Ese día veníamos saliendo del instituto, luego de terminar nuestros proyectos, decidimos tomarnos nuestro merecido descanso en un local de comida rápida. No obstante, antes de dar el primer mordisco a la hamburguesa, una multitud de niños rodearon nuestra mesa. Sus rostros se me habían conocidos, mas no sabía de dónde.
--¡Hermana!-- exclamaron al unísono mientras se lanzaban hacia ti para crear un enorme abrazo.
--¡Hola pequeños!-- saludaste alegremente a cada uno de ellos --¿Qué les trae por aquí?
--Andábamos jugando, pero te vimos entrar y quisimos venir a saludarte-- habló al parecer el líder de ese pequeño grupo mientras apuntaba hacia mi dirección --¿Quién es él? ¿Es tu novio?
--¿Recuerdan del chico que les hablé?-- asintieron --. Pues es él.
--¿Así que tú eres la felicidad de nuestra hermana?
Una sensación inexplicable invadió mi corazón. Nunca pensé que mi existencia sería un motivo para que alguien fuera feliz. Por primera vez agradecí existir.