Durante todo el transcurso de la mañana me sentí como la mierda.
¿El motivo? No era maravilloso saber que la persona que te proclamaba todo su amor, terminara besándose con tu supuesto mejor amigo.
Era patético.
Me encontraba caminando por el pasillo principal como si tratase de un muerto viviente, hasta que tropecé con algo, mas bien contigo.
Te habías disculpado demasiadas veces que hasta perdí la cuenta. Tu arrepentimiento llegó hasta el grado de ofrecerme dulces, agregando una sonrisa resplandeciente, más aquellos ojos que desaparecían simulando ser una media luna. No quería admitir que esta escena de algún modo me gustaba. Sólo me limité a seguir mi camino, dejándote atrás como un cobarde.
“¿Quién rayos se disculpa con dulces? Al parecer sólo ella” Ese fue el segundo pensamiento que tuve sobre ti.