--Entonces decidiste quedarte con ninguno de ellos dos-- hablaste luego de escuchar mi anécdota --. ¡Te puedes quedar conmigo todo el tiempo que deseas!
Tu emoción sobrepasa más que la mía, por supuesto que quería, pero no sabría cómo sería la reacción de los demás presentes.
--No quisiera ser una molestia para tu familia-- repliqué.
--Nunca lo serías. Siempre eres bienvenido a nuestro hogar, porque para nosotros ya formas parte de ella-- tomaste de mis manos transmitiendo tu calor corporal --. Quédate al menos el tiempo que necesites para buscar un apartamento.
Siempre provocas ese hechizo en mí con aquella mirada la cual no me puede resistir. ¿Qué hiciste para tenerme así?
--Está bien-- celebraste mientras me abrazabas como si fuese un oso de peluche.
--Me alegra que aceptaras. Vamos a poder hacer muchas cosas, mi abuela y yo te prepararíamos muchas tortas, porque sé que te gustó mucho la anterior. Así que vámonos a casa-- me agarraste de la mano para entrelazarla con la tuya.
Jamás pensé que serían las últimas veces que pudiéramos tenerlas unidas.