No pude evitar sentir dolor y que mis pulmones retuvieran todo el aire inhalado. Pues había visto a Regina con él, tan felices. Jamás me había visto de esa manera como lo hacía con otro. Tan sólo a mí me miraba de una forma fugaz.
Me pudiste observar como lloraba como un crío en aquel salón abandonado de química, ¿por qué no se acaba esto? Te acercaste a mí y me rodeaste con tus cortos pero fuertes brazos. Necesitaba un abrazo en ese preciso momento.
Prometiste que estarías conmigo y serías el hombro el cual me pudiera desahogar.
Tenía miedo de creerme esas palabras. Sin embargo, ¿era normal que mi corazón se haya acelerado y sentido a la vez cálido?