— les digo y siento que sus carcajadas me llenan de vida.
Tres pares de ojos azules que si miras fijamente te pierdes en esos océanos, papá tiene sus canas pero sigue siendo un hombre muy apuesto, mi tío es muy atractivo por su altura, que siga flaco y con músculos notables como si fuera todavía al gimnasio le ayuda un montonazo, y mi hermanito, es un joven precioso que se viste como si hubiera salido de una foto de Pinterest.
—Y de ti ni hablar hermanita, ¿sigues corriendo todas las mañanas?— pregunta mi hermano comenzando a hacerme cosquillas.
—De hecho ahora íbamos a ir— aporta Erick uniéndose a la causa de cosquillas.
—Los buenos hábitos de papá nunca se pierden ¿eh enana?— se suma papá aguantándome para que no me vaya.
Comienzo a reír ahogadamente.
—Ya... paren, me duele el abdomen...
El teléfono de Erick me salvó del momento— Me debo ir ya salió Sam, familia los quiero mucho, nos vemos en unas semanas— reparte abrazos a todos y se va.
—¿Nos extrañaste?— pregunta Mike besándome la coronilla.
—Por supuesto, llevo casi un año sin verlos— respondo abrazándolo.
—¿Hoy quieren salir a comer a algún restaurante?— propone papá.
—Siii. Conozco uno, está a media hora más o menos.
—Perfecto, iremos a las 7:00, voy a descansar un rato.
Tanto el, cómo Mike tienen su propia habitación en esta casa, era aquí donde vivíamos cuando pequeños.
—¿Está bien?— le pregunto a Mike cuando siento la puerta del cuarto de papá cerrarse.
—Es un gran avance, hermanita. Que esté aquí lo es— responde despeinándome.
—¿Cómo lo conseguiste?
—Táctitas de tu hermano— me guiña un ojo.
—¿Adivina qué?... Daniela Banner está estudiando psicólogia conmigo, somos muy amigas— le comento recordando que debo llamarla.
— ¿Ha cambiado?
Daniela y mi hermano tuvieron un romance de niños, era muy bonito ver como se guardaban merienda mutuamente, como no querían jugar si el otro no llegaba, nuestros padres se divertían mucho con ellos, hasta que... nos tuvimos que ir.
—Está mucho más linda, va al gimnasio todos los días y ahora tiene el pelo negro.
—Interesante— se queda mirando a la nada y sé que está pensando en ella—Me voy a bañar, princesa.
Decido llamar a Daniela y contesta al tercer timbre.
—Daniela Banner a sus servicios.
Siempre contestando así— pienso.
—Hola guapa, como has estado?