No podía creerlo, no quería aceptar el hecho de que te hayas ido para siempre. Que ahora te encontrabas tres metros bajo tierra.
Quiero creer que esto es una pesadilla, que en algún momento voy a despertar y vas estar ahí ofreciéndome unos de tus dulces. Pero esa no era la realidad, tú ya no estabas más.
Me encontraba rompiendo todos los muebles que tenía en mi apartamento, mi hermana intentó detenerme, pero le era imposible hacerlo por como me encontraba al igual que a mí.
Pero entonces vi aquel oso afelpado el cual decidiste ponerle de nombre Luna. Unos brazos pasaron por encima de mis hombros, no tardé mucho tiempo para desplomarme.
Siento que no puedo cumplir tu promesa.