Rapsodia.

Almas Muertas.

La luna ilumina mi tétrico y melancólico camino. Mi guía y única acompañante en esta caminata.

Un olor extraño inundo el lugar, muerte y decadencia. Un hedor cadavérico, el ambiente se tornaba extraño. De las incontables veces que cruce este camino, nunca había sentido esto. 
Pétalos negros aparecían lentamente debajo de mis pies, una tenue luz se dibujaba a lo lejos y una lúgubre oscura figura sostenía entre sus manos a aquella luz.  La débil y amigable luz se acercaba a mí, los nervios y la curiosidad invadieron mi mortal cuerpo. 
Aquella luz ya estaba a unos metros de mí, con algo de miedo hable.

 

-Buenas noches!...

 

El silencio fue su respuesta, pude ver lo que era aquella figura, una alta mujer vestida de negro caminaba en dirección contraria a la mía. Un velo cubría su rostro, pero aun podía ver alguna de sus facciones, su piel era tan blanca como la nieve, sus pestañas eran largas y rizadas pero sus ojos tenían un color negro tan intenso como la noche sin luna. 
La mujer paso de largo quedando a mis espaldas, continúe caminando e ignorando aquel extraño encuentro.

Mi cabaña quedaba algo cerca, mi pequeña caminata se tornaba rara. El galopeo de un caballo se escuchaba al igual que el rodar de las ruedas de una carreta, algún comerciante tal vez. Era común verlos por este camino. 
La carreta se pudo ver al igual que el caballo y el diligente de aquella carreta. La escena era extraña.  
Diez mujeres idénticas a la que pude presenciar ya hace un rato acompañaban a la carreta mientras cada una sostenía una vela. Pronunciaban una especie de rezo, sus voces sonaban al unísono. El caballo era totalmente negro al igual que sus ojos, firme pero triste caminar era cautivador, El conductor dirigía aquella extraña escena, unos enormes lentes oscuros tapaban sus ojos y un bigote adornaba sus rostros. Su vestimenta era común, pero a la vez inusual, era igual a la de un sacerdote. De su boca salían una serie de palabras, su voz era aterradora y encantadora. Su hablar se intensifico.

"¡Pobre alma adolorida, iluminaremos tu oscuro y peligroso camino! Nuestros rezos te darán fuerzas y esperanzas, tu descanso eterno ya sucederá. Tu único lugar será tu oscura y lúgubre cripta. ¡Descansa hijo mío!"

Evite a aquel conjunto de extraños, me ignoraban por completo. 
Observaba con atención su extraño comportar, la carreta se alejaba y logre ver lo que transportaba aquella. Una larga caja de madera... no... me equivoco, un viejo ataúd de madera. 
Se alejaban lentamente, sus rezos aun sonaban en mis oídos. Lo que presenciaba era una marcha fúnebre, como un alma era llevada al más allá.

Esa noche el viejo sacerdote del pueblo fue asesinado por un desquiciado, jamás olvidare esa extraña noche.

 




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