Entré a la recámara, en la camilla pude verte recostada mientras tenías conectado varios cables en tu cuerpo. Te veías tan vulnerable, aquella escena desgarraba mi corazón.
Me arrodillé quedando a la altura de la pequeña cama. Entonces me miraste y sonreíste a pesar del estado que te encontrabas.
--Veniste-- me hablaste en un pequeño susurro, tu voz se hallaba muy ronca debido a las horas que pasaste dormida --. Perdóname por no decirte nada de esto antes. Soy tan egoísta, soy una idiota que no te merece.
Negué ladeando mi cabeza --No es cierto, eres una persona que estuvo conmigo desde un principio, apoyándome en los más momentos más difíciles de mi vida. No debes merecer lo que está pasando, si tan sólo pudiera...
--Pero no podemos cambiarlo-- musitaste haciendo que sintiera mi vista nublar --Sabes... ¿Recuerdas lo que te dije el día en la granja?-- afirmé mordiendo mi labio inferior para evitar que las gotas fluyeran de mis ojos --. Por fin partiré en mi globo aerostático--por más fuerte que quise ser no pude reprimir el primer sollozo ni el segundo --Pero no podré llevarte conmigo. Lo siento mucho.
--Irás en un hermoso globo aerostático y viajarás por todo el mundo. Será espectacular.
--¿De verdad crees eso?-- asentí --¿Te puedo abrazar?
Me levanté un poco quedando a tu misma estatura, rodeaste con tus brazos mi cuerpo formando esa calidez que siempre amé.
--Prométeme dos cosas por favor, sé feliz y sigue sin mí-- no quería aceptarlo, no podía seguir sin ti. ¿Pero había de otra? Tenía que cumplir --. Gracias por estar conmigo, desde que te conocí disfruté todos los momentos que tuve junto a ti.
--Yo igual, siempre estaré agradecido contigo. Antes no le hallaba sentido a la vida, pero tú llegaste a ella a endulzármela y encontrar motivos para continuar.
--Y síguelo haciendo... Te amo, cuida demasiado a Luna.
Suspiraste y comenzaste a cerrar lentamente tus párpados mientras tu mano se aflojaba poco a poco de la mía. Habías partido a los diecinueve años de edad.