Ramé

Capítulo 3

Rafael


 

—Rafa— siento voces pero me niego a abrir los ojos, la cabeza me palpita —Hermano en serio levántate.


 

—Déjame dormir mamá.

Necesito dormir unas horas más.


 

—Diablos Rafael, no soy tu mamá— escucho risas de fondo—Vamos hermano, andando.


 

—Marco vete— escucho un fuerte suspiro y luego silen...—¡¿Pero qué diablos te pasa?!

Me levanto al instante y las giras de agua caen de mi ropa y pelo. Me han lanzado un valde de agua.


 

—¿Cómo te atreves a llamarme Marco? Soy tu hermano idiota.


 

Joder es Chris


 

—¿Qué hiciste anoche bro? Cuéntale a la única persona que te soporta. Ah y por cierto, tienes una damisela en el cuarto.


 

Bufo en respuesta mientras me levanto del sofá dispuesto a hacer lo mismo de siempre. Entro a mi habitación tratando de recordar su nombre, mi mente se niega a trabajar y la cefalea empeora.


 

—Oye chica, despierta.

Comienza a abrir los ojos poco a poco y se mueve en la cama quedando boca abajo.

—Necesito que te vayas. Por favor.


 

Demoró más de lo normal vistiéndose para irse, incluso se atreve a pedir mi número como la típica chica. Cierro la puerta principal después de practical echarla y me giro hacia mi amigo.


 

—Chris no se te ocurrió nada mejor que echarme un cubo de agua fría encima, serás idiota— mascullo enfadado—Esta me la cobro.


 

—No creo que puedas, olvidaste el compromiso con tus padres y vas a llegar tarde así que...


 

—Mierda bro ¿qué hora es?—

¿cómo se me pudo olvidar eso?


 

—Ya es medio día, hermano, pero tranquilo este Einstein que tienes de amigo llamo a tía Sara y le dijo que llegarías tarde que estabas enfermo. ¿Acaso no soy el mejor?


 

—Diablos Chris si fuera mujer me habría lanzado encima tuyo.


 

—Pero eres hombre así que duchate y piérdete, luego me pagaras el favor.


 

Mamá me va a matar y la cabeza me va a explotar en cualquier momento.

No me puedo poner el traje porque me daría demasiada calor.

No debí beber tanto.


 

—Por cierto tienes que ir en traje— me grita Christopher del otro lado de la puerta.


 

Fuck.


 

Salgo corriendo del edificio y me subo en mi moto. Agradezco que la empresa de mis padres esté a sólo 10 minutos. Llego y miro el reloj.

Voy retrasado y trato de buscar a papà, que no está por ningún lado y lo necesito ver.


 

—Hijo...

—¡Rafael Williams!


 

La emoción de ver a papá cae cuando veo la cara de Sara Williams explotando en rabia.


 

—¿Se puede saber qué tienes? ¿O es que Chris me mintió? Porque siempre se te olvidan los compromisos con tu madre, ¿acaso ya no me amas?— Y aquí está mamá osa dramática.


 

—Mamá yo te amo, estaba enfermo, muy enfermo...


 

—Rafa hijo, no lo empeores.

Si papá lo dice es porque...


 

—Si ya sabemos que estuviste bebiendo anoche y dios sabe que más, hasta caer en la inconsciencia— le dedico una mirada de incredulidad y la responde observando con autoridad—Tu madre tiene contactos dónde quiera Rafael Williams, NO me subestimes.


 

—Jamás mamita.


 

—¿Nicki por qué nunca le pegamos a este niño?— pregunta mamá horrorizada.


 

—No lo sé Sara ¿dime tú? Pero ya Edward está llegando así que comportense ambos.—nos dice estresado y tanto ella como yo lo miramos con un falso resentimiento.


 

—Hijo, esta empresa será tuya algún día, este contrato es muy importante para nosotros ¿ya tomaste algo para esa resaca?


 

Sara Williams es la mujer más comprensiva del mundo, pero también la más dramatica, solo se preocupa por mi futuro, ya lo sé, papá lo repite mil veces en cada encuentro.


 

—Mamá ¿es Edward el de New York? ¿Él de E.H?


 

—Si hijo—responde con melancolía— tu padre y él volvieron a hablar hace unos días y quedaron en que iban a negociar, ya sabes, empresarios al fin.


 

—Llegó Edward— interrumpe papá transpirando.


 

—Andando niños— mamá besa a papá tratando de calmarlo.


 

Aparte de todo mamá es una mujer encantadora con sus faldas de tubo, el color de sus ojos y el rojo fuerte en los labios que contrasta con su pelo negro.


 

—¡Edward!— Papá lo llama y el hombre camina hasta nosotros con la seriedad pasmada en su rostro. No soy de notar las cosas pero me es imposible fijarme en esa figura que creció viéndome y el cansancio notable en sus ojos, no ha cambiado nada aparte desde que se fue, solo lo recuerdo por tengo leves recuerdos por las fotos que veo.


 

—¡Nick amigo mío!— se dan un fuerte apretón de manos y luego se abrazan, a papá le brillan los ojos y Ed mira a mamá

—Sara querida, cuanto tiempo— le da dos besos en la mejilla, se giran hacia mi los tres— Rafael, que grande estás, la última vez que te vi eras un crío.


 

—Señor Harrison— lo saludo dándole el típico apretón de manos.


 

—Llámame Edward por favor— me dice y asiento con la cabeza.


 


 

Unas horas después por fin se termina esta reunión –aburrida– si no fuera por mamá ni viniera, pero siempre consigue lo que se propone y entre esas cosas está que ya comience a hacer parte de las cosas de la empresa. Hace unos meses terminé el curso que tomé en administración de empresas y ella ya quiere que me haga cargo.

Harrison firmó el contrato, y ahora somos uno solo en la empresa.


 

—Ed ¿y los mellizos?— pregunta mamá con curiosidad y a la vez cariño.

Dato importante: Sara adora a los mellizos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.