Rayel - Trilogía Los Caídos

Capítulo 3 - La tercera caída de los ángeles

Lucifer el arcángel caído cuya cualidad era la soberbia extendía sus enormes alas por el amplio paisaje, cientos de demonios de distintas dimensiones surcan el cielo, Rayel no asimilaba lo que sus ojos de color carmesí observaban. Un emisfero – demonio de clase baja – se acercó a Lucifer y este le entregó un viejo papiro, una sonrisa se dibujó en sus labios y pronunciando una orden en un lenguaje tan antiguo como la misma creación, ordenó a sus legiones avanzar y destruir todo el paraíso conocido.

⸺ ¡Todo esto es obra tuya lucifer! ⸺ Rayel comento para sí mismo pero de pronto en un parpadeo el príncipe del infierno se encontraba cara a cara.

⸺ ¡No todo! Sabes muy bien desde que abrí los ojos, me dotaron de sabiduría y libre albedrío y gracias a ello no soy esclavo de un ser que jamás se ha mostrado ante nosotros.

⸺ Cómo es que… pero traicionaste la confianza de todos nosotros.

⸺ Es lo que tu haz llegado a creer, mis seguidores descubrieron la libertad, poder vivir entre los mortales y…

⸺ Y causar estragos entre los humanos, entre las distintas razas

⸺ Cada creación inteligente, cada uno de ellos tiene la inteligencia necesaria para justificar sus acciones, yo no les obligo a tomar sus decisiones, solo las perfecciono para seguir el orden natural, por ejemplo los humanos, la raza más enferma creada por los dioses.

⸺ ¿Dioses?

⸺ ah… así que desconoces aquella historia, pero espera, pudiste escuchar lo que dije, ahora entiendo, padre no está en el trono ⸺ Lucifer extendió sus alas de manera brusca alejándose de Rayel quien atónito observó cómo se retiraba.

De pronto un estruendo hizo que el vínculo entre la tierra de los humanos creara un abertura en el espacio.

Los recuerdos volvieron de la primera caída. Rayel estuvo parado frente a una abertura similar, rodeado de una gran guerra que se libró en la tierra, un gran bosque quedo reducido a un desierto, Lucifer quien luchaba en el centro de aquel desierto contra su hermano mayor Miguel, su forma de ángel había desaparecido y en vez de ello se mostraba una gran bestia alada en vuelta en llamas, su nombre ha cambiado por Diablo. El tiempo en aquel lugar parecía avanzar a una velocidad desconocida, antes de que todo terminara el chillido del príncipe caído alerto a sus seguidores de su derrota y de esta manera cayó por una de las aberturas destruyendo gran parte de los grandes templos que se levantaban en el paraíso, varios de sus seguidores fueron tras él, la primera caída dejo muchos destrozos, no sólo materiales, también sentimentales, los ángeles por primera vez sintieron empatía por los suyos. Cuando Rayel estuvo por cruzar por unas de las aperturas, un hermoso ángel llego y sostuvo sus manos, Francis aun siendo una de las más jóvenes generales lo tuvo compasión.

Rayel aún no podía creer que su mentora y la mujer que había amado por eones de milenios de años habían muerto ante sus ojos. Pero en esta ocasión no había vuelta atrás. Cruzaría aquella abertura y provocaría la tercera caída y aunque sus hermanos se hallaban en una guerra ninguno ha cruzado los límites.

 

Rayel cruzo hacia aquel mundo que solo había podido observar por pinturas hechas por los milenarios, ver con sus propios ojos lo que los humanos le contaron cuando él viajaba al Vortiz – un lugar mítico para los que llegaban al paraíso -, su cuerpo se abalanzo hacia el vacío, un frio helado golpeo sus alas, el brillo de la luna ilumino su cuerpo, su torso descubierto dejaba ver cicatrices causadas por seres corruptos que trataban de cruzar los reinos. Al ser un protector se limitó a conocer de su naturaleza, ahora caía al vacío perplejo por la inmensidad de colores y aun que el velo nocturno cobijaba a los seres humanos en un sueño profundo, unos cuantos borrachos que intentando volver a sus hogares o buscando un refugio para pasar la noche observaron la caída de tres ángeles.

Rayel extendiendo sus alas para frenar su caída y frente a él dos guerreros cuya única misión es destruir al rebelde. Él junto sus manos para blandir la lanza otorgada por Gabriel pero esta no apareció, se estremeció y con desespero se precipito y tras él los dos ángeles lanzaban ataques desde sus espadas; el cielo nocturno se ilumino en explosiones de un fuego ardiente.

⸺ Maldición, no poder huir de estos imbéciles.

Rayel en un intento desesperado creo con sus manos un hechizo divino para liberar su naturaleza, su cabello se tiño de un claro cenizo su vestimenta oscura con una cadena que colgó de su cinturón, en el extremo de la misma un pequeño amuleto apareció. En sus brazos aparecieron tatuajes y de sus muñecas se desprendió un listón con el que invoco un arco. La cuerda del arco se ilumino por un fuego color verde y al estirar de ella una flecha apareció. Rayel disparo y el cielo se ilumino por unos segundos.

Rayel al encontrarse distraído no se percató de cuan cerca se encontraba del suelo estrellándose en un edificio, – la Basílica de San Pedro -.

Su cuerpo tendido sobre el concreto helado, su mirada seguía fija en la abertura que había causado al estrellarse, sus ojos vigilan con suma cautela hasta que el brillo causado por su ataque se desvaneció, los ángeles que lo perseguían había desaparecido en ese instante - no pueden estar muertos ya que fue un ataque de ilusiones -, Rayel se puso de pie tambaleándose, su vista tardo en acostumbrarse a la oscuridad del sitio, grandes pilares se levantan sosteniendo una cúpula cubierta de hermosas pinturas, al final de aquel lugar un altar con una extraña figura brindaba una pálida luz amarilla, dos hombres con túnicas blancas miraban la figura de un joven alado, los hombres se acercaron hasta él sin temor alguno.




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