Diana
Estaba frente al espejo admirando el vestido que los duendes hicieron para mí y que llevaba puesto en ese momento, era de color blanco, estrecho en la cintura, pero luego caía amplio hasta la altura de las rodillas, tenía bordado pequeñas florecitas de color lila, fui descalza como siempre y me puse una tobillera hecha con tallos verdes y flores. Dejé mi cabello suelto y coloqué un cintillo de flores pequeñas en mi cabeza. Satisfecha con mi apariencia caminé hacia el comedor, pero para mi sorpresa no había nadie, ni siquiera la mesa estaba preparada para la cena, lo cual me pareció muy raro. Me sentí realmente preocupada y comencé a pensar que nadie había podido venir a mi cumpleaños, pero entonces me di un susto al escuchar un ruido muy fuerte, como si fuera una explosión. Rápidamente abrí la puerta del exterior y estaba dispuesta a buscar a mi madre, la noche estaba muy oscura y solo se podía escuchar el cantar de los grillos, pero antes de salir pequeñas lucecitas flotantes se encendieron, haciendo un camino muy largo, entonces otra explosión se escuchó y pude distinguir un pequeño punto de luz subir a toda velocidad al cielo y luego esparcirse hacia todas direcciones, nunca había visto algo como eso, pero era hermoso y entonces pude comprender todo. Una sonrisa se dibujó en mi rostro para quedarse mientras seguía el rastro de luces que habían dejado en la puerta de mi hogar. Cuando llegué al final del camino, una hoguera con un fuego de dos metros se encendió de repente, alumbrando todo el lugar y una pequeña banda de duendes comenzaron a tocar música, había un grupo de hadas formando un círculo alrededor de la hoguera mientras bailan, la danza estaba acompañada por carcajadas y palmadas de los lugareños. Había una pequeña mesa de madera con una tarta decorada con rosas, jarrones de miel y jugos de frutas, estaba totalmente sorprendida y rebosante de alegría. Mi madre se acercó a mí y me dio un fuerte abrazo
- Felicidades, querida – Susurró en mi oído –
- Gracias madre, esto que has hecho por mí me ha dejado sin palabras, estoy muy contenta – dije mirando a mi alrededor –
- Tengo otra sorpresa para ti hija mía ¿Sabes quién vino del castillo a visitarnos? – Mis ojos brillaron –
- ¿Dónde está? Quiero verla – Entonces mi madre se apartó a un lado y pude ver a mi tía Ainat –
- ¡Felicidades querida! – Exclamó mi tía abrazándome –
- No puedo creer que estés aquí – dije apartándome –
- Ser mucama de la princesa me toma mucho tiempo, la chica es muy exigente, pero pude escaparme un rato para verte, no me perdería tu fiesta por nada del mundo – Sonreí al escucharla decir esto –
- Me alegro mucho de verte – dije tomando su mano izquierda –
- Diana – Dijo mi tía – creo que ese chico está buscándote – señaló a Gor, el cual estaba mirando en todas direcciones – Creo que deberías ir a verlo – dijo guiñándome un ojo y yo sonreí –
- Nos vemos después – Dije –
Me dirigí hacia donde estaba Gor y me paré justo detrás de él
- ¿Estás buscándome? – Gor se giró rápidamente y sonrió –
- Sí, te estaba buscando – respondió –
- ¿Tú lo sabías todo, cierto? – Dije mirándolo a los ojos –
- Sí, pero para que no te molestes conmigo te traje algo – miré la margarita que llevaba en sus manos –
- Es hermosa – Gor colocó mi cabello detrás de mi oreja, donde luego puso la flor –
- En ti se ve más hermosa – sentí mis pómulos arder y sonreí tímidamente – ¿Quieres que traiga algo de beber para ti?
- Sí, por favor
Gor se dirigió a la mesa bufet y yo me senté en el tronco cortado de un árbol que había tendido en el suelo para esperarlo. Miré a mi alrededor, lo magnífico que iba todo, la alegría que se sentía en el ambiente, la agradable música, los cantos de las hadas y duendes, las carcajadas, todo era perfecto, pero algo faltaba, conocer a mi padre. Gor volvió con las bebidas y me sacó de mis pensamientos
- Ten, solo quedaba este poco – dijo ofreciéndome el cuenco de barro con néctar de manzana –
- Gracias, la necesitaba – Gor se sentó a mi lado –
- ¿Estabas pensando en tu padre?
- No, solo... – Bajé la mirada sin terminar la frase –
- Te conozco desde que tengo memoria, no puedes mentirme – Ambos sonreímos – Mira a tu alrededor, todo esto fue posible gracias a tu madre, ella quería verte feliz, todo su esfuerzo será en vano si estás triste – Entonces comenzó a sonar música suave y Gor levantó mi mentón con su mano – ¿Bailamos? – preguntó y volvió a sacarme una sonrisa –
- Será un placer – le respondí –
Gor se puso de pie, tomó mi mano y me levantó poniéndome delante de él, me hizo girar en el mismo lugar y aunque no pude verlo, sentí su mirada en mi cuerpo. Lo miré a los ojos y mis labios estaban entreabiertos, estábamos tan cerca que mi boca pedía a gritos un beso. Gor colocó mi mano lentamente en su hombro y luego puso la suya en mi cintura mientras que la otra mano la mantenía en alto sujetando la mía. Comenzamos a balancearnos al ritmo de la música que tocaban los duendes, cada segundo que pasaba me sentía más cómoda a su lado, no quería que ese momento acabara. Apoyé mi cabeza en el pecho de Gor y cerré mis ojos, sentí una inmensa paz al escuchar los acelerados latidos de su corazón
- Diana, he querido decirte algo todo este tiempo, y creo que ahora es el momento – Dijo Gor mientras bailábamos –
- Te escucho – le respondí aún con la cabeza apoyada en su pecho –
- No sé cómo decirlo, pero cada día eres más hermosa y no he podido evitar notarlo – entonces los latidos del corazón de Gor se hicieron más fuertes – Cuando vienes a mí y sonríes, es cuando me doy cuenta de cuánto... – Un grito interrumpió las palabras de Gor –
La música paró, las risas y los cantos cesaron, Gor me puso detrás de él automáticamente, eran los elfos oscuros otra vez, la piel de los elfos oscuros es gris, su cabello negro, sus ojos rojos resaltan y sus dientes son afilados como los de una bestia, por todo lo demás son idénticos a los elfos. Cada año vienen a Digglespo y se llevan un hada, no sabemos con qué propósito, ni por qué los elfos no nos protegen cuando estas criaturas nos atacan. Las hadas más fuertes salieron al frente y el lugar se convirtió en un campo de batalla. Pude notar que uno de los elfos oscuros me miraba y con un salto calló justamente delante de nosotros, cuando se acercó dudé de que criatura podría ser, pero de algo estaba segura, no era un elfo oscuro, traía una tela que cubría su nariz y boca, sus ojos eran verdes y su piel blanca, su cabello blanco lo traía hecho una coleta en la nuca y cubría sus orejas – Sale de mi camino muchacho, solo la llevaré a ella – Dijo la criatura con una voz grave, pero Gor no se movió, apreté con mi mano su hombro y estaba decidida a quitarlo del medio, no iba a dejar que le hicieran daño por mi culpa, pero una ráfaga de aire empujó a quien nos atacaba lejos de nosotros, ambos miramos de dónde provenía la ráfaga y vimos a mi madre acercándose a nosotros – llévatela de aquí Gor, yo me encargo – Dijo mientras se acercaba al elfo que nos amenazaba, el cual la miraba con furia mientras se recuperaba del ataque. Gor me tomó en sus brazos y nos alejamos volando de lo que antes era una animada fiesta, jamás me olvidaré de aquellos ojos por encima de la tela que cubría su rostro.
Editado: 15.01.2022