Pero lamentable ese día llegó y no pudiste llevarme contigo dejándome completamente destrozado.
Cuando llegué después del viaje, junto con mi hermana fuimos a nuestra casa, pero bajando del coche pudimos escuchar los gritos de nuestros padres.
Supongo que era otra discusión como las anteriores, que al final terminaban contentos entre ellos. Apenas abrimos la puerta y vimos el florero apreciado de nuestra madre siendo lanzado.
--¡Estoy harta de ti!-- suponía que todavía no habían notado nuestra presencia.
--Eres una maldita perra malagradecida-- alzó la mano con intención de golpearle, pero justo antes de que impactara la mano contra su mejilla me entrometí.
--Es suficiente-- hablé fríamente desconociéndome. Este enojado, se despojó de mi agarre para luego irse hacia otro lugar.
--Gracias... Hijo.
Finalmente me había reconocido como uno, pero ya era demasiado tarde como para disculparse.