Raza Valiente

Capítulo I

Orbom

Esa noche cometí muchos errores, que con el paso de los años regresarían a mí para destruirme y lo peor no es que me destruirían a mí, sino que a mi amada también, no mi cónyuge, sino a la mujer que realmente amaba, Tania. Su cabello rojo como el fuego, sus ojos verdes cristalinos, sus carnosos labios rosas, su piel suave y pálida no podía sacarla de mi mente, pero lo importante ahora es que ella está en la aldea dando a luz a nuestro hijo y no pienso dejarla sola, aunque la unión entre dos criaturas diferentes esté prohibida. No importa lo que pase, la protegeré a ella y nuestro hijo, aunque tenga que alejarme de ellos para siempre y aunque tenga que matar a mi propio hermano, el rey.

Esa noche estaba en mis aposentos, esperaba impacientemente que todos en el castillo se durmieran, miraba el rostro de mi esposa a mi lado, recostado en la cama para asegurarme de que estaba dormida y cuando estuve completamente seguro salí lentamente de abajo de mis sábanas. Abrí la puerta de la habitación y miré hacia ambos lados del corredor que estaba apenas alumbrado con la llama de varias antorchas adheridas a la pared, tomé una y comencé a caminar con pasos rápidos hacia el salón del trono. El castillo estaba siendo custodiado, así que me escondí rápidamente detrás de una columna, apagué mi antorcha y seguí el camino hacia la salida con pasos ligeros, escondiéndome y esquivando las miradas de los guardias.

Una vez afuera, mi huida se facilitó, la oscuridad estaba a mi favor y como todo elfo utilicé mis puntos más fuertes para escapar de ahí, la velocidad de mis piernas, la ligereza de mis pasos, la agilidad de mi cuerpo, me hacían prácticamente invisible a los ojos de los caballeros, que con esmero protegían al reino ese día. Comencé a correr bosque adentro para poder llegar a la aldea de las hadas que estaba a unos ciento cincuenta kilómetros del castillo, aunque aún estaba lejos, mientras corría podía escuchar los gritos de mi amada dando luz a nuestro hijo y llegué a la cabaña donde se estaba llevando a cabo el parto en apenas unos minutos.

Entré a la cabaña rápidamente, tomé la mano sudada de Tania y la besé, ella solo sonrió cuando me vio llegar

- Vamos a tener un hijo – Dijo mirándome a los ojos –

- Vamos Tania, puja solo un poco más – insistió la partera, la sonrisa de mi amada se borró y emitió un fuerte grito mientras apretaba mi mano tan fuerte como podía – Ya está aquí, es una niña – Tania se desmayó al instante. Era el sentimiento de felicidad lo que recorría mi cuerpo, pero me di cuenta de que algo estaba mal, algo horrible estaba sucediendo, y es que los segundos pasaban y no se sentía el llanto de la bebé, observé al hada que asistía a Tania, la cual me miró con aflicción – Lo siento mucho, ha nacido muerta – Dijo poniendo a la niña sin vida en mis brazos, comencé a sentir una profunda tristeza y lo sentía aún más por Tania – Cuando lo sepa estará destrozada – continuó diciendo aquella mujer y fue en ese momento que cometí mi primer error, desenvainé mi espada y la incrusté en el estómago de la partera, su cuerpo se redujo a partículas de polvo dorado que luego se redujeron a nada –

- No lo sabrá – Dije para mí –

Sin perder tiempo envolví a la pequeña en una tela, mi segundo error fue que no me percaté de que Ainat, la hermana de mi amada había visto todo, incluso vio como corría a cometer mi tercer error y luego vio cuando volví con mi cuarto error, todo antes de que Tania despertara.

Hice todo esto por mi amada, las hadas son inmortales, no podrían morir por causas naturales, pero si quieres a un hada muerta, solo tienes que quitarle su razón de vivir, entonces envejecerán y se desintegrarán con el paso de los años. Aquella pequeña, desde que comenzó a crecer en el vientre de Tania, se había convertido en su razón para seguir viviendo y si no hubiese hecho lo que hice, mi amada ya no estaría aquí.

Diana

DIECISIETE AÑOS DESPUÉS...

Mi nombre es Diana, vivo en un bosque de ensueño, su nombre es Digglespo, un lugar tan hermoso como nadie había visto nunca, si lo miraras desde el cielo podrías ver que está compuesto por colores vivos que deleitan la vista. Digglespo es donde residen las hadas, hermosas criaturas que revolotean de un lado a otro, pero la mayor parte del tiempo mantienen sus alas ocultas haciéndose ver como personas comunes. La curiosidad nos caracteriza, algunas podemos utilizar magia, pero otras somos completamente indefensas. Vivimos en casas de madera, pequeñas pero acogedoras y tenemos la costumbre de decorar todo con flores.

Aquí también residen los duendes, en la misma aldea que las hadas. Los duendes son seres de sesenta centímetros de altura, de naturaleza trabajadora, no les importaría si tuvieran que trabajar día y noche. Los mejores utilizan sus poderes para la construcción, incluso algunos son contratados por el rey para realizar obras en el castillo a cambio de monedas.

Los elfos viven en el bosque, pero en un castillo, a unos ciento cincuenta kilómetros de nuestra aldea, completamente aislados de nosotros, con una vida eterna llena de lujos. Aun así, muchos elfos con armaduras se mantienen haciendo guardia en la aldea, ellos nos protegen de cualquier mal debido a que son los más poderosos y fuertes, y por esta causa rigen Digglespo. Nuestro rey es un elfo de cuatrocientos cincuenta y siete años, cuyo nombre es Umbolrt, todos lo apoyamos, sabemos que daría su vida inmortal por nosotros, como lo hace cada uno de los elfos.

Digglespo no es más que una porción pequeña de tierra situada en el centro de cuatro fronteras, Al oeste, más allá del castillo, hay una gran montaña que divide este bosque encantador del lugar mugriento de los troles, donde solo predomina el color marrón de la tierra y el gris de las piedras, si algún trol osara de poner un pie en Digglespo, sería brutalmente asesinado. Al norte había un maravilloso río, en la orilla crecían setas y flores, se podían observar los peses de colores nadar por el agua cristalina. Aquí es donde termina toda la belleza, al otro lado del río se encuentra una selva frondosa, en la que solo predomina la oscuridad, está terminantemente prohibido adentrarse en el bosque oscuro, y aunque no lo estuviera, nadie se atrevería a entrar ahí, pues muchas son las leyendas sobre las criaturas que ahí habitan, entre ellas los elfos oscuros. Si caminaras hacia el este, paralelo al río, verías que desembocaba en un mar azul cristalino, podías visualizar desde tierra los hermosos corales que se refugiaban en él, pero son múltiples los monstruos que aquí residen, entre ellos, las criaturas mitad humanas, mitad pez, que a simple vista son encantadoras y de belleza incomparable, pero si ves en lo profundo de ellas, verás una vil criatura con ansias de devorarte. En el Sur viven los hechiceros, estos antes convivían con nosotros, pero por razones desconocidas los elfos consideraron la magia de los hechiceros peligrosa para los duendes y hadas, entonces hicieron una pared invisible que es imposible cruzar, haciendo un lugar donde podrían utilizar sus poderes libremente. Digglespo es hermoso, pero está rodeado de peligros y de viles criaturas, o al menos eso dicen.



#10115 en Fantasía
#14408 en Otros
#1770 en Aventura

En el texto hay: secretos, magia, sobrenaturales

Editado: 15.01.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.