Me sacudiste varias veces hasta despertar, lo primero que vi fue tu rostro lleno de emoción. Habíamos llegado luego de unas dos horas, bajamos encontrándonos con un montón de animales. Los guías se presentaron mientras daban las indicaciones de este lugar y el toque de queda.
Lo primero que hicimos fue dirigirnos hacia los bovinos que estaban tras unas vallas. Tu alma de niña se encendió y corriste hasta quedar enfrente de uno.
--¡Mira qué linda es!-- exclamaste mientras te quitabas la mochila para sacar un montón de heno, ni recuerdo cuándo fue que compraste todo eso --Ten bonita, anda come un poco.
Comenzaste a agitar tu mano, llamando la atención de muchas cabras. Ahora estabas rodeada de ellas.
--¡Oh no, mi cámara se cayó!-- escuché decir a una de nuestras compañeras, el aparato había caído al otro lado de la cerca, exactamente sobre tus pies.
--No te preocupes, yo lo recojo--
esperaba que fueras meticulosa al momento de ir por él.
Al agacharte la habías obtenido, lo que celebraste, sin embargo, algo atrapó tu cabello. Una cabra te había confundido con el heno.
--¡Ah, quítamela, quítamela!
Agarré de tu mochila aquel alimento, tratando de negociar con el animal que te tenía apresada. Al que al final aceptó y te soltó. Cuando te levantaste tu cabellera estaba toda desordenada, como si se tratara de un nido de pájaros.
Me fue inevitable el no reír, esa escena estaría captada por siempre en mi memoria. No fue mucho cuando decidiste acompañarme a las risas. Después de todo era un excelente día.