Rapture; el éxtasis de la juventud

1. | "Piruletas con forma de corazón"

Un dulce en mi paladar, para mi alma ablandar.

LAU GENOVIEVE
 

El profesor Connor Bachello, terminó de explicar el último trazado de su pintura con acrílico. Yo la observe con los ojos entornados, ¿como iba yo a pintar todo un paisaje, con el mediocre apoyo individual de un lápiz y acrílicos para pintar? Me mordí el labio inferior, admirando los detalles que Connor hacia con el pincel. Las sombras de los árboles y el color brillante del pasto y las hojas. Dios, que hasta había mezclado diferentes verdes, había mencionado el nombre de cada uno, en que se utilizaba y que tonos necesitaba para hacerlos.

Las sienes me palpitaron, anunciando el comienzo de un dolor de cabeza. Solía suceder, cuando me tocaba con una tarea que consideraba fuera de mis habilidades, me estresaba hasta tal punto de tener brotes constantes de migraña. Deje caer mi lápiz en la superficie plana de la hoja de mi cuaderno, y masajee mi sien.

Por favor, Dios, no dejes que la migraña vuelva a violarme.

Afortunadamente, el timbre que anunciaba el final del día escolar, sonó. Sin preámbulos, y con más ganas de huir que de vivir, me levanté de mi asiento al tiempo que guardaba mis útiles en mi mochila. Y la colgué en mi hombro.

—¡No lo olviden, chicos!—vocifero el profesor, limpiando sus manos con un pañuelo color beige—. Quiero esta tarea para la próxima clase.

El alumnado abandonaba el salón como si estuviera en llamas, mientras yo le dirigía una mirada de traición a Connor. Connor sonrió al verme acercarme.

—Eres un jodido traidor, Connor—dije de forma dramática—. ¿Cómo puede hacerme esto? Sabes que soy nula cuando se trata de pintar.

Connor río y se encogió de hombros.

—Soy el profesor de arte, Laurent. O, ¿es que prefieres que enseñe sobre la historia artística y no a crearla?

—¡Cualquier cosa menos esta tarea!

—Esta bien, tontuela—me dijo, dándome la espalda para comenzar a recoger las pinturas y pinceles—. Dile a Gus que lo hagas por ti, haré como que lo hiciste tu y problema resuelto.

Puta, que oferton, pero aún así.

—Sabes que odio hacer trampa—cruce los brazos sobre mi pecho, haciendo un puchero.

El se lavó las manos, como Poncio Pilatos:

—Pues, entonces no puedo hacer nada por ti.

Le saque la lengua a su espalda y camine hasta la puerta del salón de clases, abandonándolo. Los alumnos caminaban con ajetreo, de aquí para allá y de allá para acá. Normalmente tantas personas reunidas en un espacio tan pequeño, me habría producido un intenso pánico, pero ahora había aprendido a sobrellevarlo. Sonreí, caminando hasta la salida del St. Anne.

Gus, no había llegado a la clase de educación física, por lo que yo no había asistido y luego del divertido episodio en los vestidores, me había quedado sin lugar en donde esconderme. Por lo que me había tocado pasar toda la hora de la sabueso Paty en la biblioteca, adelantando mis deberes escolares, aún así todavía queda una tarea de biología con fecha de entrega para mañana. Gustaine iba a tener que pagarme muy caro si quería volver a ser mi amigo.

Cruce las altas puertas de madera de salida y entrada del St, Anne, tenía mas aspecto de iglesia antigua, que de instituto. Baje las escalerilla y seguí el camino de piedras hasta llegar a la carretera, como no tenía auto ni alguien que me llevará, me tocaba caminar. El viento sacudía mi corta cabellera negra, mientras yo daba pasos largos disfrutando del buen clima.

Me gustaban los días soleados y tranquilos. Pero lo que más deseaba en ese momento era llegar a mi casa, el dolor de cabeza había menguado pero aún estaba ahí la molestia.

Llegué a la parada de autobús, y me senté en una banca a esperarlo. No llevaba ni diez minutos, cuando una motocicleta de última generación se detuvo frente a mi. Ya sabía quién era, por lo que compuse una mueca molesta en mi rostro.

Gus apago el motor de la motocicleta, y bajo de esta. Se quitó el casco, dejando a la vista su rostro moreno. Me miró con ojos suplicantes, caminando hasta sentarse a mi lado.

—Lau—dijo—. Porfa, porfa, no te enojes.

—Me has dejado plantada.

—Lo sé.

—Te has ido a follar y me has dejado a la gilipollas Paty.

—Lo sé, Lau, pero yo...

—No, tu nada. Me has deja esperando como una tonta.

—Lo se, pero no fue mi intención.

—¡Nunca es intención de nadie cagarla!—manifesté mirándolo a los ojos—. Me has hecho saltarme una clase, Gustaine. Para ti no es nada, tiene todas las herramientas para ser exitoso en la vida, pero las personas como yo tenemos dejar el pellejo para conseguir lo que tu tienes y desperdicias. Estoy enojada contigo, muy enojada.

Cruce los brazos sobre mi pecho. Tenía las mejillas arreboladas, y los labios apretados. Gustaine me hacía salirme de mis casilla y hoy fue uno en el que se esmero especialmente. Todo iba bien en lo que iba de día, había llegado la hora de educación física y el idiota de Gus me ha pedido que lo cubra con Paty, pues el iba a saltarse la clase. Cuando Paty me pregunta por Gus, tonta de mi que se me ocurrió mentirle diciéndole que Gus se había retirado por enfermedad, pero, por Dios, ¿qué iba a saber yo que iba a llamar a la enfermera, al director y a los representantes de Gus para confirmar que su hijo "estuviera bien"? Maldita fuera esa mujer, luego de que la mentira quedará al descubierto, me he ido a esconder en los vestidores y ha ocurrido el asunto de Michella Pastrinni.

Para agregarle la cereza al pastel, Gus no se había aparecido en lo que quedaba de día en el instituto.

—Lo sé, Lau, por Dios que he sido testigo de tu esfuerzo—bajo la mirada—. No tengo excusas por lo que hice.

Asentí, claro que no tenía excusas. No una que me hiciera cambiar de opinión, sólo una que me haría querer pegarle.




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