El dolor amordaza desde la garganta.
El impacto de lo inesperado.
La pregunta del “¿Por qué?”
La inquietud del talvez; el deseo de lo que no es; de que todo sea una pesadilla.
Decir adiós sin despedida; te amo cuando ya no puedes escucharlo; te extraño tanto que no puedo imaginarme viviendo sin ti.
¿Por qué fue así? ¿Por qué a tí?
Pero de qué sirve ya: los gritos no entran en tus oídos tapados. Las lágrimas no traspasan el cristal de tu caja.