Ravens

1. Un nuevo cuervo

-¡Oh! Mi querido amigo, tú sigues ahí y yo sigo aquí. Ninguno de los dos creeríamos que todo esto iba a ser tan largo. En fin, resignación, no es lo que caracteriza, a caso, todas las vidas. Así que como parace que hoy no va a pasar nada y por si acaso pasa. Te voy a contar la historia que me ha traído hasta a ti. - Dijo una voz, oculta tras una abrigo con capucha negro, a un hombre anciano tumbado. Esperando. Ya no se sabe si para despertar o para no. 

Todo comenzó, sino no me falla la memoria, una tarde de Agosto. De verano eso estoy seguro que fue. El calor era inusual para ese año en la ciudad. Si Amira, si es pobre niña, supiera lo que le esperaba no hubiera subido jamás a ese autobús. ¿Quién sabe porqué lo hizo? Pero lo hizo. 

Amira subió con muchos nervios al autobús en la estación de Termibus de Bilbao. Tenía una obsesión en la cabeza. Quería saber la verdad desde que leyó el móvil de su padre. Durante el viaje pensaba que no podía ser. Era imposible que su padre hubiera hecho eso. Por eso necesitaba saber la verdad. Su estado de ansiedad era tan grande que la respiración entrecortada no la dejaba respirar. Su corazón latía cada vez, más, y más rápido. Estaba tan absorta en sus preocupaciones que no sé dio cuenta que estaba sentada al lado de un hombre. 

 

  • ¿Estás bien? Le preguntó el hombre. Tenía casi cincuenta años, el rostro ya evidenviaba el paso de la edad. Iba vestido de manera clásica. Pero aún así no le inspiraba confianza a Amira para poder contarle lo que le estaba pasando.

 

  • Estoy bien. Los viajes me marean. Eso es todo. Acertó a decir Amira a modo disuasorio. Se giró y se hizo la dormirda.

 

Pero sin pretenderlo, ni quererlo, Amira se durmió. Cuando abrió los ojos una mujer, de piel oscura, la despertó pasando la mano con suavidad por el hombre. Amira, sobresaltada, saltó de la butaca y empujó a la señora de manera brusca. Salió del autobús inquieta. Miró a su izquierda, el hombre que estaba sentada a su lado, estaba allí. Con su mirada puesta en ella. Sentía que ese hombre la estaba siguiendo. Así que todas sus intenciones estaban puestas, ahora, en salir de la estación. 

 

Subió las escaleras mecánicas empujando a las personas que se encontraba. Su intuición no la fallaba. El hombre le estaba siguiendo. Así que se apresuró a salir de la estación. Tal y como lo hizo, atravesó el túnel para acceder a la ciudad. Vió el puente y sin esperar a que se pusiera el semáforo en verde cruzó la carretera. Pero en ese preciso momento se dió cuenta que se había dejado el bolso con todas sus pertenecias. Dinero, móvil y, lo más importante, la ubicación de su padre. "Mierda" pensó Amira. Sin pensar se dió la vuelta dispuesta a recuperar sus cosas. 

 

Pobre Amira, si supiera que ya no las iba a recuperar, tal vez no le hubiera pasado lo que le ocurrió.

-Pum. Se escuchó en todo el puente. 

Amira estaba aturdida. Enfrente tenía un coche y un cuerpo tirado a escasos metros ensangrentado. Parecía ser el de una joven. 

 

-¿Qué ha pasado? Se preguntó Amira en voz alta. 

  • Que has muerto, Cariño. Le dijo una voz.

Amira se giró. Vio entonces a la mujer que la había despertado en el autobús. A su lado estaba el hombre que había estado sentado al lado de ella en el autobús. 

  • ¿Qué? Dijo Amira sin digerir lo que estaba pasando.
  • Tranquila. Disculpa a Bernice. No suele dar estas noticias con mucho tacto. Bienvenida a Donosti y a tu nueva vida.
  • ¡ESTOY.. MUERTA! Dijo en voz alta Amira.

 

 

 




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