Caminaba por los pasillos nuevamente ido, arrastraba mis pies como si tratase de un mismo zombie buscándole sentido a su existencia.
¿En serio te le ibas a confesar? ¿Realmente lo querías? ¿Lo suficiente como yo a ti?
Había sentido una punzada en mi pecho y un nudo formarse en mi garganta. Odiaba esta sensación, pero me debía acostumbrar. Esto ya formaba parte de mí desde hacía años.
Ocupabas demasiado mis pensamientos, que no me di cuenta lo dependiente que me había vuelto a ti.
Por andar de distraído, provoqué que chocara con la mujer que menos quería hallarme en ese momento. Regina.