Me hallaba demasiado nervioso, ni siquiera cuando estuve con Regina me sentía de ésta manera.
Nos encontrábamos debajo de un gran árbol que se situaba adentro de la institución. Lo habíamos adoptado como nuestra base secreta. Aquí solíamos venir para contar si alguno de nosotros tenía algún problema.
Estaba ansioso, no podía más, tenía que darlo por hecho. Tan sólo ser una vez valiente en mi vida.
--Tú me gustas-- balbuceé como un recién nacido.
¿Por qué cuando todo es respecto al amor termino siendo un fracaso?
--Tú igual me gustas-- respondiste con una brillante sonrisa.
No quería ilusionarme que esto era recíproco. Posiblemente esas alternativas de gustar entraba en la categoría de amigos.
--Pero no me gustas como una amiga-- aclaré sin verte.
Bajé mi mirada, el suelo era mucho más entretenido ahora luego de mi declaración. No obstante, mi mano fue tomada por la tuya y la entrelazaste.
--Ni tú me gustas como uno.